La dura historia de persecución y tortura de este inmigrante venezolano le sirve para ayudar a otros: una carta salva una vida
Edinson Calderón recibe una llamada tras otra, a veces en su apartamento de Staten Island en la ciudad de Nueva York, otras en la oficina de la organización para la que trabaja, pero otras en plena calle, en el Metro y no le importa. "Dime, a qué hora te toca ir a esa cita, yo te puedo acompañar... no te preocupes, yo te explico... tranquila, vamos a vernos, te vamos a ayudar... Yo pasé por eso...", les dice en cada caso a los inmigrantes que hacen preguntas desde un centro de detención o desde algún lugar de Estados Unidos donde se encuentran desorientados, asustados, perdidos.
En el año 2018, él fue uno de ellos y ahora usa todo lo aprendido para ayudarlos. Recibir una carta cuando se está detenido, dice, vale mucho "No se te olvida nunca, vale mucho", explica. Esta Navidad, emprendió su campaña de "Una carta salva una vida", con la que lleva mensajes a personas recluidas en diferentes centros de detención del país. En su Instagram explica lo que les dice y en qué consiste:
Edinson Calderon recibió una paliza casi mortal por parte de los policías de su país, Venezuela en 2014. Escapó y pidió asilo en Panamá pero se lo negaron. Viajó a México y vivió el terremoto de 2017. Atravesó la frontera y al llegar a Estados Unidos fue puesto bajo custodia de ICE y fue recluido en confinamiento solitario bajo “vigilancia de suicidio”. Hoy trabaja para la organización Qdep, que ayuda a inmigrantes, principalmente de la comunidad LGBTQ, a la que pertenece Calderón, aunque atienden a todo el que lo necesite. Desde Nueva York, coordina el acompañamiento a citas, juicios, explica el funcionamiento del tren, de las ayudas que pueden conseguir para alimentarse y todo lo que necesita un inmigrante cuando acaba de llegar a este país.
La crueldad en Venezuela
Durante las protestas contra el régimen de Nicolás Maduro del Día de la Juventud, el 12 de febrero del 2014, Edinson Calderón salió como tantos a protestar al centro de Caracas, y cuenta que ahí "mi vida cambio completamente". Decidió unirse a un grupo autodenominado 'Resistencia Altamira' para hacer protestas pacíficas y eso los puso en la mira del aparato de inteligencia venezolano. Un día lo mencionaron por televisión como terrorista y el 27 de junio de ese año fue detenido y brutalmente golpeado en una sede de policía.
"Para asfixiarme, en el momento que me agarraron usaron mi cabeza como un balón y me pisaron la cabeza con el pie, y me agarron como entre 10 oficiales, me echaron gas pimienta, me enrollaron en la bandera y me metieron en un camión. En ese camión yo me estaba asfixiando. Me sacan de ahí me meten en una detención. En un piso tirado con otro chico que estaba esposado conmigo. Luego me pasaron a un cuarto y en ese cuarto me sentaron en una silla y vinieron muchos oficiales y me preguntaban para quién trabajaba, que quién me pagaba. Yo les decía que a mí nadie me pagaba, que nosotros solo queremos un cambio, para todos. Y ellos me golpearon...".
Calderón narra lo que quedó registrado en el informe de la Comisionada de Derechos Humanos de la ONU sobre tratos crueles a los detenidos en Venezuela. Explica que querían una declaración explícita de que era financiado y trabajaba para el líder opositor -hoy en el exilio- Leopoldo López. Como no lo lograron, arreciaron.
"Como pude rompí la bolsa plástica que tenía en mi cabeza y de repente veo algo brillante que viene hacia mí: me dieron en el ojo con unas esposas, me pusieron una pistola en la boca, me dijeron que ellos podían matarme y desaparecerme y que nadie se iba a dar cuenta. Fueron momentos muy horribles, de verdad...". Que se agravaron por la condición de Calderón de hemofílico, que lo hizo perder muchísima sangre.
Los agentes lo lanzaron en un camión lleno de presos comunes y ahí cuenta cómo fue linchado y amenazado con enterrarle un piercing en el ojo afectado si gritaba mientras era golpeado. Amaneció. Lo trasladaron para ser evaluado por un forense cómplice que dijo que estaba en perfectas condiciones. tes
"Hoy ya puedo contarlo, porque he ido sanando, pero antes no podía contar estas cosas", dice sentado en su cama, en el apartamento que comparte con otros tres inquilinos en Long Island, un día de febrero de 2020, justo antes del brote pandémico que azota a Nueva York.
Ese día ha cocinado para recibir visita. Uno de ellos es otro venezolano, quien por fin salió de detención pero su pareja sigue detenida. También hay una chica transgénero mexicana que comparte su historia migratoria y canta rancheras.
Persecución y escape
Edinson Calderón fue perseguido político. Sus abogadas lograron trasladarlo a una clínica al demostrar su condición de hemofílico y por las heridas causadas. Pero hasta el cuarto de operaciones, justo antes de la sutura, llegó el tribunal acusador. "Me hicieron la entrevista preliminar esposado a una cama ... me dieron una medida cautelar con presentación semanal indefinida".
Aunque intentó recuperar su trabajo y su vida, entre presentación y presentación judicial, cuenta que recibía acoso "me querían llevar detenido de cualquier formar". Entonces el propio juez de su causa lo ayudó a huir y levantó la alerta en aeropuertos por unas horas para que pudiera pasar. Y pasó.
Buscando asilo en cinco países
Una llamada de salvación
Calderón se preparó para defender su caso solo, sin saber inglés. "Pero dos semanas antes de mi última (audiencia en la) Corte, me llega un Fax de Julio Henríquez". Henríquez es el coordinador legal internacional del Foro Penal, organización de defensa de Derechos Humanos venezolana que defiende a detenidos de forma gratuita.
El abogado, un venezolano que vive en Boston y que es director del Refugee Freedom Program, contó que se enteró del caso por las redes sociales, decidió averiguar bien y tomar el caso. Determinó el centro de detención de Calderón, que para ese momento era Otay Mesa, en San Diego, California, y se puso en o.
"Julio Henríquez es una hermosa persona, es una persona que Dios le ha puesto un corazón muy grande. Él no solo viajo de Boston hasta San Diego, que es de polo a polo, sin yo pagar absolutamente nada, ísino que me representó, llevó mi caso, y una vez que salí de la detención me pagó un hotel y me dio comida, me dio dinero para comer. Y desde ese momento... no me caben las palabras para agradecerle, porque el cambió mi vida".
El inmigrante venezolano había logrado su caso de asilo y escogió la ciudad de Nueva York porque tenía un amigo que lo recibiría. En el centro de detención alguien le dijo que ara a la gente de la organización QDEP (Queer Detainee Empowerment Project, o en español, Proyecto de empoderamiento de detenidos), porque la sede está en esa ciudad.
Ian Zdanowicz, el mánager de QDEP dice que la organización tiene un antes y un después de la llegada de Edinson. Para empezar: la atención en español. Pero más allá de eso, habla de su compromiso con ayudar a los que necesitan, reunirse, lograr los objetivos que se han propuesto.
Calderón recibe a personas en el aeropuerto, funciona como un trabajador social, puede dar tarjetas de Metro, para el bus, hacer cargos para llamadas telefónicas desde los centros de detención y otras ayudas directas
Antes de la pandemia, mantenían reuniones los martes, ahora lo hacen cada dos semanas de forma virtual. El día que Univision Noticias estuvo allí, a mediados de febrero de 2020, sirvieron una comida especial para todos los e inmigrantes que buscaban ayuda. Edinson Calderón lideró el encuentro. Compartieron preocupaciones, situaciones particulares y también comunes. Algunos solo querían hacerse escuchar, otros no sentirse tan solos.
"En aquel momento cuando llegué a Nueva York a mí me recibieron y ahora soy yo el que recibo a la gente con grupos de la organización, de darles un abrazo, decirles bienvenido y con una pancarta, y brindarles esa felicidad, yo trato de hacer lo que hubiesen querido que hicieran por mí", dice Edinson Calden.
Si alguien tiene un amigo o familiar en un centro de detención y quiere que él le escriba una carta, puede escribirle a [email protected]