El misterio de los niños de Armero: Tres décadas después de la erupción volcánica que destruyó la ciudad colombiana, más de 400 niños siguen desaparecidos
El abrazo que Marta Lucía López guarda para su hijo se ha pospuesto por más de 32 años. No tiene la certeza de que Sergio esté vivo, aunque en su corazón aún existe esperanza de que, en algún lugar del mundo, su pequeño tenga una vida feliz.
" Sueño con darle un abrazo… Solo quiero encontrarlo”, confiesa entre lágrimas a la periodista Patricia Janiot durante el especial “Niños del Volcán”, transmitido este 4 de febrero por el programa Aquí y Ahora de Univision.
Ella lo vio por última vez el 13 de noviembre de 1985, el día en que la erupción del volcán Nevado del Ruiz arrasó con el pequeño pueblo de Armero, en Colombia. El imponente cráter escoltando la ciudad figuraba como una maldición dormida. Y así sucedió: La explosión de lava ocasionó un inmenso deshielo convertido en una avalancha de lluvia y lodo que borró del mapa a la localidad de 31 mil habitantes.
Aquella noche, Marta Lucía López y su esposo salieron de casa hacia la estación de bomberos para informarse de qué hacer ante el desastre. El niño se había quedado durmiendo, a cargo de la mujer que lo cuidaba. Sin embargo, el lodazal lo cubrió todo vertiginosamente y no les permitió regresar. Al día siguiente, la vivienda familiar había sido convertida en ruinas. De Sergio y su niñera no encontraron ningún rastro.
Las dolorosas memorias del desastre natural más catastrófico de Colombia son la base del especial de Univision. La inundación espesa terminó matando a más de 20,000 personas en Armero, por entonces una de las ciudades más prósperas de la región.
“Se escuchaba un sonido infernal que yo con palabras nunca jamás podré describir… Llovía azufre”, relata Gustavo Miranda, uno de los habitantes.
Las pérdidas materiales después de explotar el Nevado del Ruiz están valoradas en $559 millones de dólares. Unas 11,000 hectáreas de tierra fueron devastadas por la avalancha, la destrucción tumbó 4,200 viviendas y 20 puentes fueron destruidos.
Los niños perdidos
Pero la tragedia de Armero no es solo pasado. Una de las peores secuelas del siniestro se mantiene vigente y tiene sin descanso a decenas familias fragmentadas que buscan a sus niños desaparecidos.
Entre el caos que caracterizó a los rescates de Armero, las familias quedaron separadas. Como consecuencia, cientos de pequeños sobrevivientes terminaron perdidos.
César Guitérrez, uno de los rescatistas de la Cruz Roja que participaron en la recuperación del pueblo, explica que muchos de los rescates se hicieron por aire. Las aeronaves volaban sin una ruta definida, hasta el lugar del país donde los hospitales estuvieran vacíos. El sistema de registro resultó inefectivo.
“No hubo un componente familiar, hubo muchas familias que estaban fracturadas, porque en el momento de la tragedia se encontraban en diferentes sitios… Muchos niños salieron solos”, revela Gutiérrez.
Por ello, madres, padres, tías y hermanos quedaron sin rastro de sus pequeños, sin saber si estaban vivos o muertos. De acuerdo a un comunicado enviado al programa Aquí y Ahora por el Instituto Colombiano del Bienestar Familiar, la magnitud de la tragedia desbordó todas las previsiones y la capacidad para atender un hecho de esa naturaleza. Otras fuentes coinciden en que una buena parte de los pequeños rescatados en Armero fueron adoptados, tanto en Colombia como en países de América y Europa
La fundación “Armando Armero” se ha dedicado a recopilar estos casos de familias separadas durante la tragedia. Liderada por el periodista Francisco González, la institución tiene datos de al menos 400 niños desaparecidos aquel día.
Además de documentar en detalle la historia de las familias, la organización ha comenzado a crear un banco de ADN para corroborar sus hallazgos. Solo en 3 casos los reencuentros lograron materializarse, pero López confía en que divulgando el próposito de la fundación, cada vez puedan ser más.
Felipe Salama, uno de los niños que sobrevivió a la tragedia y luego fue dado en adopción, también está buscando sus orígenes. Como símbolo, lleva en la espalda un tatuaje con la fecha en que erupcionó el volcán, bajo la inscripción “Hijo de Armero”.
“Yo tengo un inicio y quiero conocerlo… Es una búsqueda que tiene uno internamente”, asegura el joven, quien aún no ha logrado ubicar a ningún pariente biológico.
Por su parte, Marta Lucía López sigue esperando algún día dar con el paradero de su hijo Sergio. “Sólo quiero encontrarlo, sólo quiero saber la verdad, que sepamos todos la verdad de todos los niños que estamos buscando”, confiesa.