Por qué Biden no ha llamado criminal de guerra a Putin y otros países aliados sí
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha recibido toda clase de descalificativos desde que decidió invadir Ucrania: “dictador”, “criminal”, “genocida”. Hasta el embajador ucraniano en Naciones Unidas, Sergiy Kyslytsya, dijo que el ruso podría imitar al “tipo en Berlín”, en referencia al líder de la Alemania nazi, Adolfo Hitler, quien se suicidó en su bunker cuando lo cercaban las tropas rusas al final de la Segunda Guerra Mundial.
Sumándose a esas expresiones negativas sobre el mandatario ruso, este miércoles, el primer ministro británico, como las bombas de racimo.
"Lo que ya hemos visto del régimen de Vladimir Putin en el uso de las municiones que ya han estado lanzando sobre civiles inocentes, en mi opinión, ya califica completamente como un crimen de guerra”, dijo Johnson, dos días después de que la Corte Penal Internacional dijo que buscaría abrir una investigación sobre presuntos crímenes de guerra en Ucrania.
El Estatuto de Roma, que creó la Corte Penal Internacional, define crímenes de guerra los "actos contra personas o bienes protegidos por las disposiciones del Convenio de Ginebra" e identifica, entre ellos, la "destrucción extensiva no justificada por necesidad militar", "dirigir intencionalmente ataques contra la población civil" o "dirigir intencionalmente ataques contra bienes de carácter civil que no sean objetivos militares".
Al menos esos previstos, de los muchos que reconoce la corte, se están viendo en Ucrania, de acuerdo con reportes de medios y las denuncias que hace el gobierno ucraniano.
Sin embargo, durante Putin era un "asesino", durante una entrevista con ABC en marzo de 2021).
Biden le habló a los ucranianos, pero no a Putin
En un tono más solemne, propio del evento anual ante el Congreso, Biden alabó el inspirador “coraje” de los ucranianos y su convicción de que la “libertad siempre se impondrá a la tiranía”
“A lo largo de nuestra historia hemos aprendido la lección de que cuando los dictadores no pagan el precio por sus agresiones, causan más caos (…) Ahora que (Putin) ha actuado, el mundo libre lo hará responsable”.
Hubo un momento del mensaje en que desvió sus ataques a los “oligarcas y líderes corruptos” que han hecho sus fortunas a la sombra del Kremlin y les advirtió que les quitarán “sus yates, sus apartamentos de lujo y sus aviones privados”, lo que arrancó una de las muchas ovaciones bipartidistas de la noche en el tema de Ucrania.
Biden no llegó a tener un momento a la 'Ronald Reagan en el Muro de Berlín' en el que se dirigiera a Putin y le dijera, quizá viendo a la cámara y con el dedo señalador, “Putin, retírate de Ucrania o te las verás conmigo”.
El estilo pendenciero no es característico del presidente, quien se ufana de sus habilidades para negociar acuerdos en los salones de la diplomacia (en el Estado de la Unión habló precisamente sobre cómo el liderazgo estadounidense había movilizado la respuesta de la OTAN).
La supuesta debilidad de Biden y la invasión rusa
Pero en momentos en que partes del Partido Republicano, encabezados por el expresidente Donald Trump, aseguran que la “debilidad” del presidente es la causa de la invasión rusa, un Biden de verbo más aguerrido quizá habría ayudado a desmontar la imagen que se han construido de él muchos entre sectores conservadores.
El propio Trump asegura que si él fuera el presidente del país “Putin no habría invadido”, planteando un hipotético escenario que es imposible de resolver porque, sencillamente, eso no se puede saber.
Lo que si pudiera decirse es que, siendo Putin un hombre curtido por años en las lides de la política internacional, las apreciaciones personales de quien esté en la Casa Blanca puede que no sean las que determinen las decisiones que toma.
El martes, varios republicanos criticaron a Biden como un líder frágil en el escenario mundial, asegurando que envalentonó al presidente ruso y condujo directamente a la invasión de Ucrania por parte de Moscú.
“La debilidad invita a la agresión. Es un axioma histórico. Y es cierto”, dijo en una rueda de prensa el representante republicano Michael McCaul, de Texas, durante una conferencia de prensa en el Capitolio.
McCaul, principal republicano en el Comité de Asuntos Exteriores, comparó a Biden con el ex primer ministro británico Neville Chamberlain, cuya política de apaciguamiento algunos historiadores consideran que permitió el expansionismo de la Alemania nazi que desembocó en la Segunda Guerra Mundial.
El paralelismo es engañoso, porque desde que Rusia invadió Ucrania no existe una política de apaciguamiento como la que se experimentó en Europa a mediados de los años 30 del siglo XX con los países del eje nazi-fascista (Alemania e Italia).
Al contrario, EEUU y sus aliados occidentales han arremetido con una ofensiva de sanciones económicas que, si bien no fuerzan el retiro inmediato de las tropas rusas, dejará muy dañada la economía de Rusia y el país se está convirtiendo en un Estado paria.
La importancia global de lo que dice en Washington
Más allá del estilo personal del presidente, es importante calibrar el peso que tienen palabras dichas desde Washington en el momento más delicado para la paz en Europa desde la Guerra Fría.
En esta coyuntura no es prudente emitir amenazas vacías (como esa que hizo Putin de poner en “alerta” sus fuerzas nucleares), ni promesas que no se puedan cumplir (como dar a entender que se mandarán tropas a combatir en el frente ucraniano).
EEUU y Rusia siguen manteniendo lo que durante los años más tensos de la Guerra Fría se llamó el “equilibrio del terror”, la capacidad disuasiva que garantiza la mutua destrucción que está asegurada con los arsenales nucleares de que disponen ambos países.
Nadie quisiera que un gesto, una insinuación, una palabra o un insulto activen ese mecanismo que garantiza la destrucción e inhabilitación por décadas de las partes del planeta que sean objeto de un ataque nuclear.
Cierto que un hipotético conflicto entre Rusia y EEUU y los socios de la OTAN no tiene por qué ser de entrada una guerra nuclear. Todos son ejércitos que tienen un gran poder de fuego convencional, algo igualmente terrible, solo que sin el componente contaminante radiactivo que está asociado a una conflagración nuclear.
Algo asociado con el “equilibrio del terror” es lo precario. Putin y Biden tienen la sola discreción de ordenar ataques con armas atómicas si lo consideraran necesario. Lo que se digan entre ellos puede cambiar las cosas, para mejor o para peor.
" La guerra es siempre un asunto arriesgado e imprevisible (…) Los seres humanos y sus máquinas cometen errores, a veces con resultados nefastos", escribió en The Atlantic Tom Nichols, profesor de la Escuela Naval de Guerra de EEUU.