De los nazis a los microprocesadores: cosas que cambiaron en la “relación especial” entre EEUU y Reino Unido
Hace 80 años, EEUU se presentaba a sí mismo como el “arsenal de la democracia” ante la amenaza totalitaria del eje fascista encabezado por la Alemania Nazi. Hoy quiere venderse como el “arsenal de vacunas” en medio de una guerra con dos frentes: la lucha contra la pandemia del coronavirus y la recuperación económica global.
Con una notable reminiscencia de esa época bélica, este primer viaje al exterior del presidente Joe Biden empezó en Reino Unido con el relanzamiento de la “relación especial” que une a Londres y Washington, forjada hace 80 años con la llamada Carta Atlántica que pactó la lucha contra el nazismo y dejó el germen del orden mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Biden y el primer ministro británico Boris Johnson repotenciaron en Cornwall este miércoles el acuerdo que forjaron el presidente Franklin Delano Roosevelt y el primer ministro Winston Churchill en medio de la última guerra mundial, pero con exigencias de la actualidad que van desde atacar la escasez de microprocesadores de computadoras, la derrota de la cambio climático.
Hay puntos que siguen vigentes de la original carta de 1941, considerada la base de la fundación de Naciones Unidas: garantizar la seguridad global y la manutención de la paz, el comercio justo, o el control armamentístico. Pero el mundo de hoy es claramente muy distinto y el poder de ambas capitales es más reducido del que era entonces.
“Mientras Churchill y Roosevelt enfrentaron la cuestión de cómo ayudar al mundo a recuperarse tras una guerra devastadora, hoy tenemos que lidiar con un desafío muy diferente, pero no menos intimidante: cómo reconstruir mejor tras la pandemia del coronavirus”, dijo Johnson en un comunicado en el que deja claro el paralelo de su encuentro con Biden con el de aquellos dos líderes, considerados unos titanes de la historia.
Para Londres esta reafirmación entre los “socios más cercanos y los más grandes aliados” será “crucial para el futuro de la estabilidad y prosperidad del mundo”, lo que refleja la importancia que dan los británicos a la 'excepcionalidad' de su vínculo con Washington, particularmente tras haberse salido de la Unión Europea.
Huyendo de los submarinos nazis
Las circunstancias son muy diferentes. Entre el 9 y el 12 de agosto de 1941, Churchill y Roosevelt se reunieron por primera vez, en secreto y a bordo de buques militares, en un recodo protegido de la isla de Foundland, frente al península de Labrador, en Canadá.
La mayor amenaza para el éxito de aquella reunión no eran los periodistas, sino los u-boat o u-boot alemanes, la flota de submarinos rápidos que asolaba las aguas del Atlántico, hundiendo convoyes enteros que trataban de llevar insumos y pertrechos de guerra al Reino Unido, última potencia europea que resistía el avance nazi.
En aquel momento el reto directo era arrancar a Europa de las garras del nazismo y sentar las bases de un orden mundial que evitara que los problemas entre las naciones se resolvieran a bombazos, como marcaba la tradición desde tiempos inmemoriales.
Londres era entonces un poder de alcance global, que todavía istraba un inmenso imperio. Aunque las políticas anticoloniales de la ONU lo llevaran a desmontarlo progresivamente.
En enero del año siguiente, representantes de 26 gobiernos suscribieron una “Declaración de Naciones Unidas” en la que se plegaban a lo que establecía la Carta Atlántica de británicos y estadounidenses.
Estaban algunos “grandes”, incluyendo a la entonces aliada Unión Soviética, China o Canadá, y varios países de América Latina: Costa Rica, Cuba, República Dominicana, EL Salvador, Guatemala, Haití, Honduras y Panamá.
En 80 años muchos reacomodos se han producido en la dinámica internacional.
Reino Unido sigue siendo un jugador importante en la escena mundial, una potencia nuclear, con uno de los cinco puestos permanentes en el Consejo de Seguridad y con una inmensa influencia cultural, pero sin el poder económico o militar de otros tiempos.
EEUU, entonces una vigorosa nación joven que tomaba su lugar entre las potencias mundiales, es el polo de poder hegemónico, aunque enfrenta la rivalidad de la Rusia heredera de la Unión Soviética y el reto que representa el ascenso de China o India.
El afan británico de mantener su relevancia internacional se apoya en gran medida en su capacidad de ser un interlocutor privilegiado de la primera potencia del mundo, con la que comparte cultura e idioma, así como tradiciones y objetivos políticos.
Aunque la 'relación especial' entre Washington y Londres no tenga la importancia determinante que tenía cuando la forjaron Churchill y FDR, sigue siendo uno de los ejes de coordinación política más importantes del mundo.
Sobre todo dentro del Grupo de las 7 naciones más industrializadas (G-7) que se reúne el fin de semana en Cornwall. En esa mesa de iguales, amigos y socios, EEUU y Reino Unido podrán precisarse de ser más "especiales".
Estos son los 8 puntos en los que se basa la renovada Carta Atlantica entre EEUU y Reino Unido: