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    Los casos de Manafort y Cohen le regalan a Trump el 'peor día' de su presidencia

    Aunque originalmente los procesos contra su exabogado y su exjefe de campaña no tenían que ver con el presidente, el resultado apuntala el trabajo del fiscal especial Robert Mueller y, sobre todo, blinda su permanencia en el cargo, amenazada desde la Casa Blanca.
    22 Ago 2018 – 07:44 AM EDT
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    El martes se vivió uno de esos raros momentos en los que la historia se ve en ‘pantalla dividida’. Se trataba de lo que muchos analistas consideran por ahora, el 'peor día' de la presidencia de Donald Trump.

    Otra coincidencia es que ambos acumulaban 8 cargos en su contra cada uno. Los de Cohen por mentir en sus declaraciones de impuestos entre 2012 y 2016 y además violar leyes que rigen la financiación de campaña electorales. Los de Manafort, además de fraude impositivo, por fraude bancario y ocultamiento de cuentas en el exterior.

    Pasados esos abrumadores momentos en los que las noticias se sucedían entre Nueva York y las cercanías de Washington DC, quedó claro que la mala hora por la que pasa el que fuera el fiel abogado y ‘fixer’ del presidente puede generarle a este algunos dolores de cabeza.

    Al aceptar su culpabilidad ante el juez, Cohen explicó que en ambos cargos de violación de normas que regulan las finanzas de campaña lo había hecho por órdenes directas de “un candidato a una oficina federal”.

    “Yo participé en esta conducta que en parte ocurrió en Manhattan, con el principal propósito de influir en la elección (presidencial de 2016)”, expresó Cohen en la audiencia.


    No hizo falta que nombrara a su exjefe para que medios y especialistas concluyeran que esa persona que aparece identificada en los documentos del acuerdo como “Individuo 1” es, efectivamente, Donald Trump.

    El presidente tampoco nombró a Cohen durante el evento de campaña que tuvo la noche del martes en West Virginia y se limitó a decir que no hubo colusión, como repite para negar que su campaña coordinara acciones con operarios rusos para perjudicar a Hillary Clinton.

    Trump, “individuo 1”

    “Trump es el ‘individuo 1’. El acuerdo de Cohen con los fiscales federales tiene el potencial de ser muy perjudicial para el presidente”, dijo a Univision Noticias Craig Holman, especialista en asuntos de gobierno de Public Citizen, una organización que se encarga de hacer vigilancia al sector público.

    Más allá de las evidencias que pueda presentar para respaldar su declaración, Cohen puso a Trump en el centro del interés de los fiscales de Nueva York, por potencial falta a la ley de financiación de campaña, y quizá hasta del Congreso, que puede tratar de indagar más en la conducta de un candidato que para ganar las elecciones violó las normas electorales e incitó a otros a hacerlo.

    “El solo hecho de que exista un acuerdo de declaración de culpabilidad sugiere que Cohen tiene información valiosa para los fiscales en relación con el alcance de la investigación: confabulación con Rusia. Si Cohen no tuviera información útil, no es probable que los fiscales hagan una oferta para un acuerdo con el fiscal”, afirma Holman.

    El abogado del presidente, Rudolph Giuliani, emitió un comunicado restándole importancia a lo dicho por Cohen en el que afirma que “no hay alegación de malos manejos contra el presidente en los cargos del gobierno contra el señor Cohen”, pero notablemente no niega que lo descrito haya pasado.

    La suma pagada a Daniels excedió con creces el monto que una persona puede aportar a una campaña. Mientras que en la transacción con McDougal se involucró una corporación (American Media, propietaria del tabloide The Inquierer) para coordinar acciones que beneficiaron a una campaña electoral, cosa que está prohibida por la ley.

    Mueller, reforzado

    El documento de la declaración de Cohen no indica que exista un acuerdo con fiscalía para aportar información. Algunos expertos afirman que puede existir un pacto en ese sentido sin que haya quedado recogido en el texto presentado al tribunal, en el que por cierto se destaca que el acusado puede ser llamado a colaborar con otras investigaciones locales o federales.

    La mala suerte de Cohen y Manafort tienen el efecto de apuntalar a la fiscalía especial que maneja ‘Rusiagate’.

    En las últimas semanas, mientras se desarrollaba el juicio a Manafort y Cohen era investigado, el presidente empezó un bombardeo a través de su cuenta de Twitter contra lo que llama la “caza de brujas” de Mueller, que incluyeron descalificaciones personales, mientras su abogado, Rudolph Giuliani adoptó una posición más agresiva exigiendo que se termine con la investigación.

    “El impacto más inmediato es que la investigación de Mueller seguirá adelante sin obstáculos. Trump ya no puede despedir a Mueller, incluso si quisiera, sin ser acusado de obstrucción de la justicia. Si Trump será eventualmente acusado de algún crimen (que se descubra dentro del ‘Rusiagate’) todavía está en el aire. Pero Mueller puede descubrir suficiente evidencia para un impeachment”, afirma Holma de Public Citizen.


    El reconocimiento de culpa es un duro revés para el presidente, quien fuera hasta recientemente su cliente y por quién el abogado había asegurado que “recibiría una bala”.

    Apenas se conocieron las noticias, los líderes del Comité de Inteligencia del Senado, el republicano Richard Burr y el demócrata Mark Warner leyeron un escueto comunicado conjunto aclarando que esperan que Cohen colabore con sus investigaciones sobre el ‘Rusiagate’ (Cohen testificó en 2017 ante el , pero los senadores creen que su versión de algunas cosas puede cambiar a la luz de su reconocimiento de culpa).

    La ira presidencial

    Cuando en abril pasado, se conoció la sorpresiva noticia de que agentes del FBI allanaron las oficinas y la residencia de su entonces abogado personal, el presidente se mostró muy irritado por lo que llamó “un ataque al país” y el “final” del privilegio cliente abogado.

    La desproporcionada reacción del mandatario reforzaba las sospechas de muchos que aseguran que, si hay alguien que conoce cosas que Trump quizá no quiera que se conozcan públicamente, es Cohen, un hombre que se autodefinía como el “arreglador” (fixer) del magnate devenido en presidente.

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    Apenas un año atrás Cohen decía estar dispuesto “a recibir una bala” por su cliente y se ufanaba de ser el hombre que detenía las filtraciones que plagaban la Casa Blanca durante el primer año del nuevo gobierno republicano. Pero esa relación se degradó al punto que en las últimas semanas se hizo evidente una ruptura por el cambio de tono de Cohen, quien ahora dice que primero está su familia y el país.

    Al principio del escándalo de Stormy Daniels y de Karen McDougal, el presidente y la Casa Blanca dijeron que todo era mentira. Cohen aseguró que Trump desconocía del pago, que originalmente dijo que hizo él de su propio bolsillo sin buscar reembolso.

    Antes de que Cohen pusiera a Trump como el instigador de la falta, la explicación de las partes involucradas había cambiado al menos siete veces, desde el inicial rotundo “es mentira”, pasando por “yo no sabía, pregúntele a mi abogado” del presidente o el “no es dinero de campaña” de Giuliani; hasta el “no fue ilegal” con el que las partes pretendieron cerrar el tema.


    En el proceso explicativo que tomó cuatro meses, la credibilidad de todos los involucrados ha quedado en entredicho.

    Lo concreto por ahora es que el presidente supo de los negociados con Daniels, cuando le decía a los medios que no. Cómo considerar el pago es tema para la interpretación legal.

    Lanny Davis, el abogado de Cohen, dijo en un comunicado que “si esos pagos fueron un crimen para Michael Cohen, ¿por qué no serían un crimen para Donald Trump?”.

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