La vida en palacio sale cara: conoce a los inquilinos de Kensington (que pagan renta a Isabel II)
Fue el hogar de infancia de la reina Victoria. La princesa Kate, con una historia rica en anécdotas curiosas.
De acuerdo con sus biógrafos, la difunta Diana tenía sentimientos encontrados en ese lugar, porque allí vivió con sus dos hijos pequeños, William y Harry, cuando se divorció del príncipe Carlos y lo pasó muy mal. Según cuenta Sally Bedell Smith en su libro 'Diana un Search of Herself', la princesa decía que en sus peores momentos de crisis conyugal, la vigilaban sus vecinos desde los visillos de los otros apartamentos. ¿Quiénes eran ellos? Viejos parientes reales, como la célebre princesa Margarita, hermana de la reina o la princesa Michael de Kent (sí, la misma que ofendió a Meghan al llevar un prendedor racista en Navidad).
Diana vigilada
Según relata el libro, Diana se sentía muy agobiada porque tenía la idea de que todos querían hasta el más mínimo detalle sobre su vida y eran como un silencioso ejército de espías con los que tenía que compartir el mismo techo.
En el libro Bedell Smith relata que Diana, cuando salía con amistades, incluso antes de su separación del príncipe de Gales, tenía que entrar por una de las puertas de servicio para que ni la duquesa de Kent, ni la princesa de Gloucester (ambas primas de la reina) supieran a qué hora llegaba. Y que esto le irritaba tanto, que procuraba pasare el menor tiempo en residencia.
Pese a esto, Kensington Palace fue su residencia oficial hasta su muerte en 1997. Margarita falleció en 2002. En la década de 1960 ofreció escandalosas fiestas en su lujoso apartamento de cuatro plantas que fue remodelado para los duques de Cambridge y sus hijos Charlotte.
Sin que pesen estos chismes, el palacio situado uno de los barrios más chic de la capital inglesa, es una de las residencias más codiciadas por los de la familia real. No solo es una dirección muy prestigiada, decorada con obras de arte, rodeada de maravillosos jardines y con todos los lujos modernos y la mayor seguridad del mundo las 24 horas; también por años era el lugar donde podían vivir gratis, como cortesía de la reina Isabel II, que fue muy generosa hasta 2002, cuando por primera vez en la historia tuvo que empezar a cobrarles alquiler.
Historia de un hogar
La historia del palacio de Kensington como residencia real no es precisamente color de rosa -entre sus paredes, desde el siglo XVII han ocurrido ahí matrimonios, peleas, infidelidades, nacimientos y un largo etcétera - aunque sí es una de las atracciones turísticas más visitadas de Londres.
La estructura original, perteneciente al estilo barroco, data de 1605. Era en inicio una mansión de dos pisos construida por George Coppin para Heneage Finch, primer conde de Nottingham, por lo que primero se conoció como Nottingham House.
Los primeros reyes en vivir ahí fueron William y Mary, en 1689, y sus sucesores, que alternaban entre Whitehall, St. James y Kensington, aunque en 1837 la residencia oficial de los soberanos británicos se trasladó a Buckingham Palace, y permanece como tal hasta hoy. Fue ahí que el 24 de mayo de 1819 nació la reina Victoria y ahí vivió antes de ascender al trono y de acuerdo a sus biógrafos, le tenía muy malos recuerdos ya que su madre (la princesa Victoria de Saxe-Gotha) la tenía prácticamente prisionera ahí.
A mediados del siglo XIX, las habitaciones de estado, en la parte central del palacio, estaban muy gastadas. Tras una extensiva reparación, se abrieron al público en el cumpleaños de la reina, el 24 de mayo de 1899. Esto comenzó el doble papel del palacio como un hogar privado de la realeza y un museo público.
Más adelante se abrieron otras habitaciones, salones y jardines; aunque los apartamentos reales (que se encuentran a un costado de la entrada principal) donde ahora viven son estrictamente privados.
Vecinos y parientes
Hace unos años, después de la muerte de su hermana, la reina se vio obligada a comenzar a cobrar alquiler a su noble parentela: una renta de 13,000 dólaresmal mes; esto le trajo problemas mayúsculos con ellos.
La princesa Michael de Kent se indignó y ventiló en público su enojo. Esto, por supuesto, provocó el enojo de la reina. Los duques de Gloucester, sin embargo (todos son primos hermanos de la soberana), se quedaron en su apartamento, pagaron lo que se les asignó y no dijeron ni pío; pero durante unos meses el palacio de Kensington fue motivo de escándalo.
Lo más gracioso es que la reina Isabel, deseosa de que sus primos Kent y Gloucester se muden, les ofreció un “paquete de retiro” por sus años de servicio a la Corona, pero ninguno lo ha aceptado y siguen en sus apartamentos decorados al estilo de los siglos XVIII y XIX.
Ahora los más jóvenes, incluyendo además de William y Kate, al príncipe Harry y su esposa Meghan y las princesas Beatrice y Eugenie de York, han comenzado a instalarse en el viejo palacio. Harry y Meghan fijaron su residencia en Nottingham Cottage, una de las casas que forman parte del recinto real, mientras que Beatrice ha cedido (a cambio de muidarse a un apartamento en el palacio) el usufructo de Ivy Cottage, una casita de tres dormitorios donde había vivido desde 2012, a su hermana Eugenie, que se casa en otoño con Jack Brooksbank.
La dinámica princesa ha mandado a redecorarla de arriba abajo, pagando ella muchos de los materiales y diseños de su propio sueldo, para convertirla en lo que la revista Time & Country llama un 'nido de amor'. Este es un gran cambio, después de haber compartido varios años un apartamento de dos dormitorios con su hermana en el palacio de St. James (donde también viven sus padres), que está junto a Clarence House, la casa de Carlos y Camilla, quien por cierto, mucho ha tenido qué ver con que los príncipes volvieran al lugar donde crecieron al lado de su madre.
Según el Daily Mail, la duquesa de Cornwall persuadió a sus hijastros de “volver a casa, y a los buenos recuerdos de su vida en Kensington Palace junto a su madre”.
William y Harry vivían con Carlos y Camilla en la mansión Clarence House, hasta que ella un día les pidió a los príncipes que se mudaran al palacio de St. James, “porque no tenemos espacio”.
La renovación más reciente, que incluye la casa en la que vivirán Harry y Meghan como vecinos de William y Kate, según indica el Daily Mirror, en el que fue apartamento de la princesa Margarita, costó alrededor de 6 millones de dólares, aunque fue un obsequio nada menos que de su abuela, quien gusta de pasar tiempo en Kensington Palace, visitando a sus bisnietos.
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