“Recojan el agua, que no se sabe por dónde entró”: estacionamiento de las Champlain Towers South llevaba al menos 25 años inundándose
El estacionamiento subterráneo de las Champlain Towers South se inundaba al menos desde el año 1995. Cuando en agosto llegaban las lluvias, tormentas y de esa torre desde ese año hasta el 2000.
“Lo que nos decía la gente de la gerencia era: ‘Recojan el agua, porque no se sabe ni por dónde entró’ (...) Nos pedían bombear el agua y limpiarla porque la gente no podía usar sus carros con tanto charco”, cuenta a Univision Noticias. En ese tiempo, asegura, no se hicieron evaluaciones para entender por qué y por dónde ocurría la filtración.
La única medida que tomaban era sacar el agua: “Eso tenía una bomba, pero siempre estaba dando problemas. No sé si es que eran muy viejas. Era algo que no arreglábamos nosotros, sino una compañía a la que tenían que llamar (...) Entre que llamaban, encargaban una bomba, ¿qué hacíamos con el agua? Teníamos que ir a rentar una bomba para tirar esa agua a la calle. Eso era un desastre”.
Una parte del estacionamiento subterráneo de la Champlain Towers South quedaba justo debajo del deck o plataforma de la piscina. La bomba también estaba allí. En una línea imaginaria: a unos 10 pies de distancia desde el borde de la alberca, frente al primer edificio que se desplomó. Espinosa cuenta que ya en esa época el piso de la plataforma vivía inundado. Cree que una parte de esa agua se filtraba hacia abajo.
Entre dos y tres veces al año, recuerda, la anegación en el estacionamiento se tornaba crítica.
“Cuando tienes una bomba que no está trabajando bien, se llena el hueco y se llena el parqueo porque no hay manera de sacar esa agua (...) Teníamos que botarla manualmente cuando esas bombas no trabajaban. En una época los carros flotaban porque había tanta agua que no había manera de sacarla. Era demasiada”.
El hedor ocasionado por esas inundaciones en el garaje también le hacía pensar que se trataba de agua de mar que entraba por algún otro lado, pero nunca logró detectar por dónde. Asegura que en esos cinco años, la asociación de residentes —que en ese entonces se encargaba del mantenimiento del edificio— tampoco envió expertos a revisar qué podía estar pasando.
15 años después de la construcción de esta torre los problemas de filtraciones ya comenzaban a verse. Eso es lo único que Espinosa recuerda que, para él, estaba mal en el edificio. Se preguntaba entonces cómo era posible que eso ocurriera en una estructura tan nueva.
“Es un desastre”
Tras el derrumbe del 24 de junio, sobrevivientes y dueños de apartamentos de la torre sur aseguran que las inundaciones en el estacionamiento de las que hablaba Espinosa todavía ocurrían. La argentina Jacqueline Patoka era dueña de dos unidades en ese edificio, una de ellas en la sección que colapsó.
Patoka recuerda que el garaje con frecuencia estaba mojado: “El agua caía del techo, en las columnas había óxido”, dice a Univision Noticias. Con los años, asegura que los problemas estructurales se hicieron visibles. Enumera paredes del exterior que se caían a pedazos, grietas y rajaduras por doquier.
“Estamos psicológicamente destrozados, con nuestros familiares bajo tierra”, dice. Dos horas antes del colapso, su esposo había estado en uno de sus apartamentos. Otros tres familiares durmieron allí esa noche y siguen desaparecidos entre los escombros junto a más de 140 personas. “Esto es un desastre”, asegura, a la espera de la rueda de prensa diaria con los avances sobre las labores de rescate.
Sara Nir, residente del condominio, contó al diario The Washington Post que poco antes de la 1:00am de ese jueves escuchó sonidos fuertes como de golpes que, creyó, podían provenir de alguna construcción. Catorce minutos después sintió un ruido más, como de una pared derrumbándose. Salió de su apartamento en la planta baja para quejarse con el guardia de seguridad del edificio. Mientras estaba en el vestíbulo vio que parte del estacionamiento y la terraza de la piscina habían colapsado.
Una “acumulación de deterioro”
La piscina, su plataforma y el estacionamiento que había debajo conforman el área en la que expertos en ingeniería han centrado su atención, sobre todo por testimonios como el de William Espinosa, el exjefe de mantenimiento, que apuntan al agua que con frecuencia se acumulaba en el área subterránea donde están los autos.
Para José Izquierdo, un ingeniero puertorriqueño con experiencia en desastres en edificios, “tener agua de mar corriendo por el estacionamiento” causa un “daño tremendo” a la estructura.
Explica que si las paredes del estacionamiento subterráneo no estaban bien impermeabilizadas funcionaban como una suerte de “piscina invertida”: al no estar sellada herméticamente, permitían la entrada de agua de mar, lo que puede corroer las columnas. Eso es justo lo contrario de lo que debía ser: un “cajón blindado”.
Imágenes tomadas apenas horas antes del derrumbe mostraron que en el estacionamiento había partes con varillas expuestas y corroídas. También agua empozada y un panorama que el contratista que lo inspeccionó como de un “pobre mantenimiento” en la parte subterránea.
Años antes, en 2018, la firma Morabito Consultants había realizado una revisión general del condominio como preámbulo para la recertificación obligatoria por su aniversario número 40. Entonces advirtió que las filtraciones desde la plataforma de la piscina estaban causando “daños estructurales importantes” al concreto que había debajo, el del estacionamiento.
Morabito concluyó entonces que el sellante del área estaba vencido, por lo que debía ser “completamente removido y reemplazado”. El cemento dañado debía ser reparado “completamente”, aunque eso supusiera cambios en áreas decorativas, como el piso de pavers de la piscina. La impermeabilización del deck y las reparaciones en el concreto permitirían que el agua corriera hasta los drenajes de la plataforma sobre la que estaba la piscina y no hacia el garaje, como había ocurrido por años.
“No cambiar la impermeabilización en el futuro cercano llevará a que empeore exponencialmente el daño en el concreto”, se lee en el reporte que fue presentado a la junta de residentes y a la alcaldía de Surfside, el pequeño suburbio costero al norte de Miami Beach que alberga las Champlain Towers South.
Tres años después de aquella advertencia de Morabito Consultants las reparaciones no se habían hecho. La cuota especial de Jacqueline Patoka, por ejemplo, era de 100,000 dólares por cada apartamento. Iba a pagarlas la semana que el edificio colapsó. Otros 21 vecinos ya habían abonado miles de dólares. El costo total era, vio Patoka en una pizarra en la planta baja, de 15 millones de dólares para las refacciones por la recertificación y otros cambios.
El plan era seguir la recomendación de Frank Morabito y reparar por fases, de acuerdo con una carta enviada hace apenas tres meses por el presidente de la junta de residentes. Se había concretado un arreglo en las torres de refrigeración en el techo y colocado un sistema de anclaje para limpiar los vidrios de los apartamentos. Pero faltaba lanzar la subasta para decidir qué compañías harían las reparaciones cruciales: corregir el concreto e impermeabilizar el área de la piscina.
Ni el informe ni el plan de restauración de Morabito, sin embargo, hacían referencia específica a filtraciones de agua de mar en el estacionamiento ni a arreglos en el sistema de bombeo de agua desde esa zona, ambos identificados por el exjefe de mantenimiento Espinosa como problemas de peso.
La entrada de agua salada de forma persistente desde los años en los que Espinosa trabajó en el edificio pudo haber desgastado el concreto y las columnas que sostenían el estacionamiento más de lo que era visible, explicó el ingeniero Izquierdo.
Aún con un sistema de bombeo de agua funcionando a la perfección —que no era el caso, recuerda Espinosa sobre los casi cinco años que estuvo allí— el experto aclaró que un estacionamiento debe inundarse solo por eventos extraordinarios, como un huracán, no con la frecuencia que cuentan los propietarios.
“No debe ser la norma que se esté llenando de agua salada, porque le hace un daño terrible a la estructura. Eso es agua con sal pura metiéndose al concreto, todo eso es una acumulación de deterioro a través de los 40 años”.
Una posible falla “localizada”
Izquierdo enfatiza que es muy temprano para determinar qué ocasionó el colapso que prácticamente pulverizó gran parte del edificio de 12 pisos pasada la 1:00 de la madrugada del 24 de junio.
Sin embargo, considera que la falla crucial puede haber estado precisamente en la parte central de esa torre: en el estacionamiento o el deck de la piscina, que sobrevivientes aseguran colapsó sobre el estacionamiento minutos o segundos antes del fatal derrumbe de la estructura con más de 150 personas dentro.
“Ahí abajo algo se deterioró, ya sea porque hubo un sumidero pequeño localizado o que llegó un momento en que la corrosión de la estructura sumó (...) y falló una pieza y a la vez que falló una pieza empezó el efecto dominó”.
La enorme nube de polvo que envolvió el lugar rápidamente le refuerza su análisis de que esa pieza o piezas estaban ubicadas en el corazón de las Champlain Towers South, y que se desestabilizaron porque se abrió un sumidero o debido a la corrosión. “El hecho de esa nube de polvo apunta a que algo localizado ocurrió en el centro”.
La torre se desmoronó estrepitosamente como una “panqueca” por cómo fue construida: un diseño conocido como losas planas donde no se utilizan vigas y las losas descansan únicamente sobre columnas, explica el ingeniero.
Con un diseño convencional, el edificio hubiese tenido más probabilidad de sostenerse. Eso fue lo que ocurrió con la torre del gobierno Alfred P. Murrah en Oklahoma City tras el bombazo de 1995. Allí “se cayó lo que estaba debajo del bombazo, pero el edificio se quedó de pie. Si el edificio de Oklahoma hubiese sido de losas planas, probablemente se hubiera caído completo”, dice Izquierdo.
En Florida era común ese tipo de diseño, lo que el experto cree los puede dejar vulnerables al azote de huracanes de gran categoría.
El condado de Miami-Dade puso a 469 viviendas residenciales multifamiliares en el proceso de revisión porque sus estructuras no son seguras. Entre ellas, dio prioridad a 24 edificios de cuatro plantas o más que, como la torre sur de Champlain Towers, tienen cerca de 40 años. Esa lista, de la cual Univision Noticias obtuvo una copia, incluye a algunos que debieron haber iniciado el proceso de recertificación y no lo hicieron, o en los que fueron detectadas “deficiencias” que deben ser corregidas para obtener el visto bueno de las autoridades locales. El condado precisó que esas “deficiencias” no implican necesariamente fallas estructurales, pero sí deben ser abordadas para garantizar “condiciones de vida seguras y cómodas”. Ninguno se encuentra en la línea costera de Miami Beach o Surfside.
La alcaldesa del condado Miami-Dade, Daniella Levine Cava, afirmó que serán inspeccionados y que el condado se asegurará de que se corrijan los problemas. Unas 10 personas ya fueron designadas para iniciar estas inspecciones, informó la jurisdicción.
De esos 24 edificios a los que el condado ha dado prioridad, cuatro de ellos tienen entre 10 y 18 pisos.
Izquierdo coincide con las autoridades en que los procesos de recertificación deben recortarse de 40 a 20 años para obligar a los condominios a hacer las reparaciones a tiempo y así evitar tragedias como la de las Champlain Towers South.