Mi hijo tiene 2 años y todavía lo amamanto: aunque la gente lo critique, la ciencia me respalda
Mi hijo mejor tiene 2 años y medio y todavía toma pecho. Por algún motivo titubeo al escribirlo y sé que eso es parte del problema. No tiene nada de malo, muy por el contrario, debería ser motivo de orgullo, pero no lo es. Al igual que muchas otras mamás, prefiero evitar el tema. Hacerlo en privado donde nadie me cuestione. O al menos casi nadie, porque también mi esposo y hasta mi mamá me han presionado por “terminar con esto” de una buena vez. Como si “esto” no fuera lo mejor para mi hijo.
Creo que lo es. Si nos apegamos a los tecnicismos, la Organización Mundial de la Salud recomienda amamantar durante al menos los 2 primeros años de vida (complementando con otros alimentos a partir de los seis meses).
La Asociación Estadounidense de Pediatría establece que la lactancia debe continuar durante mínimo el primer año de vida y por tanto tiempo como madre e hijo lo deseen. “No hay límite máximo de la duración de la lactancia y no hay evidencia de daño psicológico o de desarrollo de hacerlo hasta los tres años de edad o más”, aclaran en un intento por acallar los prejuicios que hay en torno al tema.
En lo personal, no quisiera llegar hasta allí —tiene sus retos— pero jamás me planteé como meta esto de la lactancia prolongada y aquí estamos.
A mi hijo mayor le quité (léase el verbo: quitar, porque él lo seguía queriendo) el pecho una vez cumplido el primer año siguiendo los cánones sociales, pero su hermanito menor se enfermaba con frecuencia y creí necesario ayudarlo lo más que pudiera a fortalecer su sistema inmune. Eso, sin mencionar que dar pecho es un bálsamo para calmar a un toddler (un niño de 12 a 36 meses) con malestar. Ayuda a hidratarlo, algo importante en los casos de fiebre o diarrea, y sobre todo, lo conforta.
¿Cuándo dejará Lucas el pecho? No lo sé y es algo que debemos decidir entre ambos. Nadie más debería tener derecho a opinar.
Son pocas las mamás que dan pecho más allá del primer año de vida en Estados Unidos. El último análisis hecho por los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC) revela que mientras 49% dijo que amamantó hasta los 6 meses de edad, el porcentaje desciende a 27% para el primer año de vida.
La data global de la OMS es un poco más alentadora: tres cuartas partes de los niños con edades comprendidas entre 12 y 15 meses en el mundo siguen siendo amamantados. Para los 20 a 23 meses, el porcentaje se reduce a 50%.
Pero Cindy Turner, consultora de lactancia del Center for Breastfeeding del Healthy Children Project de Massachusetts asegura que somos más de las que se cree. “Pienso que la práctica de la lactancia prolongada está más extendida de lo que reconocemos. Muchas madres no hablan de eso por la falta de apoyo que reciben de los demás y habitualmente lo hacen en privado”.
¿Por qué nos escondemos? La respuesta está en los parámetros sociales pues, científicamente, ninguno de los argumentos de quienes critican la lactancia prolongada tiene asidero. Si, como yo, das pecho a tu hijo que ya no es un bebé, seguramente estarás cansada de escucharlos. La ciencia tiene todas las respuestas para desmontarlos.
“La leche materna a estas alturas es agua y ya no le aporta nutrientes al niño”
Falso, responde Ardythe Morrow, directora del Centro de Investigación Interdisciplinaria en Leche Humana y Lactancia, del Hospital de Niños de Cincinnati. “En todas las etapas de la lactancia, la leche es un fluido bioquímico activo con propiedades inmunológicas y nutricionales”, aclara. Un estudio que comparó la constitución de la leche materna en los primeros meses, con la lactancia prolongada halló que esta tenía la misma cantidad de proteína, hierro, lactosa, gracia, calcio y magnesio.
Otro análisis determinó que incluso algunos factores inmunes de la leche materna como la inmunoglobulina A y la lactoferina aumentan su concentración durante el segundo año después del posparto. No extraña entonces que otra investigación haya concluido que los niños lactantes entre el primer y el tercer año de vida, tienen menos enfermedades, dolencias que duran menos e índices de mortalidad más bajos. Así que no: agua, no es. Aunque, por supuesto, a partir de los seis meses de edad hay que complementar la dieta con otros tipos de alimentos.
“Lo estás malcriando”
La noción de que al seguir ofreciéndole el pecho al niño se está creando un vínculo enfermizo o impidiendo su independencia es errónea. “Nuestra sociedad estadounidense parece incómoda ante la idea de que un niño dependa de su madre y se orienta a que el niño sea independiente cuanto antes. Otras culturas ayudan a los niños a ganar autonomía mediante la interdependencia. Amamantar le da al niño confianza y fomenta esta interdependencia”, comenta Turner. Elizabeth Baldwin, autora de varios ensayos en torno al tema explica que cumplir con las necesidades de dependencia de un niño es clave para ayudarlo a alcanzar la independencia. “Los niños que adquieren la independencia a su propio ritmo son más seguros que aquellos que son obligados a obtenerla de forma prematura”.
“No lo va a dejar nunca”
A veces puede parecer así, incluso para la mamá que a veces se siente ‘consumida’ por la lactancia. Pero la realidad es que todos los niños —tarde o temprano— dejarán de tomar pecho por voluntad propia si la madre no decide hacerlo antes (ojo, no tiene nada malo si eso es lo que considera mejor). “Una de las cosas más chocantes que la gente dice a los padres es: ¿todavía amamantará al bajarse del autobús de la secundaria? La respuesta es no. Cuando los niños se dan cuenta de que amamantar no es algo que otros niños hacen, con frecuencia lo dejan. La presión grupal comienza temprano”, aclara Turner.
Estudios hechos por la antropóloga Katherine Dettwyler de la Texas A&M University, indican que el promedio natural para el destete voluntario oscila entre los 2.5 y los 6 años de edad. Así que puedes tener la certeza de que el día llegará.
“Es retorcido dar pecho a un niño grande, ya lo haces por ti más que por él”
La sexualización de los senos es algo intrínseco a la cultura occidental, argumenta Jen Davis en un artículo para la Liga de la Leche, una organización que promueve la lactancia. La razón de ser, biológica, de ellos es justamente alimentar a los hijos. En muchas otras culturas no está mal visto dar pecho en público, ni siquiera si el bebé tiene más de un año de edad. La sensación de dar pecho a tu bebé o a tu toddler nada tiene de sexual y es simplemente un lindo momento de conexión entre mamá y bebé. De hecho, muchas veces las mamás agobiadas por hacer otros quehaceres, ni siquiera querríamos dar pecho en ocasiones en las que el niño lo solicita.
A modo de colofón: no lo hacemos por nosotras, pero la lactancia prolongada también tiene beneficios para la madre. Según la Clínica de Mayo dar pecho más allá del primer año reduce el riesgo de sufrir de cáncer de ovario, artritis reumatoidea, presión alta y diabetes.