¿Cuál es la mejor hora para dormir? Este es el momento ideal para reducir el riesgo de enfermedades cardíacas

Irse a dormir demasiado pronto o demasiado tarde, tomando como punto de referencia esta 'hora dorada' que se sitúa entre las 10:00 y las 11:00 de la noche, aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares en los adultos, según un estudio publicado en la revista European Heart Journal.
En esta investigación, la más reciente en estudiar los vínculos entre las horas en que se descansa y la salud, se observaron los casos de cerca de 3,200 personas que llevaron un dispositivo en la muñeca durante cinco años. Las personas que acostumbraban a acostarse a esa hora tenían menos probabilidades de haber desarrollado algún tipo de enfermedad cardíaca, incluidos infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares y fallos cardíacos.
Esto fue así con independencia de su edad, sexo, duración del sueño, hábitos de tabaquismo, niveles de azúcar en sangre, presión arterial y estatus socioeconómico.
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Es importante señalar que se trata de un estudio observacional, lo que significa que los investigadores no pudieron concluir la causalidad entre los factores. A pesar de ello, los autores señalaron que estamos ante una prueba más de que la hora de acostarse puede alterar el ritmo circadiano del cuerpo, lo que conduce a enfermedades cardiovasculares u otros problemas de salud graves.
Estudios anteriores ya mostraron la correlación entre la duración del sueño y la salud cardiovascular. Sin embargo, los investigadores afirman que su estudio es el primero que describe la relación específica entre esa 'hora dorada' a la que deben dormir los adultos y la salud del corazón.
¿Por qué se considera que de 10 a 11 de la noche es la 'hora dorada'?
Los investigadores están tratando de averiguar por qué acostarse a esas horas en concreto es lo ideal; la hipótesis es que tiene que ver con el ritmo circadiano, nuestro reloj biológico interno: el cuerpo se inclina naturalmente a funcionar mejor durante ciertas horas y cualquier interrupción podría causar efectos adversos en la salud. Los organismos vivos se rigen por este reloj, y a medida que la Tierra va rotando cada 24 horas, lo ajustan con el ciclo del día y la noche.
El funcionamiento óptimo del cuerpo se produce cuando respetamos los ritmos circadianos, y no solo con el sueño: también a la hora de comer. El cuerpo humano tiene un “reloj maestro” en el hipotálamo (la zona del cerebro que controla el sistema nervioso autónomo y el endocrino) que es el que regula los ciclos de sueño en respuesta a la luz solar.
Sin embargo, este no es el único reloj: cada órgano tiene su propio reloj que gobierna su ciclo diario de actividad. El páncreas, por ejemplo, incrementa la producción de insulina por el día (lo que controla el nivel de azúcar en la sangre) y después lo ralentiza de noche. Algunos estudios demuestran que el cuerpo controla el azúcar mejor por la mañana que por la tarde; por otro lado, quemamos más calorías y digerimos la comida de forma más eficiente en la mañana.
La asociación entre la 'hora dorada' y el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas fue más fuerte en las mujeres. Los investigadores creen que la diferencia entre sexos podría atribuirse a la diferente respuesta del sistema endocrino a la alteración del ritmo circadiano, sobre todo tras la menopausia, cuando aumenta el riesgo cardiovascular de las mujeres.
Acostarse temprano se asocia con menor riesgo de depresión
Otros estudios anteriores mostraron que acostarse y levantarse temprano reduce el riesgo de sufrir depresión, y que el cronotipo de cada persona —el patrón de sueño y actividad que te sitúa como 'alondra', 'búho' o la opción intermedia, 'colibrí'— influye en el riesgo de depresión.
Ser de tipo 'matutino', cuando se traduce en el horario de sueño, se corresponde con una probabilidad un 23% menor de padecer un trastorno depresivo mayor por cada hora de sueño más temprana en el punto medio (a medio camino entre la hora de acostarse y la de despertarse).
La mala noticia es que la genética podría tener mucho que ver con la predisposición a acostarse a una hora u otra. Un estudio de 2019 identificó 351 genes que influyen en la capacidad natural de despertarse pronto y, además, por primera vez relacionó esta característica con un mayor bienestar y la reducción del riesgo de padecer esquizofrenia y depresión.
¿Cómo conseguir cambios? Mantener los días luminosos y las noches oscuras es un buen punto de partida.
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