La medida efectista (y con intención electoral) de gobernadores republicanos al enviar inmigrantes al norte del país
Pese a que los afectados hablan de viajes de pesadilla y que hay líderes demócratas exigiendo que dejen de tratar a personas como carga, los gobernadores republicanos de estados fronterizos le dieron esta semana una vuelta de tuerca a su estrategia de enviar migrantes al norte del país que empezaron semanas atrás.
Tras haber enviado ya miles de inmigrantes por tierra a ciudades como Chicago, Nueva York o Washigton DC, este jueves el gobernador de Texas, Greg Abbott, volvió a copar titulares al poner a los ocupantes de dos autobuses en las inmediaciones de la residencia de la vicepresidenta, Kamala Harris.
Por su parte, Ron DeSantis, de Florida, subió también la apuesta al pasar de los autobuses a los aviones. Fletó dos a Marthas´s Vineyard una remota localidad de Massachusetts como “parte del programa de reubicación del estado para transportar a los inmigrantes ilegales a destinos santuario".
Abbott y DeSantis redoblan así una estrategia que ya venía siendo usada desde hace meses: enviar migrantes en una especie de medida de protesta contra autoridades progresistas y lo que llaman la “política de fronteras abiertas” del gobierno de Joe Biden.
Sin embargo, parece más una estrategia para dejar mal parada a la Casa Blanca que para aliviar la situación de los migrantes, considerando que los traslados se han hecho sin coordinación de las autoridades locales.
En los medios han aparecido algunos de los migrantes denunciando que los viajes se hacen en condiciones muy duras. También han criticado la práctica líderes demócratas como la alcaldesa de Chicago, Lori Lightfood, quien acusó a Abbott de no tener “moral, humanidad o vergüenza” y se vio obligada a recordar que “los migrantes son personas, no carga”.
Sin embargo, lejos de detener la estrategia los gobernadores no han hecho sino recrudecerla para denunciar una situación supuestamente insostible de recursos desbordados por la llegada de personas que buscan cruzar la frontera.
Greg Abbott le envía los inmigrantes a Kamala Harris
El comunicado del gobernador de Texas informando sobre el envió de autobuses a la residencia de la vicepresidenta deja entrever las intenciones político-electorales de la medida.
"Nuestra supuesta zar fronteriza, vicepresidenta Kamala Harris, todavía no ha visitado la frontera para ver de primera mano el impato de las políticas de fronteras abiertas que ha ayudado a implementar", dice el comunicado.
Los gobernadores no informan cuál es la situación legal de los imigrantes (solo los llaman ilegales) pero se puede intuir que son personas que cruzaron la frontera hace relativamente poco.
Los testimonios recabados por los medios de quienes relatan haber sido introducidos en los autobuses apenas se entregaron a la Patrulla Fronteriza, sin oportunidad para nada más.
Los inmigrantes que se entregan y piden asilo en la frontera de México tienen una protección temporal de la deportación en tanto se gestiona su caso ante los tribunales, como requieren las leyes estadounidenses e internacionales.
La decisión de Abbott de enviar a estos inmigrantes a la residencia de la vicepresidenta parece también buscar renovar le interés de los medios en su política de traslados.
Este jueves consiguió recuperar la atención con esa idea de corte populista, que destaca un problema sin que aporte una verdadera solución.
El grupo incluía entre 75 y 100 peronas procedentes de Colombia, México, Uruguay y Colombia.
Y llegó pocos días después de que Harris declarara en una entrevista con NBC News que “la frontera es segura”. “Aunque también tenemos un sistema migratorio roto, en particular en los últimos cuatro años antes de que llegaramos (al gobierno), y es necesario arreglarlo”, dijo el pasado domingo.
Cerca de donde llegaron estaba Marisela Castillo Apitz, directora de la ONG Humanitarian Action, que opera en Washington DC y que atiende a migrantes.
En declaraciones a Efe, Castillo Apitz explicó que estaban esperando a los migrantes en las proximidades de la estación de trenes de la capital estadounidense, Union Station, a donde han estado llegando autobuses fletados por Texas con indocumentados en los últimos meses.
"De pronto nos avisaron que estaban aquí, fuera de la casa de la vicepresidenta, muy raro. Ellos dijeron que se sintieron engañados, esas fueron sus palabras, se sintieron parte de un show político. En total eran 101 migrantes, en su mayoría venezolanos", apuntó.
DeSantis redobla la apuesta con aviones
Abbott fue el primer en empezar a enviar inmigrantes al norte en abril, primero a Washington, pero más recientemente también a Chicago y Nueva York. En mayo, se sumó el gobernador Doug Ducey, de Arizona.
Y ahora De Santis elevó la estrategia a un nivel inédito hasta ahora al fletar aviones, para lo que cuenta con un presupuesto de $12 millones autorizado por la Legislatura.
El primer destino, además, fue Martha’s Vineyard, una isla de 15,000 habitantes de Massachusetts y que, por supuesto, carece de las capaciades de las grandes metrópolis del país para recibir a los inmigrantes.
Taryn Frenske, directora de Comunicación de DeSantis, dijo que “estados como Massachusetts, Nueva York y California mejor faciliten cuidado a estos individuos a los que han invitado a venir al país al incentivar la inmigración ilegal al designarse ‘santuarios’ y apoyar las políticas de la istración de Biden”.
Qué buscan los republicanos con la escalada de envío de migrantes al norte
La explicación que ha dado Abbott al programa pasa por ayudar a las localidades de su estado “saturadas por las hordas de inmigrantes ilegales” y acusa al gobierno de Biden de dejarles pasar.
“Los estamos enviando al Capitolio de EEUU, donde el gobierno de Biden podrá abordar de forma más inmediata las necesaidades de las pesonas a las que les está permitiendo cruzar”, dijo en abril.
En concreto, Abbott arremetía contra el levantamiento de la aplicación del Título 42, las restricciones impuestas en marzo de 2020 por la pandemia de coronavirus, y que permitió que la Patrulla Fronteriza expulsara de forma acelerada al 50% de los extranjeros detenidos, alrededor de 1.7 millones de inmigrantes hasta abril.
Ahora que no pueden legalmente expulsarlos, a los inmigrantes en Texas se les dice que los llevarán a "ciudades santuario" cuyas autoridades no los deportarán, con la condición de que firmen una declaración de que el viaje es voluntario.
Lo hacen porque su prioridad es encontrar un empleo y un lugar para comenzar su nueva vida. No están muy pendientes de cómo están siendo usados ni de las implicaciones que tiene su llegada en la actual polarización política.
Para empezar, los usan para hacer ruido en los medios, particularmente en los más cercanos a las posiciones más extremas del Partido Republicano, que dedican cada vez más espacio a lo que llaman la política de “puertas abiertas” en la frontera de Biden y al supuesto efecto llamada.
Así, a dos meses de las elecciones de mitad de término, en las que está en juego, crucialmente, el Senado, tratan de sacar de la agenda los radicalización de las políticas antiaborto que se han extendido por el país tras derogar la Corte Suprema la protección constitucional al derecho de la mujer a interrumpir el embarazo.
Y trasladan también a las ciudades del norte un problema logístico al que tendrán que dedicar recursos escasos, lo que con el tiempo puede llegar a erosionar la posición política de las autoridades locales.
