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    ¿Qué sabía Donald Trump de las conversaciones de Michael Flynn con Rusia?

    La primera crisis del gobierno del republicano, resuelta parcialmente con la expedita renuncia del asesor de seguridad, plantea preguntas sobre qué grado de autonomía tenía el exgeneral cuando habló con el embajador ruso sobre las sanciones a Moscú.
    14 Feb 2017 – 02:29 AM EST
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    “¿Qué sabía el presidente y cuándo lo supo?” Con la meteórica renuncia del asesor de seguridad nacional de Donald Trump, Michael Flynn, muchos en Washington se están haciendo hoy esa misma pregunta que en 1973 hizo durante las audiencias por el caso Watergate el senador Howard Baker.

    Flynn quedará para la historia como el asesor de seguridad nacional que menos ha durado en su cargo en la Casa Blanca y como el protagonista de la primera crisis de gabinete de Trump, una que se produce a solo tres semanas de iniciado el nuevo gobierno, otro verdadero récord.

    La situación de Flynn se hizo crecientemente insostenible desde que la semana pasada The Washington Post y The New York Times informaran que los servicios de inteligencia habían descubierto en diciembre que Flynn pidió al embajador ruso Sergei Kislyak tener calma ante las sanciones que estaba por imponer Barack Obama porque Trump las podría revisar al llegar a la Casa Blanca.

    Además, este lunes The Washington Post informó que el Departamento de Justicia avisó al nuevo gobierno el pasado mes que Flynn no dijo la verdad sobre las comunicaciones que mantuvo con el embajador ruso en Estados Unidos y advirtió que Flynn podría ser chantajeado por Moscú.

    La información de los medios contribuyó a la rápida erosión de la posición del asesor, quien perdió la confianza del presidente, como quedó claro en el silencio con el que inicialmente se recibió la información (el mismo Trump no comentó nada cuando le preguntaron al final de la juramentación de su nuevo secretario del Tesoro, Steve Mnuchin)

    Además, hubo una secuencia de versiones contradictorias desde la Casa Blanca la tarde del lunes, con la asesora Kellyanne Conway ofreciendo un respaldo a Flynn que poco después el portavoz de Trump, Sean Spicer, indicó que no era tal.

    ¿Cuánto y cuándo?

    Con la caída de Flynn se abre la pregunta de cuánto sabía el presidente Trump sobre la naturaleza de las conversaciones del exgeneral con el diplomático ruso, si el o fue –como aseguró inicialmente el ahora dimitido funcionario- para coordinar una conversación con Vladimir Putin, una vez Trump asumiera el poder.

    La promesa básica que hizo Flynn a Kislyak es que con Trump la animosidad mostrada por Obama cambiaría, una declaración considerada “altamente inapropiada”, por quienes han leído las transcripciones de las conversaciones grabadas por los servicios de inteligencia.

    El tema de las sanciones a Rusia ha estado en el centro del debate desde que Trump asumió el poder, por la injerencia en las presidenciales documentada por las agencias de inteligencia y por la declarada intención del republicano de mejorar las relaciones con Moscú.

    Al dejar planteada o sugerida la posibilidad de un cambio de política con la llegada de Trump, Flynn incurrió en una conducta penalizada por la llamada Ley Logan de 1799 que impide que ciudadanos privados se entrometan en actividades diplomáticas con países que tengan disputas con EEUU y debiliten la posición del gobierno.

    Como Flynn era un importante miembro de la transición, algunos pueden pensar que tenía el apoyo del resto del equipo y que sus gestiones tenían el visto bueno de los principales integrantes del gobierno entrante.


    Mike Pence recibió el informe sobre esa conversación y salió en defensa de Flynn cuando empezó a circular la versión de que en ella se habló de las sanciones. Pero la información no se le habría dado completa, como asegura en su carta de renuncia el exgeneral.

    La versión de Flynn evolucionó desde negar que se hubiera tocado el tema a un no recordar si lo hizo hasta reconocer que escatimó información a Pence. Los suspicaces pueden pensar que hay más cosas que revelar.

    Casa Blanca y desordenada

    Si el Congreso empieza la prometida investigación sobre la injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales, Flynn será con seguridad un testigo crucial al que querrán interrogar y quien bajo juramento, con el riesgo de cometer perjurio, podría revelar datos, no solo del hackeo ruso sino de potenciales acuerdos alcanzados con Moscú antes del cambio de gobierno.

    La misma pregunta del cuánto y cuándo que hizo el senador Baker al jefe de gabinete de Richard Nixon, Harry Haldeman, será usada por algunos congresistas demócratas que quieran complicarle la vida más al presidente Trump.

    Por lo pronto el desenlace del episodio demuestra que la nueva Casa Blanca tiene serios problemas de organización interna, como han estado reportando medios especializados, con choques de personalidades, solapamiento de responsabilidades y peleas por el poder.

    El que la tarde del lunes la principal asesora de Trump, Kellyanne Conway dijera que el presidente tenía “total confianza” en Flynn para ser desmentida poco más de una hora después por el portavoz presidencial Sean Spicer al decir que el mandatario estaba “revisando el caso”, indica al menos un problema en el flujo de comunicación dentro del equipo de gobierno.

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