Para qué sirven los 90 días de tregua que decretó Trump en su guerra de aranceles
La economía mundial parecía enrumbada al precipicio a consecuencia de los llamados “aranceles recíprocos” que decidió imponerle Donald Trump a todos los que comercian con EEUU: las bolsas perdían valor y el temor a que se desate una recesión global hizo bajar el precio de las materias primas. Hasta el siempre seguro refugio financiero de los bonos del Tesoro de EEUU dejó de ser atractivo.
Hasta que, repentinamente, Trump paró ese carro desbocado el mismo día que había entrado en vigencia la nueva política comercial de Washington dejando en suspenso por 90 días los aranceles a casi todos los países, con la excepción de China.
Y aunque fue sorpresivo, no puede decirse que haya sido inesperado, por las presiones de algunos dentro de su entorno que cuestionan la idoneidad de desatar una guerra comercial mundial que impactaría el crecimiento económico, el empleo y la inflación en EEUU.
Además, desde que llegó a la Casa Blanca, sus decisiones en torno a los aranceles han estado marcadas por marchas y contramarchas, y muchas amenazas retóricas que, aún, no se han concretado (salvo en el caso de los chinos).
La incertidumbre de los aranceles de Trump sigue vigente
A pesar de la euforia en los mercados bursátiles, ese repliegue no resuelve la incertidumbre de fondo porque, de hecho, están vigentes aranceles a decenas de países.
Hay aranceles del 25% sobre Canadá y México, los principales socios comerciales de Washington, y del 25% a las importaciones de automóviles, acero y aluminio. Más los 125% a China, fuente de infinidad de productos que se comercian en EEUU.
Se entiende que la pausa de 90 días da tiempo para que los potenciales afectados entren en negociaciones con Washington para reducir el impacto en sus economías.
Pero hay dos problemas: el primero es que es difícil negociar cuando la contraparte es dada a tomar súbitas decisiones que contradicen toda la argumentación que ha presentado para explicar su conducta. La historia de estos dos meses y medios del segundo gobierno de Trump sobre los aranceles ofrece varios ejemplos.
Segundo, los aranceles están calculados en una fórmula que mide el déficit comercial de EEUU con otros países, algo que ha sido ridiculizado por expertos del mundo entero porque no refleja los desequilibrios entre la mayor economía del mundo y naciones menos desarrolladas.
Acercar posiciones para reducir esos déficits comerciales no será tan sencillo para países pobres africanos, que no tienen cómo comprarle más a EEUU y dependen de lo que ellos pueden venderle a la gran potencia, que para Europa, México o Canadá.
“Otros países acogerán con satisfacción la suspensión de 90 días de la ejecución —si se mantiene—, pero el efecto latigazo de las constantes fluctuaciones genera aún más incertidumbre, algo que empresas y gobiernos detestan”, declaró Daniel Russel, vicepresidente del Instituto de Política de la Sociedad Asiática.
“Las tácticas de fuerza bruta de la istración han desconcertado a los aliados, quienes ven el repentino cambio de rumbo como una medida de control de daños tras el colapso del mercado, en lugar de un punto de inflexión hacia negociaciones respetuosas y equilibradas”, aseguró Russel.
¿Por qué Trump dio marcha atrás en los aranceles?
No está muy claro cuál fue la razón para que Trump diera marcha atrás a una estrategia que anunció con gran despliegue la semana anterior y en la que insistió que seguiría adelante.
La complejidad en el proceso de toma de decisiones puede reflejarlo el que el máximo negociador comercial de la Casa Blanca, Jamienson Greer, parecía haber sido sorprendido por la decisión de pisar el freno mientras él estaba en una audiencia del Congreso defendiendo la imposición de los aranceles.
El representante Steven Horsford, demócrata de Nevada, preguntó si él sabía que los aranceles que acababa de defender durante al menos dos horas se habían suspendido y Greer respondió: "Entiendo que la decisión se tomó hace unos minutos", dando a entender que no fue parte de la decisión.
Algunas fuentes indican que el presidente recapacitó cuando políticos republicanos, asesores y empresarios cercanos le advirtieron del daño que podría causarle a la economía nacional insistir con los aranceles y que las caídas bursátiles y, sobre todo, en el mercado de bonos, terminaron por convencerlo.
Y aunque el secretario del Tesoro, Scott Bessent, dijo que eso no tenía nada que ver y que siempre fue la “estrategia” de Trump (aunque el lunes la Casa Blanca negó vehementemente que hubiera algún plan de poner pausa), el presidente lo contradijo después diciendo que “estaba observando el mercado de bonos. Ese mercado de bonos es muy complejo".