El "cisma" entre el papa Francisco y la Iglesia católica de EEUU que favoreció a Trump
Es paradójico que el vicepresidente JD Vance fuera el último líder mundial en entrevistarse con la papa Francisco, quien, aún debilitado por sus semanas en el hospital, sacó unos minutos de su agenda en Domingo de Resurrección, la fecha culminante de la Semana Santa católica, para sentarse con el representante de un gobierno cuyas políticas cuestionó y quien recibió una reprimenda teológica del sumo pontífice.
El papa era contrario a las políticas que representa de Donald Trump, desde su primer gobierno: la obsesión con hacer deportaciones masivas, la reducción de los controles para la conservación del medio ambiente que, según cierta interpretación conservadora, interfieren injustificadamente con el desarrollo económico. Justamente esa filosofía capitalista de crecimiento permanente y "desaforada" estaba entre las cosas que cuestionaba Francisco.
En febrero de 2016, durante la campaña electoral, el papa ofreció una misa en Ciudad Juárez, México, muy cerca de la frontera con El Paso, Texas, en la que pidió solidarizarse con la “tragedia humana” que son las migraciones, en respuesta a las propuestas de la campaña de Trump de construir un muro fronterizo para restringir la inmigración y sacar del país a los indocumentados.
En el viaje de regreso a Roma, Francisco pareció referirse directamente a Trump al decir que “una persona que sólo piensa en construir muros, dondequiera que estén, y no en construir puentes, no es cristiano”, lo que fue respondido por el entonces candidato republicano como “una desgracia”.
El papa defendió a los inmigrantes de las políticas de Trump
Poco antes del arranque del segundo período de Trump, el papa envió una carta a los obispos estadounidenses exhortándolos “a no ceder ante las narrativas que discriminan y hacen sufrir innecesariamente a nuestros hermanos migrantes y refugiados”.
“Con caridad y claridad todos estamos llamados a vivir en solidaridad y fraternidad, a construir puentes que nos acerquen cada vez más, a evitar muros de ignominia, y a aprender a dar la vida como Jesucristo la ofrendó, para la salvación de todos”.
En esa misma carta, el papa corrigió al vicepresidente Vance, sin nombrarlo, aclarando que la noción teológica de Santo Tomás de Aquino del ordo amoris (el orden del amor) no daba sustento al plan del flamante gobierno de suspender los programas de ayuda internacional que beneficiaban a millones de personas en todo el mundo.
Vance había dicho en una entrevista con Fox News que la “orden” es que "debemos amar primero a nuestra familia, luego a nuestro prójimo, luego a nuestra comunidad, luego a nuestro país, y solo entonces considerar los intereses del resto del mundo".
El papa Francisco respondió la interpretación teológica del vicepresidente asegurando que “el verdadero ordo amoris que es preciso promover, es el que descubrimos meditando constantemente en la parábola del ‘buen samaritano’, es decir, meditando en el amor que construye una fraternidad abierta a todos, sin excepción”.
Tras la muerte del papa, Trump escribió en su red Truth Social: “¡Descanse en paz, papa Francisco! ¡Que Dios lo bendiga a él y a todos sus seres queridos!” y más tarde anunció que asistirá junto a su esposa Melania a los funerales previstos en Roma este sábado, aunque el tono del mensaje le pareció inapropiado a quienes sintieron que el presidente estaba refiriéndose a una celebración y no un evento luctuoso.
El papa, objetivo de los conservadores católicos de EEUU
En EEUU, la figura del papa Francisco fue víctima de la polarización y de las redes sociales donde se percibe mejor las divisiones de la sociedad. Entre los católicos estadounidenses, y en el país en general era bien visto por los más liberales y cuestionado por los más conservadores.
El hecho de que la última década de su papado coincidiera con el ascenso del conservadurismo de Trump y que Francisco estuviera en el lado opuesto a todos los principales puntos de la agenda republicana, como quedó claro en aquel mensaje sobre la inmigración en México, le generó críticas entre conservadores, incluyendo muchos católicos.
De acuerdo con una encuesta del Pew Center publicada en febrero, la opinión sobre el papa argentino varía grandemente entre los católicos estadounidenses, según sea la inclinación política del consultado, algo muy notable tratándose del "infalible" jefe espiritual de la iglesia a la que pertenecen.
Entre 2013, año de su ascenso, y 2025, la visión favorable sobre Francisco pasó del 84% al 78%, cifras que ya quisiera cualquier líder tener tras 12 años de ejercicio en un cargo.
Pero lo que destaca es cómo ese descenso es resultado de la polarización, pues mientras el 88% de quienes se describen como liberales aprobaban al papa (11 puntos más que en 2013) entre los conservadores su aprobación pasó de 84% a 69%. Y ese bajón es el que explica el descenso general.
El "cisma" que se creó entre Francisco y la Iglesia católica de EEUU
Esa mala relación entre el papa y los católicos estadounidenses empezó casi desde el principio de su papado, en 2016, con el Sínodo de la Familia, un evento en el que los obispos se reúnen para ofrecer lineamientos al sumo pontífice y para el que Francisco pidió que solicitarán la opinión del público, algo que nunca se había hecho.
Al final, Francisco produjo su exhortación “Amoris Laetitia” aconsejando a los sacerdotes que consideraran las circunstancias de las personas divorciadas y vueltos a casar para ayudar a decidir si otorgar la comunión, contrario a la norma previa que exigía la anulación de la Iglesia para participar en los sacramentos.
En 2021, se introdujeron restricciones a cierta liturgia tradicionalista, como el uso del latín en las misas (pese a que es el lenguaje oficial del Vaticano) que fueron del desagrado de los más tradicionales.
La intención del papa de relajar la férrea estructura de la Iglesia fue vista por los tradicionalistas como una amenaza y, para algunos, el desmontaje de siglos de enseña religiosa que amenazaba con aceptar a la comunidad LGBT, como finalmente ocurrió cuando, en 2023, el papa dijo que las uniones entre personas del mismo sexo podían ser bendecidas por los párrocos.
El surgimiento de una derecha católica pro-Trump
Eso generó una reacción entre parte de la Iglesia estadounidense que amalgamó una derecha católica muy crítica del papa y que se mezcló con figuras políticas que fueron muy activas en la reciente elección de Trump.
Francisco reordenó las agencias vaticanas y amplió los criterios para permitir que las mujeres las dirigieran. Posteriormente, el papa otorgó a las mujeres y a los laicos el derecho a voto en un sínodo. Muchos conservadores temieron que eso desencadenara en la ordenación diaconal de mujeres, un paso previo al sacerdocio.
Eso no se produjo porque fue rechazado por el Sínodo de 2023, pero la desconfianza, y hasta el "cisma", estaba creado.
El momento culminante de esas tensiones se saldó en 2024 con la excomunión del arzobispo y exembajador del Vaticano en Washington, Carlo María Viganó, acusado, precisamente, de desconocer la autoridad del papa e intentar crear un cisma en la Iglesia católica .
“Considero las acusaciones en mi contra como un honor. Ningún católico digno de ese nombre puede estar en comunión con esta ‘iglesia bergogliana’, porque actúa en clara discontinuidad y ruptura con todos los papas de la historia y con la Iglesia”, dijo por aquellos días a Fox News Viganó, quien luego se convirtió en firme defensor de Trump y de las teorías conspirativas de la derecha.
Al final, la tensa relación con la Iglesia católica estadounidense que trascendió lo doctrinario institucional y se mezcló con la llamada guerra cultural que enfrenta a liberales y conservadores, y de la cual Trump es su “guerrero” más poderoso desde la Casa Blanca.
La elección que hizo Trump para que uno de esos conservadores muy críticos del fallecido papa sea su representante ante el Vaticano indica que el presidente respalda ese sector de la Iglesia católica estadounidense que se rebeló en más de una ocasión contra la autoridad de Francisco.