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    ¿Qué dejaron las elecciones primarias de Texas y qué implican estos resultados?

    Este martes se celebraron en Texas las elecciones primarias del estado. Como se esperaba, Greg Abbott se convirtió en el candidato republicano por la gobernación. Ahora deberá enfrentarse al demócrata Beto O'Rourke, quien también consolidó su candidatura tranquilamente. Ningún demócrata ha ganado ese puesto en cerca de 30 años.
    Publicado 3 Mar 2022 – 12:21 PM EST | Actualizado 3 Mar 2022 – 12:24 PM EST
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    HOUSTON, Texas.- La batalla para las elecciones de medio término en Texas está tomando rumbo. Sin tener que prestar mucha atención a sus contrincantes republicanos, el gobernador Beto O'Rourke, quien también fue confirmado cómodamente para representar a su partido con una candidatura que crece en afectos y que aspira un puesto que no ha sido ocupado por un demócrata en casi 30 años.

    Cuando en 2018 O'Rourke quiso sacar de su puesto en el Senado a Ted Cruz, el republicano le ganó la batalla por apenas 2.6 puntos porcentuales, un notable descenso de los 16 puntos que le sacó a su contrincante demócrata en 2012, Paul Sadler, y algo visto por muchos analistas como demostración del avance de los liberales en un estado que es bastión de los conservadores.

    El demócrata puso en juego la victoria republicana —en parte— por el apoyo de los latinos en el estado: 64% de ellos votaron entonces por él, mientras que 35% lo hizo por Cruz, según un análisis del Pew Research Center. Ese año, 27% de los latinos que acudieron a las urnas estaban votando por primera vez.

    Texas ha estado tradicionalmente asociado al rojo republicano. En 2016 le dio la mayoría de sus votos a Donald Trump, pero los resultados de las elecciones de mitad de periodo de 2018 y los de las presidenciales de 2020 muestran que el voto demócrata está creciendo en el estado. En las presidenciales de 2016, casi cuatro millones dieron su voto a Hillary Clinton. En 2020 el número creció: 5,259,126 texanos dieron su apoyo a Joe Biden.

    Para entonces, también los latinos jugaron un rol fundamental y siguen siendo una masa electoral creciente en Texas dada la movilización de distintas organizaciones que identifican y registran a votantes potenciales en el estado.


    O'Rourke no ha dejado de hacer campaña desde su estrecha derrota de 2018. Abbott parece reconocer la fuerza del demócrata. Durante la campaña de las primarias, no hizo muchos esfuerzos por desacreditar a sus contrincantes republicanos, pero sí a O'Rourke, a quien catalogó de extremista. Habló más como si estuviera en campaña para las elecciones de medio término; citó incontables veces el apoyo que tiene del expresidente Donald Trump; dedicó más tiempo a reconquistar a los republicanos desencantados y a los latinos en la frontera; y repitió su promesa de un muro fronterizo.

    En el último año —y en los últimos meses con fuerza—, tomó decisiones para demostrar a esos republicanos desencantados con su gestión que él sí es el líder conservador que quieren tener al frente del estado. Para consolidarse en el camino a su tercer periodo como gobernador, en 2021 dio pasos fimes: firmó una restrictiva ley de votos y una más que prohibió los abortos tan pronto como a las seis semanas; promulgó una orden ejecutiva con la que vetó los mandatos de vacunación contra el covid-19 en el estado; dio el visto bueno a una legislación que permite a los texanos portar armas sin permisos o entrenamiento, y a otra ley que prohibió que los jóvenes transgénero participen en equipos deportivos según su identidad de género.

    Para O'Rourke la campaña que viene tampoco estará sencilla. Una encuesta realizada en febrero por The Texas Politics Project de la Universidad de Texas muestra que la intención de voto para Abbott —que cuenta con el apoyo de Trump— es de 47% frente a 37%. Para repuntar, el demócrata ha desacreditado la gestión del republicano en otros temas que le han impactado por los daños que generó a todos por igual: el criticado manejo de la pandemia de parte de Abbott y el fallo de la red eléctrica en 2020 en medio de una tormenta invernal sin precedentes que dejó a millones de personas sin luz.

    Sin embargo, con sus estrategias en marcha, ha sido considerado como uno de los candidatos estatales que más ha logrado energizar a los votantes texanos pese a ser demócrata.

    Abbott y O'Rourke tienen por delante una dura contienda hasta noviembre. Sea cual sea el resultado, traerá cambios y retos para Texas, uno de los pilares conservadores del país.

    Otras contiendas claves

    Además de la gobernación, hay otras contiendas que también pondrán en el ambiente asuntos claves, como el poder del apellido Bush, con George P. Bush, hijo de Jeb Bush y comisionado de tierras del estado, peleando aún la candidatura republicana para la Oficina del Fiscal General con el controversial Ken Paxton; la importancia —para el partido y los candidatos— de contar con el apoyo de Donald Trump y la influencia real de su discurso radical en la intención de voto en el estado. También está en juego el futuro de la representación del estado en el Capitolio del país.

    Dos de las candidaturas de peso para ambos partidos tienen que ir a segunda vuelta el 24 de mayo. Los republicanos, por ejemplo, no le dieron el apoyo necesario a Paxton para convertirlo en su candidato, aunque era una de las mayores apuestas de Trump en Texas. Recientemente, el actual fiscal general atrajo la atención de investigadores federales cuando sus propios asistentes le acusaron de corrupción, el cuarto problema que preocupa más a los votantes texanos, según una encuesta reciente de la Universidad de Texas.

    Que Paxton —un acérrimo opositor a la inmigración hacia Estados Unidos y un defensor de la ley antiaborto de Texas— repita depende ahora de lo que pase en una segunda vuelta contra George P. Bush, un candidato relativamente desconocido; con un apellido Bush que ha perdido seguidores en Texas, incluso entre republicanos; y aunque no tuvo la bendición de Trump para esta contienda, sí la ha tenido en el pasado. El expresidente lo ha catalogado como "un gran tipo" y ha asegurado que es el único de esa familia "que sí entendió (...) y al que le caigo bien".

    Analistas en el estado temen que la victoria de Paxton como nominado, pueda —peligrosamente— abrir las puertas de la Oficina del Fiscal General a los demócratas en noviembre.

    Desde el lado demócrata, la nominación para este puesto también debe ir a segunda vuelta. La favorita es Rochelle Garza, una abogada criada en Brownsville que —junto a ACLU, la mayor ONG de derechos civiles de Estados Unidos— confrontó la política de separación de familias en la era Trump y se ha mostrado a favor de la migración y del asequible a servicios de salud. Además, representó a una joven de 17 años a quien se le estaba negando el derecho de seguir o no con su embarazo mientras estaba bajo custodia de autoridades migratorias. En ese caso confrontó a Paxton, quien intentó influir en la decisión de los jueces. De ganar a los republicanos en noviembre, Garza se convertiría en la primera latina en ocupar el puesto de Fiscal General de Texas.

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    Congresista demócrata Henry Cuellar, bajo una investigación federal ligada a presuntos vínculos con Azerbaiyán

    Otra de las nominaciones que sigue en juego para los demócratas es la del representante Henry Cuellar, cuya campaña se debilitó cuando el FBI llegó a su oficina en Laredo a semanas de la elección primaria alegando una investigación de la que no se conocen detalles. En las primarias del martes, Cuellar no logró 50% de votos mínimo que se necesita para ser declarado como candidato del Distrito 28, que controla desde 2004 y que abarca un amplio tramo de la frontera entre Estados Unidos y México hasta el sur de la ciudad de San Antonio.

    Por su historial de votación, en el que muchas veces se ha alineado con los republicanos, Cuellar se ha ganado además el desprecio de los sectores de izquierda demócratas. Es un conservador en temas álgidos para los progresistas como, por ejemplo, el aborto.

    Pero la candidatura de este político veterano se remeció nuevamente con la aparición de la abogada de inmigración Jéssica Cisneros, de 28 años, figura emergente del ala progresista del Partido Demócrata y que, por sus posturas, lo ha catalogado en el pasado como "el demócrata favorito de Trump". En 2020, Cuéllar la venció por menos de 2,700 votos. Ahora, en mayo deberá romper el estrecho margen que los separa, de 48.5% frente a 46.8%. Ella, sin arrastrar problemas en su panorama político, viene secundada desde 2018 por figuras como el senador independiente Bernie Sanders y la demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, que en esta campaña la ha acompañado en viajes, como el de febrero por San Antonio.

    También tiene el apoyo de organizaciones como Planned Parenthood; Emily's List, una organización que promueve la participación política de las mujeres; y Latino Victory Fund.

    Aunque el resultado del martes no la catapulta como la candidata demócrata para el Distrito 28 en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, sí le confirma, como dijo al diario The Washington Post, que el electorado está en busca de un "nuevo liderazgo".

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