Agresiones, amenazas y desinformación: ¿cómo contrarrestar el movimiento antivacunas del covid-19?
A un equipo móvil de vacunación lo recibieron a golpes en Fray Bartolomé de Las Casas, Guatemala. Los pobladores no querían inmunizarse ni tampoco que nadie de la comunidad lo hiciera. Los retuvieron, les agredieron, destruyeron su material sanitario y rajaron la ropa de una de las mujeres del equipo, que temió ser violada.
Es una de las últimas escenas violentas que ha dejado el movimiento antivacunas del covid-19: un fenómeno que va más allá de la decisión sobre el propio cuerpo e influencia a millones de personas que están rechazando la oportunidad de proteger su vida y su salud (y los de las que les rodean).
En 2019, antes de que estallara la pandemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya señaló al movimiento antivacunas como una de las diez mayores amenazas para la salud global. Su impacto se ha disparado con el covid-19.
El pensamiento anticientífico de este grupo penetra en distintas capas sociales en gran medida a través de las redes e internet, pero también en el cara a cara: pastores y líderes comunitarios que proclaman afirmaciones falsas como que las vacunas son dañinas o que quien tiene fe no las necesita.
Esos discursos tienen consecuencias fatales: casos como los de un hombre en EEUU que asesinó a su hermano farmacéutico porque istraba vacunas o las amenazas de muerte que reciben científicos en todo el mundo por su divulgación sobre la inmunización contra el covid-19.
Se trata de un movimiento que reta a los Estados y a su estrategia de salud pública: en Francia, los antivacunas son protagonistas en los mensajes a la nación del presidente Emmanuel Macron. "No cederé ante su violencia radical", les ha llegado a decir.
Movimiento antivacunas: ¿cómo pueden contrarrestarlos los Estados?
Estados Unidos, el país que más rápido tuvo vacunas para toda su población, está en el puesto 18 de inmunización del mundo, por detrás de naciones menos desarrolladas como Chile o Brasil, según el portal de estadísticas Our World in Data. EEUU también es un país con un fortísimo movimiento antivacunas, azuzado por la extrema derecha.
El presidente Joe Biden decía este jueves que es "inaceptable" que todavía un 43% de la población, 66 millones de personas, sigan rechazando la vacuna del covid-19. ¿Pero qué herramientas le quedan al gobierno para contrarrestar la influencia de los antivacunas?
" La construcción de la confianza en la sociedad es un elemento fundamental de las políticas públicas de salud. Es muy importante que el Estado comunique adecuadamente que las vacunas son seguras y eficaces para alcanzar a todos los sectores de la población", explica a Univision Noticias Isabel Barbosa, especialista en derecho y salud global del Instituto O’Neill de la Universidad de Georgetown.
Y señala tres herramientas a disposición de los Estados ante el impacto del movimiento antivacunas. "Desde permitir los pasaportes sanitarios y la exigencia de vacunación por parte de los empleadores, hasta impulsar campañas de información sobre la inmunización", explica.
EEUU lo tiene más difícil. "A pesar de que la población estadounidense invierte muchos recursos en la salud, el país no tiene una fuerte tradición de salud pública, que en otros países ha fomentado históricamente una cultura de vacunación", apunta Barbosa.
El discurso antivacunas: protegido por la libertad de expresión
Los mensajes que difunde el movimiento antivacunas en todo el mundo son demostradamente falsos pero están protegidos por la libertad de expresión.
"Tal vez a mucha gente le gustaría ver leyes para censurar a la gente que dice cosas erróneas sobre las vacunas, pero todas las personas pueden opinar lo que deseen sobre las vacunas y eso incluye decir que no son buenas (aunque no sea cierto)", indica a Univision Noticias Emmanuel Vargas Penagos, abogado especialista en libertad de expresión y codirector de El Veinte, una organización colombiana que trabaja en la defensa judicial de casos relacionados con este derecho.
Como Barbosa, el experto considera que los gobiernos deben apostar por las campañas de información como medida clave para contrarrestar el discurso antivacunas y educar a los ciudadanos sobre su seguridad y eficacia.
"Suenan mucho más atractivas medidas de censura de esos discursos, pero el coste colateral es inimaginable, puede ser muy perjudicial", señala.
Y pone como ejemplo un estudio de Human Rights Watch de este año que revela que al menos 24 países han creado leyes teóricamente para combatir la desinformación de los antivacunas pero en realidad las han usado para castigar las críticas a su gestión.
"Los gobiernos pueden fácilmente usar leyes imprecisas como herramientas de represión", alerta HRW.
