Oliver necesitaba combatir su obesidad y solo halló la salud al otro lado de la frontera con México

Oliver Garza manejó durante casi 24 horas y recorrió 1,485 millas para lograr su objetivo. Lo movía la certeza de que pronto comenzaría una nueva vida para él al otro lado de la frontera. En la ciudad mexicana de Monterrey tenía una cita para someterse a una cirugía bariátrica. A sus 23 años, pesaba 478 libras.
Comenzó a engordar cuando era un niño. Su madre lo llevó a especialistas, nutricionistas y le ofrecía comida saludable, pero terminó convirtiéndose en un adulto obeso.
A los 18 años comenzó a pensar en una cirugía bariátrica, de esas que limitan la capacidad del estómago para perder peso, pero le daba miedo. Prefirió seguir con dietas y ejercicios que no dieron resultados: el sobrepeso persistía, su piel se resecó porque tenía grasa en el hígado, su presión arterial subió y en las noches le dolía todo el cuerpo, especialmente las rodillas.
La gente le decía que su problema era fácil de resolver, que solo tenía que comer menos y hacer más actividad física; él sabía que no era tan sencillo.
"Tú sabes que estás mal, pero ellos no lo ven, solo ven a un gordo que necesita hacer ejercicio. La obesidad tiene sus límites físicos de cosas que no puedes hacer, pero más afecta mentalmente. Uno se mira en el espejo y siempre te ves mal, siempre te estás comparando con otros o piensas que las cosas serían más fáciles si estuviera flaco", dice Oliver.
Fue a un grupo de apoyo, pero no se sentía cómodo hablando con desconocidos. Asistió a terapia psicológica y allí le hablaron de que la depresión era uno de los problemas de salud que suelen venir con la obesidad. Se dedicó a leer para comprender mejor lo que le ocurría y lo que le podría pasar, de seguir así: aún no tenía diabetes ni apnea, pero era posible que aparecieran.
"No quiero tener 30 años y estar tomando pastillas para la presión, para el azúcar, no quiero depender de medicaciones. Por eso decidí hacerme la cirugía, es algo que me puede ayudar”, explica.
"Si no tienes seguro, tienes que ser rico"
Una vez tomada la decisión, Oliver averiguó cuánto le costaría y de inmediato supo que no podía pagarla con lo que ganaba trabajando como chofer de un autobús escolar en Waukegan, Illinois. El precio más bajo que le dieron para hacerle la manga gástrica fue 14,000 dólares y si quería un by gástrico, podía ser el doble. "Más 10,000 para el cuarto del hospital, 5,000 para los medicamentos del dolor... Si no tienes seguro, tienes que ser rico".
El joven confiaba en que su aseguradora pagaría la operación (la seguridad pública no era una opción). Los Institutos Nacionales de Salud consideran como candidatos potenciales a una cirugía bariátrica a aquellas personas con un índice de masa corporal superior a 40, el de Oliver era mayor de 60, su obesidad era tipo III o mórbida.
La cantidad que paga el seguro médico varía de acuerdo al estado de residencia y al proveedor, dice el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y del Riñón. Y algunas aseguradoras requieren que el paciente demuestre que no pudo adelgazar completando un programa de pérdida de peso no quirúrgico.
Comenzó el proceso que exigía la aseguradora para decidir si pagaría o no. Durante seis meses le hicieron evaluaciones médicas, luego esperó otros seis meses por la respuesta. Entonces cambiaron al médico que llevaba su caso y su nuevo doctor ordenó repetir todo, desde el principio. "Eso significaba seis meses de exámenes y cada cita en el doctor son 30 dólares. Tenía que gastar más dinero para hacer otra vez lo mismo y no quería", afirma.
La familia de Oliver es mexicana, específicamente de un pueblo llamado Los Garza, ubicado en Nuevo León, en el norte del país. Hace un tiempo, un primo de su mamá se practicó una cirugía bariátrica en Monterrey, la capital del estado. Le fue bien y el costo fue mucho menor que en Estados Unidos.
Oliver llamó al consultorio del especialista que operó al primo, revisaron su caso y fijaron la fecha de la operación: 16 de diciembre de 2017. Dos días antes, subió a su auto con su mamá y su perro y emprendió el viaje de Illinois a Nuevo León.
La salud, al otro lado de la frontera
"A Oliver no lo pudimos pesar, pesaba más de lo que aguanta nuestra báscula", explica Ramiro Rodríguez Lastra, el cirujano bariatra que atiende el caso. En su consultorio en la clínica Christus Muguerza, en el sur de Monterrey, practica diferentes tratamientos para obesidad de grado III en adelante.
Es común que al médico lo visiten pacientes que vienen desde el otro lado de la frontera. Calcula que en 2016 operó a más de 20 y para 2017 fueron más de 30. El 80% de estos pacientes son residentes hispanos de origen mexicano y 20% originarios de Estados Unidos.
Hay quienes llaman a la capital de Nuevo León el Houston de México por la calidad de su oferta médica. Monterrey es la ciudad de México que cuenta con más hospitales certificados por la t Commission International (acreditación de calidad y seguridad), hay tecnología de avanzada y está a una tres horas de la frontera con Texas en carro.
De acuerdo al Cluster de Salud de Monterrey, organismo oficial para la promoción del turismo médico en la ciudad, los tratamientos para la obesidad tienen mucha demanda. Sin embargo, no hay cifras oficiales sobre cuántos van de Estados Unidos a hacerse una cirugía bariátrica en el estado.
" Cuando llegan aquí, nos dicen que tienen meses intentado operarse a través del seguro y no lo logran", asegura Rodríguez Lastra. "El precio es una razón muy importante: las cirugías salen 40% o 50% más baratas y saben que Monterrey se caracteriza por tener buen servicio médico".
Para el especialista las aseguradoras tienen claro que no se trata de procedimientos estéticos porque son pacientes que tienen serios problemas de salud. "La causa número uno de ausentismo laboral en Estados Unidos es la obesidad, son pacientes que dejan de ser productivos muy pronto. Si los operas, los incorporas a una vida normal y tienen menos enfermedades. Pero las aseguradoras no están suficientemente capitalizadas para operar a tantos pacientes", afirma.
La obesidad cuesta a Estados Unidos unos $8,650 millones al año por pérdida de productividad a causa del ausentismo laboral que genera, de acuerdo a un estudio de la Universidad de Yale. Además, el costo económico de una persona con sobrepeso es entre 9,000 y 17,000 dólares más alto que el de una sin sobrepeso, ya que implica el tratamiento de cinco afecciones relacionadas a la obesidad: apoplejía, enfermedad de las arterias coronarias, diabetes, hipertensión y colesterol elevado, según un informe elaborado por Escuela de Salud Pública de Harvard.
Antes, los pacientes estadounidenses llegaban a la consulta del bariatra mexicano a través de agentes, ahora lo an a través de redes sociales o de otros pacientes. Él dice que es mejor esta nueva modalidad porque con el intermediario se perdía la relación médico-paciente, "el o por Facebook es más personal".
Por ser procedimientos con pocos riesgos, se apoyan en internet y el teléfono para ir evaluando al paciente a distancia y, una vez que llega a Monterrey, lo revisa un equipo multidisciplinario (cardiólogo, nutricionista, psicólogo, anestesiólogo). En el caso de Oliver estuvieron en o desde dos meses antes de la cirugía para iniciar su preparación.
100 libras menos en cuatro meses
Oliver quería que le practicaran la manga gástrica, una cirugía laparoscópica en la que se hace una resección de la parte más distensible del estómago, convirtiéndolo en un tubo delgado similar a una manga. Pero su médico le indicó que el by gástrico se ajustaba mejor a sus necesidades: con una engrapadora especial se divide el estómago en una bolsa superior pequeña, que será el "nuevo” estómago, y una baja más grande; así se ingieren menos alimentos y no todos son absorbidos por el organismo.
El joven siguió la recomendación del bariatra, en total pagaría 6,000 dólares. Él puso una parte y sus padres lo ayudaron a completar el resto.
Su médico también le explicó que no se trataba de adelgazar como si lo habían tocado con "una varita mágica". La cirugía es parte de un proceso que luego continúa con apoyo de un psicólogo, un nutricionista, un médico deportivo, ejercicios y dieta. El objetivo era llevarlo a un peso saludable, es decir, a un índice de masa corporal normal (entre 20 y 25). "Y ya sé que si vuelves a comer junk food, vas a subir de peso otra vez", bromea.
Antes de ingresar al quirófano estaba nervioso, su mamá estuvo hasta el último momento a su lado. Una hora y media después le habían hecho el by gástrico, a las cuarenta y ocho horas le dieron de alta y en tres semanas regresó a Illinois conduciendo su auto.
En abril de 2018, cuatro meses después de la operación, había perdido 100 libras. La hipertensión desapareció, el nivel de azúcar mejoró, respiraba sin dificultad, hacía ejercicios y ya no sentía que se quedaba sin energías.
"No sé cómo decirlo", dice. "Soy una persona diferente. Nunca he estado tan feliz en mi vida. Me siento como una persona nueva que está lista para comenzar una nueva vida". El control postoperatorio con el doctor Rodríguez Lastra continúa, a distancia.