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    Cambio presidencial en Colombia: Santos le pasa el relevo a Duque con el reto de dejar atrás la polarización

    Colombia inicia una nueva etapa este martes tras los ocho años en el poder de Juan Manuel Santos, que consiguió poner fin a una guerra de más de medio siglo gracias al histórico acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC. Su sustituto, Iván Duque, hereda un país con grandes retos en materia de seguridad, corrupción y desigualdad.
    7 Ago 2018 – 07:09 AM EDT
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    BOGOTÁ, Colombia. - Iván Duque juró este martes como presidente de Colombia para el periodo 2018-2022 en una ceremonia en la Plaza de Bolívar de Bogotá en la propuso superar mediante el diálogo las divisiones ideológicas y la fractura social de su país. "Quiero gobernar a Colombia con valores y principios inquebrantables, superando las divisiones de izquierda y derecha, superando con el diálogo popular los sentimientos hirsutos que invitan a la fractura social; quiero gobernar a Colombia con el espíritu de construir, nunca destruir", aseguró el mandatario.

    El cambio que vive Juan Manuel Santos y su sustituto, sino por sus posiciones discrepantes en temas prioritarios en la agenda de la nación, principalmente los surgidos del histórico acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, como la reincorporación de los guerrilleros desmovilizados, los cultivos ilícitos, la estrategia de seguridad y los derechos sociales.

    Santos practicó un liberalismo pragmático con acento en las libertades. Su lema preferido desde el Palacio de Nariño fue "el mercado hasta donde sea posible, el Estado donde sea necesario". Álvaro Uribe), pretende apuntarse a la nueva derecha que ha cosechado triunfos en países como Francia con Emmanuel Macron.

    El legado de Santos: luces y sombras

    Hace unos días The Economist publicó un análisis sobre la herencia del presidente saliente de Colombia acompañado de una fotografía muy elocuente: una paloma de la paz reposa sobre la cabeza de Santos, quien aguanta estoico las cagarrutas del gigantesco pájaro que se derraman por toda su figura.


    "Es una metáfora eficaz de la imagen que se tiene del líder en el extranjero: alguien que se jugó todo por la paz hasta el punto de arriesgar y perder su capital político, pero al que la Historia juzgará bien por su empeño en poner fin a una guerra que parecía interminable", dice a Univision Noticias el sociólogo Jorge Galindo, miembro de Politikon, una asociación independiente que analiza la política internacional.

    También concuerda con esta idea Jorge A. Restrepo, una de las personas que ha monitoreado con más atención el conflicto armado en Colombia como director de Cerac (Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos). "Santos ha logrado lavar la cara que el país proyecta hacia el exterior. Colombia hoy es una nación diferente a la que él heredó en 2010 no sólo en términos de imagen, sino en cuestiones esenciales como el a los recursos, el liderazgo intelectual y los acuerdos de libre comercio".


    El analista explica a Univision Noticias que las cifras avalan los beneficios del acuerdo de paz, que ha supuesto "una transformación completa de la sociedad". En esa misma línea, Ariel Ávila, el subdirector de Pares (Fundación Paz y Reconciliación), sostiene que con el fin de la guerra " se han reducido índices de violencia hasta en un 90% en apartados como los accidentes con minas explosivas, las desapariciones forzadas y los desplazamientos de población".


    En este lado favorable de la balanza, los expertos sitúan los avances alcanzados en derechos humanos (en especial, en materia de aborto, comunidad LGBTI, indígenas y afro, además de la legalización de la marihuana medicinal) y en infraestructura, donde ha logrado modernizar la red de autopistas y aeropuertos. "Cada cual ve lo que quiere ver y siempre habrá quien hable muy bien y muy mal de Santos, pese al paso del tiempo. El suyo ha sido un gobierno liberal en todo el sentido de la palabra en un ambiente mundial dominado por los populismos de derecha e izquierda", reflexiona en una conversación con Univision Noticias Ariel Ávila.

    "Un presidente saliente siempre sube en su aprobación, incluido Santos, quien llegó a tener uno de los índices de popularidad más bajos de la región, en torno al 20%. Como ya no está en la batalla pública se mira con otros ojos lo que ha hecho", sostiene por su parte Galindo.

    Entre los puntos donde los expertos discrepan u opinan que Santos logró avances, pero podría haber hecho más están la lucha contra la desigualdad y la pobreza, la educación, la reducción de la inseguridad y la economía.

    "Es un logro extraordinario que haya conseguido capear ese difícil temporal que significó la bajada de los precios del petróleo sin caer en la recesión. En el resto de países productores y exportadores se presentaron problemas graves en la economía, algo que aquí no sucedió", opina Restrepo.

    Esa estabilidad en la economía se ha visto lastrada por el fantasma de la corrupción, según Galindo. "Si bien ha sido una cuestión regional por escándalos transnacionales como Odebrecht, también ha sido su responsabilidad. Persiste la sombra de la duda sobre su victoria en la campaña de 2014, cuando se acuñó un concepto, el de la mermelada, que ha venido para quedarse y ayuda a entender las artimañas políticas para ganar votos e influencia en unas elecciones".

    La corrupción y el clientelismo político (como se conoce en Colombia al pago de favores a cambio de apoyos) son, junto a el desarrollo rural, la reforma de las pensiones ("tenía que haberse abordado hace 15 años y seguimos igual", lamenta Restrepo) y la polarización, las principales sombras de los dos mandatos del líder del Partido de la U, una alianza de formaciones que le valió para sacar adelante el proceso de paz pese a la férrea oposición del uribismo.

    El gran reto de Duque: dejar atrás el pasado

    Hay muchas razones por las que Iván Duque desea mirar hacia el futuro sin asomarse atrás. Entre ellas, una guerra interminable que causó tanto dolor, una división social que se retroalimenta tras el plebiscito sobre el acuerdo de paz en 2016 y una imagen internacional estigmatizada por los años de violencia del narcotráfico.

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    Sin embargo, para Jorge Galindo, el principal enemigo de Iván Duque como presidente, es el líder de su propio partido, Álvaro Uribe. "Se va a encontrar en la tesitura de defender a su bancada política o defender las instituciones. Esto es lo último que quería Duque, cuyo proyecto de gobierno era representar una derecha más moderada y cosmopolita, llevar al Centro Democrático hacia la modernización".

    La justicia colombiana ha llamado a declarar a Uribe por presuntos sobornos a testigos en una batalla legal con Iván Cepeda, defensor de derechos humanos y senador por el izquierdista Polo Democrático Alternativo. La discusión viene de antiguo y está relacionada con sus supuestos vínculos con los paramilitares en los 90, el mismo tema por el que su hermano Santiago Uribe está siendo juzgado.

    Más allá de la indudable influencia que Uribe -quien antecedió a Santos en la Presidencia entre 2002 y 2010- tiene entre el sector conservador de la sociedad colombiana (entre un 20 y un 25% de la población con derecho a voto), su peso en las decisiones nacionales sigue siendo inmenso y lo será más ahora que Iván Duque está en el poder.

    Ahí es donde este deberá mostrar su habilidad para pactar con sus rivales políticos y para negociar en un ambiente hostil. "Su gran reto será la gobernabilidad: conformar una coalición que le permita gobernar con un Congreso tan fragmentado y diverso en el que no hay mayorías. Tendrá que saber obtener apoyos. La gran incógnita es: ¿cómo va a lograr tramitar las reformas que necesita el país en materias como la lucha contra el crimen organizado?", explica el director de Cerac.

    "Necesita convencer a los sectores más radicales e intransigentes de su partido y a las voces influyentes de la sociedad que se posicionaron contra el acuerdo con las FARC. El uribismo pensaba que la paz era sólo un discurso, pero ahora que está en el poder se va a dar cuenta de la complejidad del asunto y su importancia para el país", defiende Ariel Ávila, para quien todavía persisten problemas de violencia preocupantes como la guerrilla del ELN, otros grupos que controlan el tráfico de drogas y el asesinato de líderes sociales.

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