Qué ha pasado con los grupos supremacistas blancos a un año de las protestas en Charlottesville

12 de agosto de 2017. EEUU parecía haber llegado a un punto de inflexión que presagiaba un futuro de choques violentos entre grupos supremacistas blancos y promotores de derechos civiles, al estilo de los que se vivieron ese día en Charlottesville, Virginia.
Aquel día una concentración de extremistas blancos, que fue descrita como la mayor de su tiempo en 20 años, terminó disuelta por la policía luego de que se produjeran varios choques callejeros con grupos antirracistas y que un simpatizante nazi atropellara a personas del bando contrario que marchaban por una calle de la tradicionalmente tranquila ciudad universitaria.
El episodio de Charlottesville se agravó con las desafortunadas declaraciones del presidente asegurando que la culpa estaba en ambos lados y que había “buenas personas” en los dos bandos, equiparando grupos supremacistas con defensores de derechos ciudadanos.
La posibilidad de que nuevas manifestaciones de los ahora reactivados supremacistas y nacionalistas llevaran a otros choques, sumado a la súbita comprensión colectiva de que la Casa Blanca no tuviera más la autoridad moral para defender a la ciudadanía de las peores pasiones de la sociedad, hicieron temer a muchos de que las cosas iban a empeorar.
Sin embargo, los temores de violencia y el aumento de la presencia de estos grupos no se han verificado. ¿Significa que ese movimiento ultranacionalista y supremacista está en retroceso?
Unite the Right
, un año despúes
Cuando han pasado 12 meses, una marcha similar a la de Charlottesville ha sido convocada, esta vez en Washington DC el domingo 12, con el nombre “Unite the Right 2” y en defensa de los "derechos civiles de los blancos".
La intención original era regresar a Virginia, pero la ciudad no les concedió el permiso. Por eso se fueron a la capital del país para su protesta en contra de lo que el organizador Jason Kessler describe como “abusos contra los derechos civiles” supuestamente cometidos en la ciudad de Virginia.
En una muy polémica entrevista con NPR difundida este viernes, Kessler se quejaba de la supuesta imposibilidad que tiene la mayoría blanca del país para organizarse y expresarse, aunque no aclaró de qué manera eso estaría ocurriendo.
En Charlottesville, el movimiento sufrió un duro revés por la violencia del año pasado. Los organizadores de la trágica manifestación, que fue precedida por una marcha de antorchas en las que se entonaron cánticos antijudíos, están arrinconados por una demanda por daños entablada por varios afectados contra algunos de sus integrantes. También padecen la reducción de su capacidad de recaudar fondos tras la decisión de empresas como PayPal de impedirles que usen sus servicios y el retiro de sus materiales de páginas de Facebook y YouTube.
“Ellos no vieron la luz, pero decidieron no seguir manifestándose en público. No están mostrando sus caras, pero no es que desaparecieron”, advirtió en conversación con Univision Noticias Heidi Beirich, directora del Proyecto de Inteligencia del Southern Poverty Law Center (SPLC), una organización que se dedica a monitorear a los que define como “grupos de odio” en todo el país.
“Aunque los grupos de Charlottesville se han visto impactados severamente, otras partes del movimiento (supremacista y nacionalista blanco) están funcionando muy bien, al menos en lo que se refiere a las manifestaciones callejeras”, afirma Beirich en referencia a la reciente concentración de activistas blancos radicales en Portland, Oregon, a principios de agosto.
El SPLC indica que desde Charlottesville ha habido "decenas" de eventos, grandes y pequeños, organizados por grupos extremistas blancos, lo que indicaría que la actividad del sector no ha disminuido aunque hayan logrado que el foco no se centre tanto en ellos.
Sin embargo, algunos prominentes activistas blancos han dicho que no irán a la concentración convocada en la plaza Lafayette, ubicada frente a la Casa Blanca, y que los mismos organizadores presagian que será de escasa asistencia: en el permiso solicitado a las autoridades estiman que unas 500 personas acudirán al llamado.
“Creo que estamos mejor evitando a esa gente. He dicho que no creo que debamos involucrarnos más con los Antifa”, escribió en su sitio web Brad Griffin, del grupo Disidencia Occidental haciendo referencia a los llamado grupos antifascistas que suelen enfrentársele en contrademostraciones.
Oficialmente, el grupo no promueve –ni rechaza– el evento que se realizará en Washington y ha dicho a sus seguidores que “si ustedes van a ‘Unite the Right 2’, estén seguros”.
“Al organizar estos eventos públicos tan volátiles, estamos apostando a que la policía se presente y haga su trabajo. En Portland y en Berkeley, la policía fue más allá de sus límites para prevenir otro Charlottesville. Sospecho que veremos una respuesta policial igual de agresiva en Unite the Right 2”.
Según datos del SPLC, entre 2016-2017 hubo un crecimiento en el número de grupos, pero Beirich indica que la oficina no tiene datos de este año y por tanto no tienen indicios de que el movimiento esté decayendo.
Paralelo a la existencia de un sector de extremistas cada vez más vociferante, corre el problema de los "crímenes de odio", aquellos que se cometen por prejuicio racial, sexual o de género.
Aunque los datos oficiales que recoge el FBI solo llegan hasta 2016, un equipo del Centro de Estudios sobre Odio y Extremismo de la Universidad Estatal de California asegura que los crímenes de odio (relacionados con raza, género, preferencia sexual u origen nacional) crecieron durante 2017 en las principales ciudades de EEUU.
En su reporte, publicado en mayo de 2018, indican que han recogido datos de diferentes departamentos de policía antes que el FBI para presentar el reporte, en el que aseguran que este tipo de incidentes creció en un 12.5%, un incremento que ilustran “el cuarto aumento anual consecutivo en línea y el mayor en más de una década”.
Importantes voces que alimentan el fenómeno
Desde sus tiempos de candidato, Trump ha tenido problemas por lo que parecen ser guiños hechos al sector supremacista blanco. En 2016, le tomó varias semanas distanciarse con claridad del exlíder del Ku Klux Klan David Duke, quien aspiraba a un puesto en el Senado por Lousiana y decía compartir la agenda del candidato republicano. Esa impresión se agravó con sus comentarios sobre Charlottesville.
Más allá de las negadas simpatías del mandatario, muchas de las políticas adoptadas por la Casa Blanca son del agrado de esos grupos que propugnan un mayor control de la inmigración para preservar la sociedad blanca y cristiana que lamentan estar perdiendo, como la separación de familias en la frontera, las redadas de ICE, el veto migratorio musulmán y, en general, la restricción impuesta a la política migratoria.
“Trump sigue haciendo comentarios racistas, como el que acaba de hacer contra el basquetbolista LeBron James y el presentador de CNN Don Lemon, llamó a países africanos y latinoamericanos, al igual que a Haití, "huecos de mierda". Él no ha moderado su retórica racista una pizca en el último año. Trump suena tan mal como el primer día que presentó su postulación, cuando llamó a los mexicanos violadores”, indica Beirich.
La llegada del magnate inmobiliario al poder, con su estilo políticamente incorrecto, parece haber relajado los controles que había sobre cierto tipo de discurso público, incluso en medio de comunicación tradicionales.
Este jueves, la presentadora de F ox News, Laura Ingraham, una de las voces más estimadas de los conservadores estadounidenses, se lamentaba en su programa de que "el EEUU que todos conocemos y amamos ya no existe" y culpaba de ello a la inmigración, legal e indocumentada.
No fue sorprendente que el mismo David Duke la felicitara en un mensaje en su cuenta Twitter, ante lo que Ingraham trató de "explicar" su comentario distanciándose de los supremacistas blancos. Pero sus palabras reflejaban exactamente la queja de ese sector: que la variedad racial está haciendo desaparecer al país mayoritariamente blanco y anglosajón que tanto estiman y añoran.
El problema es que, como están las cosas en EEUU, el discurso presidencial y desde un canal masivo como Fox News, es un aliciente a los elementos más extremos de la sociedad que ven ahora la posibilida de ocupar su espacio bajo el sol.