A pesar del miedo, disparos y enfermedades, la caravana de migrantes sigue viaje a Ciudad de México
“Dejamos a uno de mis niños en el hospital (del municipio de Pijijiapan, ubicado a 147 millas de Tapachula) mientras se recupera”, dice Maicon, un inmigrante hondureño que integra la caravana que el sábado de la semana pasada partió desde Tapachula rumbo al Distrito Federal (DF) para exigirle al gobierno que les entregue papeles de residencia y un permiso de trabajo. El pequeño, de 4 años, tiene tos y se encuentra deshidratado.
Maicon cuenta además que anoche el niño tuvo fiebre, muy alta. Le pregunté si tenía miedo de que sea covid-19. De inmediato responde: “No creo, porque no tiene síntomas”. La tos nuevamente se escucha al otro lado del teléfono. “Lo vamos a dejar esta tarde en el hospital para que le pongan suero porque está deshidratado. Después lo venimos a buscar para seguir el viaje”.
No salen de Chiapas
La caravana la integran unos 2,000 a 3,000 migrantes, la mayoría centroamericanos. Todos ellos se encontraban en Tapachula a la espera de documentos del gobierno mexicano para regularizar sus permanencias. Pero la avalancha de migrantes sobrepasó la capacidad de respuesta de la Comisión Nacional de Refugiados (COMAR) y del Instituto Nacional de Migración (INM).
La permanencia en territorio de Chiapas garantiza que los migrantes de la caravana no sean arrestados y deportados por las autoridades mexicanas porque portan un amparo judicial, un recurso legal disponible que garantiza que mientras los procesos están abiertos, los demandantes no pueden ser detenidos ni deportados a sus países de origen.
Pero el INM advierte que los extranjeros que iniciaron sus procesos como refugiados o entablaron un juicio de amparo deben esperar las resoluciones de sus casos en Tapachula o, de lo contrario, pueden perder sus derechos de permanencia en México.
Disparos de la Guardia Nacional
Desde que salió de Tapachula, la caravana es vigilada de cerca por la policía, elementos de la Guardia Nacional y agentes federales de inmigración.
“Nos tienen rodeados todo el día”, dice Irineo Mujica, director de Pueblos Sin Fronteras, uno de los organizadores de la marcha. “Anohe unos chavitos (niños) estaban jugando en los alrededores del campamento en las afueras de Pijijiapan y se tomaron con sondados armados”.
Los inmigrantes habían subido a un vehículo con la intención de “avanzar y esperar al resto de la gente en el pueblo siguiente”, dijo el activista.
Mujica cuenta además que “cuando supimos que ahí estaba la Guardia Nacional, tomamos nuestras cosas y nos venimos para la plaza del municipio y aquí estamos descansando un poco. La gente de aquí nos ayuda, pero en los lugares donde gobierna MORENA (el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador) no nos quieren porque dicen que nosotros lo estamos jod…”.
El incidente armado
El incidente mencionado por Mujica ocurrió el domingo a eso de las 01:40 horas en el municipio de Huixtla. Las autoridades mexicanas aseguran que los soldados le marcaron el alto al vehículo y este no se detuvo y trató de embestir a las tropas, quienes usaron sus armas para detenerlo.
En el hecho murió un inmigrante de origen cubano y otros cuatro resultaron heridos.
“Mire, la gente de los pueblos son gente buena y les da miedo la autoridad. La excusa de la Guardia es que simplemente el chofer no quiso detenerse y por eso le dispararon al vehículo que conducía. No debieron haberles disparado, se trataba de personas que se adelantaron a la caravana porque hay pueblos que son muy hostiles y querían asegurar un lugar para que la gente pudiera descansar”, señala.
La organización Human Right Watch criticó el procedimiento empleado por la Guardia Nacional mexicana y exigió al gobierno de López Obrador que garantice la seguridad de los migrantes que marchan en la caravana.
El martes la Fiscalía del estado de Chiapas, la primera en presentarse al lugar de los hechos dijo en un comunicado que había abierto una “carpeta de investigación por el delito de homicidio calificado, contra quien o quienes resulten responsables, por la muerte de una persona del sexo masculino, originario de la República de Cuba, quien fuera localizado sin vida en el municipio de Pijijiapan.
Mujica dijo que la actuación de la Guardia Nacional “inundó” de miedo la caravana, “pero no nos vamos a detener”.
Clima infernal
Mientras reponen fuerzas para reanudar la marcha el jueves, el activista Luis García Villagrán infunde ánimo a los migrantes. “Siento que vamos avanzando. Hay mucha gente fatigada, cansada, muchos niños que están padeciendo los estragos de las caminatas arduas, insolación y todo eso. Pero vamos a seguir.
A la pregunta respecto a los principales padecimientos experimentados por la caravana, García menciona “comen mal, diarrea, dolores de cabeza”. Y en cuanto al coronavirus, asegura que “no hemos tenido casos de covid-19”.
Luego de una pausa, señala: “cuando nos dicen que puede que haya casos de covid-19. Nosotros pedimos a las autoridades que les hagan la prueba. Pero nos responden que no tienen cómo hacerlas, entonces nosotros respondemos que son suposiciones para crear confusión y que la población rechace este movimiento migrante”.
“Pero a pesar de eso, las iglesias nos cuidan, la gente de los pueblos y las familias de muchos que viven en Estados Unidos y les envían algo de dinero. Vamos a seguir, hasta el Distrito Federal. Y si en el camino el gobierno nos dice que les dará la residencia, pues en ese momento termina la caravana. Pero hasta que no lo haga, seguiremos caminando”, dice García.
Maicon confirma lo dicho por el activista. “Solo quiero sacar adelante a mi familia. Si me dan papeles, pues trabajo. Pero si no los dan, seguiremos, primero Dios, hasta el norte de México para poder entrar a Estados Unidos y tener una vida mejor”.
El inmigrante hondureño dijo que en su país tenia un pequeño negocio hasta que llegaron pandilleros y comenzaron a exigirle que pagara para que no lo mataran a él y su familia. “Por eso nos escapamos, para seguir viviendo”, concluyó.