¿El "regreso de EEUU" a la cooperación global? En la ONU Biden todavía no convence a socios clave
“Falta de transparencia”, “abuso de la confianza”, “impredecible”, “inconsistente”: no son los calificativos que la Casa Blanca quiera que se asocien a la política exterior de Donald Trump.
Sin embargo, esa es la evaluación del comportamiento de la actual Casa Blanca que hizo el embajador de Francia en Washington, Philippe Etienne, en una entrevista con la Radio Pública Nacional (NPR) la mañana del martes.
Faltaban pocos minutos para que Biden diera su primer discurso ante la Asamblea Anual de la Organización de Naciones Unidas en Nueva York, a la que ofreció cambiar la era de “guerras infinitas” por una de “diplomacia infinita” y hablo del inicio de una "década decisiva" para el foro.
Los cuatro años del gobierno de Trump significaron un desajuste en el sistema de alianzas occidentales, al punto que los tradicionales socios de EEUU empezaron a sentir y decir que no podían confiar en una Casa Blanca para la que la consigna de “EEUU primero” significaba las más de las veces “EEUU solo”.
Por eso la llegada de Biden trajo una sensación de alivio en muchas capitales, donde no se ocultó el beneplácito por la llegada al poder de un veterano de lides diplomáticas por sus muchos años trabajando el tema en el Senado y luego como vicepresidente de Barack Obama.
En Nueva York Biden volvió a resaltar el “regreso” de EEUU con un lenguaje que con seguridad las representaciones en el foro internacional habrán recibido con beneplácito.
"Lideraremos no solo con el ejemplo de nuestro poder, sino que si Dios quiere con el poder de nuestro ejemplo", dijo Biden tras su reunión con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, el lunes, a su llegada a la sede del organismo.
El ejemplo de Francia
Pero sus palabras están siendo contrastadas por los manejos que está haciendo la Casa Blanca de algunos temas de la agenda global.
Algunos señalan que hasta ahora el cambio que trajo Biden ha sido solo retórico, de estilo, y que EEUU sigue actuando solo, ignorando a sus aliados muchas veces.
Ahora mismo Washington está inmerso en una disputa con Francia (uno de sus aliados más complejos) por la venta de submarinos nucleares a Australia hecha en una asociación con Reino Unido, de la que París quedó al margen.
El embajador Etienne explicó a NPR que el gobierno de Biden había “traicionado la confianza” de París sacando a los ses de una negociación sobre submarinos convencionales que estaba adelantado con los australianos, un contrato que asegura que era “piedra fundamental” de la estrategia del gobierno francés en la región del Asia Pacífico.
La Casa Blanca asegura que Biden confía en limar asperezas con su colega francés Emmanuel Macron durante una próxima llamada telefónica entre ambos, pero no tiene previsto ofrecerle ningún tipo de compensación por el contrato perdido, según Jen Psaki, portavoz de la Casa Blanca.
Un funcionario de la istración Biden dijo a la AFP que la conversación con Macron intenta esclarecer "sobre el camino a seguir" y aseguró que "entendemos la posición de Francia. No compartimos su punto de vista".
Lo que pasa con el coronavirus
En el manejo de la crisis del coronavirus, Washington también ha sido percibido por otros gobiernos como “unilateralista”.
Ha habido diferencias sobre cómo enviar vacunas contra el covid-19 a países en desarrollo o atender el llamado de la Organización Mundial de la Salud para posponer una tercera dosis hasta que se garantice la distribución de inyecciones al resto del mundo.
Washington ha donado más de 100 millones de dosis de vacunas a diferentes países, desde México y Canadá hasta naciones pequeñas en el Caribe, África o Asia. Pero es una cantidad insuficiente para el tamaño del reto global.
Las restricciones de viaje impuestas al principio de la pandemia también le han generado grandes críticas. Apenas la víspera del discurso ante la ONU, la Casa Blanca anunció que en noviembre permitirá la entrada en Estados Unidos de los extranjeros que estén vacunados y se sometan a una prueba.
Un gesto de reciprocidad con la Unión Europea, necesitada de reactivar el sector turismo. Los europeos habían relajado las restricciones hace meses, pero había amenazado con reintroducirlas si EEUU no tomaba medidas similares.
Está fresca y latente la experiencia de la tumultuosa retirada de Afganistán, que terminó de manera caótica y sangrienta a fines de agosto
En esa ocasión, los socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte quedaron impotentes al no lograr que el gobierno estadounidense hiciera una reprogramación del retiro (originalmente pactado por Trump en febrero de 2020) que les permitiera una evacuación más ordenada de sus ciudadanos o colaboradores afganos necesitados de protección.
Todos estos escollos demuestran que para Biden reencausar las alianzas internacionales, negociar el avance de los intereses estadounidenses y borrar el recuerdo de la “unilateralidad” de la era Trump requerirá más que palabras y discursos.