La reforma de la ley de salud se debate en secreto: otra señal del paulatino abandono de la transparencia en el Senado

Al Congreso le cuesta concretar un enorme proyecto de reconciliación presupuestaria. Un presidente republicano impulsa una revisión importante de los pagos federales al seguro de salud que podría transformar las vidas de las personas enfermas.
¿Suena familiar? Esto ocurrió en 1986. Yo era una reportera de salud novata en el Capitolio y vi cómo un proyecto de ley del Medicare pasó de la introducción, a las audiencias, a los votos en los subcomités, a los comités completos y luego a toda la Cámara: una operación que tomó meses y que se repitió en El Senado antes de que las dos cámaras se reunieran para resolver sus diferencias y dar el paso final. Todo se publicó en el Registro Oficial del Congreso (Congressional Record). Se incluyó hasta el mínimo detalle, de manera casi insoportable, para que todos lo vieran, siempre y cuando pudieran leer una letra muy pequeña.
Desde entonces, en tres décadas como reportera, he tenido un asiento en primera fila en el Congreso, donde he sido testigo de un lento alejamiento de esa transparencia, que en la legislatura se conoce como "orden regular".
Ahora, esta tendencia ha culminado en un proceso ultra secreto, durante el cual el liderazgo republicano del Senado intenta escribir un proyecto de ley de salud que podría cambiar la fórmula para casi una quinta parte de la economía de la nación, con un voto que quieren llevar a cabo el 4 de julio. De hecho, el 12 de junio, el asistente de un senador republicano declaró al sitio de noticias, Axios que no se revelarán detalles hasta que el proyecto de ley esté terminado. Después, agregó: "No somos estúpidos".
Eso implica esquivar el debate que tradicionalmente acompaña el desarrollo de una legislación, con el fin de lograr un consenso. Mantener el secreto extremo es una situación sin precedentes, al menos en la creación de leyes de salud. Sin embargo, no es difícil ver cómo llegamos aquí, y hay mucho de culpa en el bipartidismo.
Desde 1986, he reporteado la aprobación (y derogación) de la Ley de Cobertura Catastrófica de Medicare, la pelea por la propuesta de salud del presidente Bill Clinton, la aprobación de la Ley de Medicamentos recetados de Medicare y la aprobación de la Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA), medidas que alteraron la atención de salud, a menudo de manera fundamental.
A pesar de las promesas de los nuevos líderes demócratas y republicanos durante la década pasada de restaurar un proceso consagrado por el tiempo, la orden regular no se ha vuelto a aplicar. De hecho, no sólo es cada vez más rara, sino que el proceso legislativo se ha vuelto cada vez más accidentado, con el Congreso saltándose pasos que considera inconvenientes a los intereses partidistas, sobre todo porque los líderes han "dejado" de conducir los comités que se supone deben hacer la mayor parte del trabajo legislativo.
Mientras exista un acuerdo bipartidista, la orden regular todavía puede prevalecer. Un proyecto de ley importante completado en 2015 para reconfigurar cómo el Medicare paga a los médicos fue el producto de 15 meses de trabajo de demócratas y republicanos en la Cámara y el Senado, y fue aprobado por tres comités en sesión abierta por votación nominal unánime.
Pero a través de los años, el dejar de lado la transparencia en los procesos legislativos se ha convertido en algo más aceptado, de manera progresiva y angustiante.
En la década de los ochenta, el diputado Bill Natcher (demócrata de Kentucky) rutinariamente cerró las sesiones del subcomité del proyecto de ley presupuestaria para financiar los Departamentos de Trabajo, Salud y Servicios Humanos y Educación, incluso cuando no había una controversia particular que evitar. Los reporteros tuvieron que ver el proyecto de ley por primera vez durante la sesión plenaria del Comité de Asignaciones.
Las sesiones en el Comité de Formas y Medios de la Cámara, bajo el presidente Dan Rostenkowski (demócrata de Illinois), también fueron cerradas con frecuencia a la prensa y al público, en su mayoría por proyectos de ley de impuestos. Sin embargo, una vez interrumpí personalmente una sesión del subcomité de salud durante casi media hora porque la votación para cerrar la sesión requería que la mayoría de los estuvieran presentes. Me negué a irme hasta que un par de del comité pudieran ser localizados y llevados a la habitación para votar en persona, no sin antes echarme.
Incluso las reuniones abiertas a la prensa eran a veces poco informativas. En las reuniones de la Cámara de Representantes y del Senado, los se referían al tema utilizando números en notas que no se compartían con la audiencia (incluidos los periodistas). Así que básicamente hablaban en código, y si no tenías la clave, no entendías nada.
Hoy hay cada vez menos conferencias formales de los comités, donde las dos partes "martillan" sus diferencias ante el ojo público. A menudo, las versiones finales de los proyectos de ley se elaboran a puertas cerradas, incluso sin todos los presentes.
En 2003, el presidente del Comité de Formas y Medios de la Cámara, Bill Thomas (republicano de California) se retiró con todos los conferencistas republicanos y dos de los siete demócratas a su oficina del Capitolio, un grupo al que llamó "coalición de voluntarios". Escribieron el proyecto de ley final en secreto, mientras que los periodistas y los grupos de presión esperaban afuera en el pasillo durante semanas. (Sentarse en el Capitolio se considera desobediencia civil y está estrictamente prohibido). Estuvimos allí tanto tiempo y nos conocimos tan bien que en mi cumpleaños alguien le hizo firmar a todos los conferencistas una tarjeta de felicitaciones para mí.
La versión final de ese proyecto de ley fue la que aprobó la Cámara en la madrugada. Los republicanos deliberadamente programaron la votación para comenzar a la 1:00 am (con la teoría de que sería más fácil conseguir que los vacilantes votaran sí, sólo para irse a dormir). La votación no terminó hasta las 6:00 de la mañana, después que el presidente George W. Bush supuestamente consiguiera que los últimos cambiaran su voto, a través de llamadas telefónicas.
En 2009, la creación de la Ley de Cuidado de Salud Asequible fue abierta y cerrada. Hubo cientos de audiencias y sesiones que duraron días, o, en el caso de la Comisión de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones del Senado, meses. Pero el fracasado esfuerzo del presidente del Comité de Finanzas del Senado, Max Baucus (demócrata de Montana), por llevar a los republicanos a replegarse consistió en semanas de discusiones a puertas cerradas, y el proyecto de ley del Senado que finalmente se convertiría en la base de ACA fue escrito en la oficina del líder de la mayoría del Senado, Harry Reid, antes de debatirse en el pleno del Senado por casi un mes.
En 2015, tuvimos un adelanto de cómo el partido republicano podría istrar su proyecto de ley de salud, cuando los republicanos, que por entonces controlaban el Congreso, orquestaron un "ensayo general" del proyecto de ley para rechazar ACA, que fue vetado por el presidente Barack Obama. El proyecto de ley fue pre-escrito por el liderazgo, aprobado por los comités pertinentes de la Cámara, aprobado por la Cámara y enviado al Senado. El Senado lo aprobó con pequeños cambios (y sin consideración del comité). En lugar de tener una conferencia, el proyecto de ley enmendado del Senado fue simplemente aprobado por la Cámara y enviado a Obama para su veto.
Ese proceso secreto se está repitiendo ahora, sólo que esta vez un republicano, Donald Trump, es presidente y el potencial de cambio es real. La gente está indignada por la falta de transparencia y la pérdida del orden regular. Pero fueron tanto los demócratas, como los republicanos los que pusieron los rieles sobre los que este tren está andando.
Esta historia fue producida por Kaiser Health News, un programa editorialmente independiente de la Kaiser Family Foundation.