Clases de defensa personal y rezos: así se preparan en una mezquita de Florida para afrontar las agresiones a musulmanes
En una mezquita de Pompano Beach un jueves de febrero se dio una asamblea inusual. Al terminar los rezos, unas 80 personas entre niños, mujeres y hombres se reunieron para un taller de defensa personal, alarmados tras la agresión sufrida por una mujer musulmana de ese centro.
Venecia Pauli, una dominicana de 37 años, es la víctima. Ella sabe de defensa personal y de artes marciales, pero aún así no supo cuál de ellas emplear cuando una mujer comenzó a ofenderla en una juguetería en Pompano Beach, Florida, por el simple hecho de llevar su hijab. Entre los nervios, optó por caminar a paso acelerado con su bebé de meses en los brazos, huyendo hasta la salida mientras era perseguida.
“Finalmente, Trump está en el poder, así que tú, cabeza con toalla, puedes volver a tu hueco y morir”, le dijo la mujer a esta musulmana mientras la correteaba por los pasillos de la tienda Babies R Us de Pompano. “Terrorista”, insistía. “No deberías ponerte eso en la cabeza”, gritaba.
Los de esta mezquita, el American Islamic Center de Florida, están convencidos de que el 'veto musulmán' en el que Trump ha insistido desde su campaña tiene consecuencias directas sobre su comunidad: mezquitas incendiadas, con disparos, vidrios rotos o mensajes de odio en sus fachadas; el uso de la frase "regresen a su país", que ha dicho el presidente –también el candidato– y que se ha popularizado como mensaje durante las agresiones contra inmigrantes... y el incidente sufrido por Pauli por vestir su hijab.
Los datos del FBI parecen darles la razón. En 2015, se registraron 5,818 crímenes de odio en Estados Unidos, lo que representa un incremento de 6% en relación con 2014. Para ese año, los ataques a musulmanes tuvieron su mayor aumento, de 67%: hubo 257 reportes de agresiones, ataques a mezquitas y otras formas de violencia contra musulmanes. Ese fue entonces el mayor pico de odio desde 2001, tras los atentados terroristas del 11 de septiembre en las Torres Gemelas.
Al año siguiente, también aumentaron los grupos de odio que se han constituido para oponerse a los musulmanes. El Southern Poverty Law Center calculó en su informe Intelligence Report que pasaron de 34 en 2015 a 101 en 2016, siendo el incremento más "dramático" registrado y atribuible directamente a que la candidatura de Donald Trump los motivó.
"2016 fue un año sin precedentes para el odio", concluyó entonces Mark Potok, editor del documento.
Mujeres agredidas
Nezar Hamze, director regional de operaciones del Consejo de Relaciones Estadounidenses-Islámicas (CAIR) y también policía, está a cargo del taller de defensa personal. Esa noche puso énfasis en las mujeres, aludiendo a la reciente agresión de la que había sido víctima Pauli, presente en la sala. También porque al llevar el hijab son más reconocibles y están más expuestas.
El incidente ocurrido a esta dominicana se difundió rápidamente en la mezquita. Y ahora en la sala todos escuchaban con atención las medidas que deben tomar, que van desde la contención de la violencia y la negociación, hasta el uso de gas pimienta contra cualquier agresor o de descargas eléctricas con un taser. Estas armas pueden comprarse por Internet e incluso en tiendas por departamento, como Wal-Mart. El spray, por ejemplo, cuesta entre 7 y 10 dólares en Amazon; un taser, se consigue a partir de 10 dólares.
En Florida, el uso de estas armas no letales es legal exclusivamente para fines de defensa personal y siempre que la persona sea mayor de 18 años.
"Si alguien viene y te ataca. ¿De quién es la responsabilidad de protegerte?", les pregunta Hamze. Todos responden con un coro pausado: "De la policía". Y entonces, él repregunta: "¿Cuánto tiempo le toma a la policía llegar hasta ti? De tres a cinco minutos. Es tu trabajo protegerte a ti mismo", advierte.
Y aunque las armas estuvieron entre las lecciones, Nezar Hamze insistió en que el propósito del taller es alertar a los musulmanes y enseñarles –primero– cómo calmar las situaciones y protegerse. Aunque les dijo: "Si crees que te voy a imponer un cargo criminal por protegerte de un ataque (con un arma), ya te conviertes en una víctima".
Muchos se dieron cuenta esa noche de que Pauli no era la única que había sufrido un incidente de odio. Solo que han vivido sus agresiones –y las de su familia– en silencio.
Hadiqa Haider, una paquistaní de 72 años, revivió la tristeza que sintió cuando días después de la victoria de Trump, en noviembre, fue agredida verbalmente por un estadounidense. Caminaba por una calle de Georgetown, en Washington, hacia la mezquita vistiendo una bufanda en su cabeza. Un hombre se le acercó y le dijo: “¡Kaboom!”, simulando el sonido de una explosión.
También en la sala, Hoela Masvi, un ama de casa de 44 años, recordó esa noche que con la llegada de Trump a la Casa Blanca, su vecina decidió hablarle a su familia por primera vez en 14 años para preguntarles: “¿Cuándo se van de aquí? Este no es su país”, cuando ellos le hicieron un reclamo.
“Trump está incitando a la gente a que nos ataque”
Masvi tomó una decisión a raíz de las agresiones a musulmanes. Ya no usará su hijab en la calle, solo en la mezquita. A pesar de eso, asegura que no tiene miedo.
Para ella, como para muchos de los presentes en la sala, Trump ha empeorado con su discurso las agresiones a musulmanes, a mexicanos, a inmigrantes. “Vemos que la gente es atacada en muchos lugares”, dice.
Haider tiene 50 años en Estados Unidos y aunque recuerda la tensión que quedó en el ambiente tras los ataques terroristas de 2001, cree que las agresiones han arreciado en el último año. “Trump está incitando a la gente a que nos ataque”, denuncia esta paquistaní.
Las opiniones son variadas en esta sala. Haider, por ejemplo, asistió a este taller de defensa personal por curiosidad y para escuchar las recomendaciones del policía. Esa noche le regalaron un spray de gas pimienta para usarlo en su defensa personal, pero cree que no tiene la fuerza para rociar con ese líquido a nadie, ni siquiera a un agresor.
Venecia Pauli primero dice que no tendría dudas: "Si veo a alguien que está atacando a mi mamá o a mi bebé no me voy a quedar con los brazos cruzados", dice. Luego, reflexiona: "Hay que pensarlo dos veces porque lo primero que saldría en las noticias sería que lo hizo una musulmana. Es desafortunado, pero así pasa".
El sheikh de esta mezquita, Mohamad Al-Ali Al-Halabi, dice que el incidente de Venecia Pauli es el primero que sufren los de su mezquita: desconoce sus historias. ite que al menos por ahora sus vecinos aseguran que quieren apoyarlos.
“Me dicen: ‘Estamos con ustedes, los queremos en este país’”.
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