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América Latina

    Con el triunfo de Iván Duque, Colombia afronta la revisión del proceso de paz y la irrupción de la izquierda como fuerza opositora emergente

    La violencia no influyó en la jornada electoral después de más de medio siglo en el que la seguridad había sido el factor determinante. Los polos extremos de la izquierda y la derecha marcarán la pauta en la política colombiana durante los próximos años.
    18 Jun 2018 – 05:09 PM EDT
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    Iván Duque asumirá la presidencia en agosto. Crédito: AP

    "Ya no se trata de duquismo o petrismo: voy a construir una Colombia para todos", dijo el presidente electo (asumirá el cargo el 7 de agosto) en su primer discurso ante sus bases tras conocer los resultados. La consigna más coreada por sus seguidores fue "¡Uribe, Uribe!".

    El resultado remarca la fractura en la sociedad: hay 10 millones de personas que votaron por el regreso del partido de Uribe al poder, pero hubo otros 8 millones que apoyaron una opción de izquierda que choca frontalmente con sus ideas. Estas elecciones han marcado un récord de participación en un país tradicionalmente abstencionista.

    Los discursos de cada candidato el domingo por la noche anticipan cuáles serán los pasos de Duque desde la Presidencia y de Petro como su principal opositor.

    Duque priorizó la idea de la unidad en la sociedad y de dejar atrás la división entre buenos y malos.


    "Hoy no hay ciudadanos vencidos. Vamos a pasar la página de la polarización, de los agravios, de las ponzoñas. No reconozco enemigos, no voy a gobernar con odios hacia ningún colombiano, no existe en mi mente ni en mi corazón la venganza".

    Después confirmó que llevará adelante el punto más polémico de su programa: modificará el acuerdo de paz alcanzado por el presidente saliente Juan Manuel Santos con la guerrilla de las FARC a finales de 2016 tras cuatro años de negociaciones. "Esa paz reclama correcciones y las tendrá para que las víctimas sean el centro del proceso".

    Otros puntos esenciales de su gobierno, según sus palabras, serán "la lucha contra corrupción, politiquería y clientelismo" y "devolver a los ciudadanos la esperanza para volver a creer en las instituciones". Para ello asegura que aprobará una consulta anticorrupción en el país y que la llevará "mucho más allá".

    El discurso de Gustavo Petro no fue el de un perdedor, sino el de un nuevo líder que se prepara para un camino largo para entrar al Palacio de Nariño de Bogotá. "Poco falta para ganar. La corrupción está herida de muerte. La clase política tradicional de Colombia ha muerto". Quizá su nueva meta sean las presidenciales de 2022.

    Reconoció los resultados pero sus palabras fueron más beligerantes que las de Duque. No dudó en dividir a los votantes entre "mentes libres y rebaños". Sus seguidores coreaban el lema antifascista "no pasarán" y comenzaron a usar este domingo en redes sociales #LaResistencia.


    Atacó a los medios de comunicación ("no es posible que traten a un candidato como a un delincuente y al otro como si se tratara de Leo Messi") y lanzó una advertencia al nuevo mandatario: "Ocho millones de colombianos no vamos a permitir que Duque y las fuerzas anacrónicas que le han apoyado retrocedan a Colombia hacia la guerra".

    Sabe que la clave de su derrota estuvo en las clases populares que votaron a su rival. "Aún hay pobres que piensan que es mejor recibir el dinero el día de las elecciones que cambiar la historia de Colombia. Ya eso variará en los próximos meses, antes de un año", dijo en referencia a las elecciones regionales de 2019.

    Ahí está su primer objetivo: aprovechar el tirón que tiene en los grandes núcleos urbanos (ganó en varias de las principales ciudades: Bogotá, Cartagena de Indias, Barranquilla, Santa Marta, Riohacha, Cali, Buenaventura, Quibdó) para conquistar plazas estratégicas para la izquierda el próximo año.

    Negó que se vaya a presentar de nuevo como alcalde de la capital, Bogotá, (donde ejerció el cargo entre 2012 y 2015), pero sí aceptó el puesto que tiene garantizado en el Senado como el segundo candidato presidencial más votado. "Este tiene que ser el pacto: volver al Senado para dirigir a un pueblo que debe mantenerse activo y movilizado".

    El nuevo uribismo y la irrupción de la izquierda

    Dos mensajes han dejado estas elecciones en Colombia: el uribismo se confirma como la gran fuerza política contemporánea en Colombia y la izquierda irrumpe por primera vez como un aspirante serio para conquistar el poder.

    Iván Duque es la cara amable del uribismo: un político joven (con 41 años se convierte en el segundo presidente más joven en la historia de Colombia) con formación como abogado y economista que representa a una nueva generación sin los vicios de los partidos tradicionales. La seguridad, el emprendimiento y la defensa de la propiedad privada serán las bases de su mandato, según adelantó el domingo.

    Con los dos mandatos de Uribe (entre 2002 y 2010), la victoria de Santos ese último año cuando todavía era el protegido del líder del Centro Democrático (después se convirtió en su alumno díscolo debido al proceso de paz y a sus políticas sociales) y el contundente triunfo de Duque este domingo, el uribismo es la única fuerza en Colombia capaz de alcanzar mayorías.

    Ya las tiene en el Congreso, donde ganó en las legislativas de marzo y Álvaro Uribe se convirtió en el senador más votado de la historia del país. Al mismo tiempo las fuerzas alternativas entraron con fuerza.

    La polarización ha desplazado al centro político. La estrategia del candidato más moderado Sergio Fajardo de votar en blanco en segunda vuelta ("no estoy de acuerdo ni con Duque ni con Petro", dijo) no ha sido decisiva.

    En total sumaron 800,000 papeletas en blanco, cuando la distancia entre ambos candidatos superó los dos millones.

    Petro se erige desde la izquierda como el líder de la oposición, no sólo por su asiento asegurado en el Senado a partir del 20 de julio (su fórmula vicepresidencial, Marta Lucía Ramírez, tendrá también un escaño en la Cámara de Representantes), sino por el crédito que le otorgan el 41,81% de los votos obtenidos este domingo.

    En la historia reciente del país la izquierda ha estado estigmatizada por sus vínculos con las guerrillas armadas y sus candidatos han sido objeto de persecuciones, llegando al asesinato como sucedió con la masacre de la Unión Patriótica a finales de los 80.

    Pese a salir derrotado, Petro ha sumado más de tres millones de votos respecto a su resultado en la primera vuelta del 27 de mayo. Es una cifra histórica para la izquierda en Colombia. Sus ocho millones de votos son más de los que necesitaron Juan Manuel Santos (en 2014) y Álvaro Uribe (en 2006) para ser reelegidos en su segundo mandato al cargo del país.

    El activismo ciudadano desplaza a las maquinarias

    El concepto de las maquinarias es muy común en Colombia al hablar de las elecciones. Los analistas lo consideran un factor determinante que puede cambiar encuestas y colocar a un político en la Presidencia. Se refiere a la capacidad de los partidos tradicionales para influir en el voto de grandes masas de ciudadanos, ya sea con prácticas legales o ilegales (a cambio de puestos públicos, obras o dinero).

    En estas elecciones el activismo ciudadano tuvo más relevancia que las maquinarias por primera vez en las últimas décadas. La politización de la juventud en las ciudades, el uso masivo de las redes sociales para compartir mensajes de las campañas y el hastío con las viejas prácticas han dibujado un nuevo escenario.

    Otra novedad es que nunca antes hubo una vicepresidenta en el país, cargo que ocupará Marta Lucía Ramírez. A su vez, figuras femeninas del equipo de Petro como su segunda, Ángela María Robledo, han jugado un papel clave en la campaña. Sin ella no hubiera sido posible la adhesión de figuras como Claudia López, Íngrid Betancourt y Antanas Mockus que le acercaron al centro y le permitieron rozar la remontada.

    Aunque podría parecer que la victoria de Iván Duque es un regreso al pasado de Colombia, el país ha comenzado una nueva era. En las manos del nuevo presidente estará alejarse de su mentor Uribe y seguir por esta senda. Enfrente tendrá una de las oposiciones más batalladoras de las últimas décadas.

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