Igual que en 2020, pero agravado: niños menores de 12 años regresan a clases en Texas sin vacuna y sin restricciones
Mucho ha cambiado desde el año pasado, pero a muchos padres como yo, en estos últimos días nos embarga una la de los ‘no vacunados’, una categoría donde califican nuestros menores de 12 años no por elección, sino porque hay una aprobada una para ellos.
En muchos sentidos esta vez es peor. Al menos en estados como Texas o Florida donde muchas de las precauciones que funcionaron en 2020 para mantener los contagios a raya dentro de los planteles han sido echadas por la borda.
Los distritos como el mío están de manos atadas por decisiones del gobernador que prohíbe imponer los mandatos de máscara -a contracorriente de las recomendaciones de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades y la Academia Estadounidense de Pediatría- y obligar a los maestros a vacunarse o incluso a preguntarles si lo han hecho.
En Texas tampoco se aprobaron los fondos que permitirían a las escuelas ofrecer la educación virtual, aunque unos pocos distritos -preocupados por lo que se les viene- se han puesto creativos o han estirado su presupuesto disponible para lograrlo.
No es el caso del nuestro. En el colegio de mis hijos, donde comenzarán en primer y tercer grado el 11 de agosto, todos los estudiantes serán presenciales. No habrá máscaras obligatorias para nadie, ni se limitará el ingreso de visitantes al plantel. Tampoco sé qué porcentaje de las maestras están vacunadas, algo que tampoco está requerido. Es lo primero que pienso preguntarle a las de mis hijos en el esperado Meet de Teacher, pues ninguna ley nos prohíbe intentar averiguarlo.
En mi desesperación, he pensado, junto a otras mamás, donar un purificador de aire para el salón, en un intento de que haya una capa más de protección. También he indagado en máscaras KN95 para mis hijos, pero -además de escasas- son demasiado costosas. Sí les compré unas con varias capas y filtro de carbón activado. También les he hablado sobre la importancia de dejárselas puestas, así sus amiguitos decidan no hacerlo. Por suerte, están bastante acostumbrados y no les molesta.
Impotencia, frustración, miedo son palabras cada vez más recurrentes en el grupo de mamás de mi urbanización que decidieron crear un espacio para compartir ideas e información para un "regreso a clases seguro". Las que pueden hablan de retirar a sus hijos del distrito y educarlos en casa bajo el formato de home-school, algo que para nuestra familia por muchas razones no es una opción.
En otros grupos menos específicos del vecindario he visto posts de padres que, al otro lado del espectro, aplauden tener la libertad de mandar a sus hijos al colegio en parámetros de normalidad sin máscaras o mandatos.
La polarización en torno al uso de máscaras o las vacunas también ha permeado estos espacios virtuales que antes se limitaban a intercambios domésticos sobre el automercado de la esquina o los cortes de luz.
Ya hay varias peticiones online circulando para que La Agencia de Educación de Texas (TEA por sus siglas en inglés) ofrezca la opción virtual, retrase el regreso a clases e imponga mandatos de máscara y el distanciamiento social. Algunas superan las 2,500 firmas. Pero muchos sentimos que son un grito en el vacío. La semana pasada gobernador dejó claro que no hay marcha atrás.
Me temo que pronto nos veremos en el espejo de lugares como un distrito de Atlanta donde más de cien estudiantes tuvieron que someterse a cuarentena luego de que varias maestras dieran positivo o de Mississippi, donde varios brotes obligaron a varias escuelas a volver al formato virtual a los pocos días de empezadas las clases.
La apertura de las escuelas con usos opcionales de máscaras y sin mandatos de vacunación para las maestras seguramente empeorará las ya de por sí preocupantes cifras locales. Al 3 de agosto se registran 11,774 casos confirmados en Texas. 1 de cada 3 casos positivos en el país ocurrieron en este estado y en Florida, que comparte la misma postura en torno al regreso a clases.
Un estudio reciente de la Oficina Nacional de Investigación Económica determinó que la apertura de las escuelas en Texas, incluso con mandatos de máscaras y antes de que apareciera la contagiosa variante Delta, “gradualmente aceleró” la propagación del virus en las comunidades. Estimaron unos 43,000 casos y 800 muertes adicionales durante los dos primeros meses de colegio, advierte un reportaje publicado en el Texas Tribune.
En Florida, el nuevo hot spot de la pandemia, el gobernador también ha prohibido a las escuelas exigir el uso obligatorio de máscaras, una tendencia que prevalece en otros lugares como Arkansas, Iowa, carolina del Sur, Montana y Tennessee.
“Les digo a esos gobernadores, si no van a ayudar, al menos no sean un obstáculo”, declaró el presidente Joe Biden recientemente.
Un consuelo entre comillas
Hasta ahora, me reconfortaba en las estadísticas. De los 28,044,536 casos de covid-19 en EEUU reportados por los CDC hasta el 2 de agosto para los que la edad estaba disponible, 4% (1,159,739) corresponden a niños entre 5 y 11 años. En ese grupo ha habido 124 muertes (menos del 1%).
Pero, se ha visto que algunos niños con covid-19 leve llegan a desarrollar secuelas a largo plazo (un fenómeno todavía poco estudiado, pero que ha impulsado al Reino Unido a crear clínicas especializadas para este grupo).
Y también varios médicos estadounidenses están alertando sobre un cambio de patrón que detectan en las salas de emergencia de sus hospitales.
“La mitad de los niños que estamos viendo con covid-19 eran perfectamente saludables”, declaró Mark Kline, médico en jefe del Hospital de Niños de Nueva Orleans.
“Hemos aprendido que la variante Delta es otro animal distinto de lo que hemos lidiado en el pasado y es la peor pesadilla de todo especialista en enfermedades infecciosas”, agregó aclarando que temen la reapertura de los colegios “porque será un catalizador para más casos, sufrimiento y potencialmente muertes”.
Un mensaje similar al de Heather Haq, pediatra del Hospital Texas Childrens de Houston, quien ha alertado que las hospitalizaciones por covid-19 en ese hospital se han disparado en 500% y a quien le preocupa que “además de ser más contagiosa, la variante Delta sea más virulenta en niños”.
“He atendido a pacientes pediátricos con covid durante toda la pandemia, pero esta vez, con niños aun no vacunados y la variante delta veremos más hospitalizaciones en niños y posiblemente más enfermos y pequeños”, advierte.
También teme con el regreso a clase vean “inmensos repuntes que no habíamos visto en olas previas”, que afecten desproporcionadamente a menores de 12 años no elegibles a la vacuna.
Unos 72,000 menores de 17 años dieron positivo para el covid-19 la última semana en EEUU, casi el doble de la anterior según la Academia Estadounidense de Pediatría.
Desde su consultorio en California, el pediatra Ilan Shapiro también está viendo cada vez más pequeños contagiados y que parecen tener síntomas más severos. “Desgraciadamente desde el 4 de julio he visto en mi oficina muchos más casos de covid-19 y desgraciadamente muchos han sido difíciles y están en aumento. Esta variante Delta es completamente diferente”, me cuenta.
¿Qué hacer?
En aquellos estados que, como Texas o Florida, han levantado gran parte de las medidas de mitigación que durante el año escolar anterior evitaron grandes brotes en las escuelas, ¿qué podemos hacer los padres a los que nos preocupa que nuestros hijos contraigan la variante Delta?
“Si fuera madre de un niño que va a la escuela, abogaría para que hubiera máscaras y pruebas de detección periódicas. Ante la escuela. Ante departamento local de salud. Ante políticos locales. A las escuelas una y otra vez. Los padres tienen poder y ejercen una influencia en los números. Después, preguntaría a la maestra de mis hijos si está vacunada y luego compraría una máscara kn95 para mi hijo (las hay en Amazon). Y mandaría a mis hijos a la escuela”, dice la epidemióloga Katelina Jetelina, autora de la popular web Your Local Epidemiólogist quien además, redactó ya unos modelos de cartas que se pueden adaptar y enviar a las autoridades pertinentes.
Más allá de eso la recomendación de los especialistas es la misma: enviar a los niños con la máscara y que los padres se vacunen (si todavía no lo han hecho).
Se cree que en el otoño -quizá tan pronto como septiembre u octubre- podría haber una vacuna autorizada para los menores de 12 años. Estamos tan cerca… Para familias como la nuestra que hemos sacrificado tanto para evitar exponer a nuestros hijos pequeños al virus sería una lástima que en la recta final se contagien. ¿Lograremos llegar ‘invictos’ a la meta? Ya prácticamente no depende de nosotros.