"Los que estamos lejos, estamos olvidados", reclaman migrantes varados en México en fronteras menos concurridas
Hace 12 días que Kira Urdaneta recibió la llamada de funcionarios del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) por estar bajo los Protocolos de Protección de Migrantes (PPM o MPP en inglés). Le cayó de sorpresa, dice. Mientras ella atendía a los clientes en la panadería en la que trabaja, respondía las preguntas que le hacían por teléfono sobre sus datos y su caso de asilo en Estados Unidos. Hablaron por 41 minutos. La conversación terminó mal.
"El muchacho me dijo: 'Te aconsejo que no te muevas de la frontera y no renuncies a tu trabajo. La próxima llamada puede ser en un mes o más'", cuenta esta venezolana al teléfono desde Sonora, México. "Me cortaron las alitas, me cortaron las esperanzas", dice decepcionada después de un año y medio de espera y con un embarazo de 16 semanas.
El consejo del funcionario de ACNUR llegó tarde. Una vez que el gobierno de Joe Biden anunció que los casos de migrantes varados en México comenzarían a ser procesados, ella le dijo a su jefe en la panadería que mejor buscaran a una persona que la reemplazara. Prometió que ella misma la entrenaría y así lo ha hecho: "Pensé que esto iba a ser más rápido (...) A partir del sábado no tengo empleo", lamenta.
Ahora, Kira vive vigilando el teléfono, a la espera de que timbre y alguien de ACNUR le diga que va a cruzar la frontera para reencontrarse con su hermana en Dallas, Texas, y desde allí poder pelear por su beneficio migratorio.
Como Kira está también la familia de Iriany Toyo, que tiene un año y dos meses en Sonora bajo los PPM. De su primera llamada con ACNUR han pasado nueve días. Desesperado por la espera, su esposo decidió escribir por WhatsApp a la agencia de la ONU para saber qué ha pasado con esa segunda llamada: "Le dijeron que nuestro caso estaba bien pero que debíamos esperar la segunda llamada, que podía demorar varias semanas".
Con la expectativa de que el proceso fluiría más rápido, el esposo de Iriany también renunció a su trabajo. Querían cobrar el finiquito y así tener dinero líquido ante cualquier eventualidad. "Si esta semana no nos llaman, mi esposo va a tener que buscar trabajo porque tenemos que tener dinero para podernos trasladar. No sabemos si nos vienen a buscar o si nos vamos. También necesitamos para pagar la renta", dice al teléfono.
De Sonora, nada
El 19 de febrero, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS en inglés) comenzó a procesar a las personas bajo en el programa 'Quédate en México' y los primeros 25 cruzaron por San Ysidro ese mismo día. El flujo en ese punto no ha cesado. Cinco días después se activó la entrada de migrantes por Matamoros: el campamento improvisado desde 2019 al borde del río Grande, uno de los mayores símbolos del daño humano que dejó esta política de Trump, se fue vaciando con los días hasta que fue cerrado a inicios de marzo. Las pocas personas que quedaron fueron trasladadas a albergues de la zona mientras terminaban algún papeleo que les habían solicitado.
Hasta este miércoles, al menos 1,400 personas bajo los PPM habían sido itidas en Estados Unidos. Pero eso deja a miles de personas con casos activos — casi 23,000, según datos del Centro de Información y a Registros Transaccionales de la Universidad de Syracuse— en algunas de las ciudades más peligrosas de la frontera con México. Y la espera, haciendo una proyección del avance del proceso, podría ser de hasta meses.
Entre esas personas están Kira, Iriany y sus familias.
"Solo se escucha que pasan en Matamoros. De Nogales no se escucha nada", dice la primera. "Los que estamos lejos, estamos como olvidados porque no estamos cerca de los puertos de entrada", reclama la segunda.
Los funcionarios del gobierno de Biden han repetido que el proceso podría ser largo como consecuencia de los daños que la istración anterior causó a la infraestructura del sistema migratorio y a la pandemia del coronavirus. A sabiendas de esto han pedido a los migrantes que no se movilicen de donde se encuentran, que se registren y esperen pacientemente la llamada de ACNUR. Paralelamente, Biden responde a una crisis en la frontera por la llegada en masa de migrantes alentados con el viraje en la política migratoria: de enero a febrero el aumento fue de 28%, pasaron de 78,442 detenidos por la Patrulla Fronteriza en enero a 100,441 en febrero.
Ni la llamada ni las vulnerabilidades
Univision Noticias ó a dos personas más bajo los PPM en este punto de la frontera. Una de ellas tiene su primera llamada este jueves. Una segunda persona pasó el miércoles entero esperando la primera llamada de ACNUR, que ya le habían pospuesto desde el martes 2 de marzo. "Aún estamos esperando", dijo a las 6:10pm CT. "Estamos muy angustiados y llamé. Solo me dijeron que harían un reporte de la situación".
Para los migrantes consultados, el proceso de registro de ACNUR no ha sido claro y la información sobre los pasos a seguir ha sido poca. Kira, por ejemplo, dice que conoce a personas en otros puntos de la frontera cuyos casos comenzaron en 2020 y ya están en Estados Unidos. Ella fue devuelta en diciembre de 2019, tiene 16 semanas de un embarazo de alto riesgo por su edad, 42 años, y por miedo de deambular por México no ha tenido su primera consulta prenatal. "Cuando me preguntas si tengo alguna vulnerabilidad, la tengo; cuando me preguntas por la fecha de entrada, la tengo. No se están respetando los criterios que prometieron", reclama.
Ella se refiere a lo que definió el DHS como vulnerabilidades en su página web: "Las organizaciones facilitadoras generalmente darán prioridad a las personas en función de su fecha de inscripción en los PPM (...) Se priorizará primero a aquellos que han estado esperando más tiempo, junto con aquellos que se encuentran en situaciones particularmente vulnerables".
Sin embargo, Roberta Jacobson, asistente especial del presidente y coordinadora de frontera sur, explicó en una rueda de prensa este miércoles que una de las prioridades del gobierno era vaciar el campamento de Matamoros pues se encontraba en una de las zonas de mayor violencia entre los puntos donde se encuentran los migrantes.
"Yo no espero que me pasen primero, pero sí que respeten lo que se comprometieron a cumplir", dice Kira. Ella huyó de su país, Venezuela, después de ser víctima de agresiones físicas de parte de seguidores del gobierno por haber pedido investigaciones en cuentas de la alcaldía en la que trabajó, liderada por un chavista. En una ocasión, cuenta, la tumbaron de su motocicleta mientras rodaba por la calle y perdió parcialmente el funcionamiento de un ojo; en otra, aparecieron en su casa, gritaron su nombre y comenzaron a dispararle.
Tanto Kira como Iriany tienen las maletas listas para cruzar la frontera. Han sabido de otras familias venezolanas que han podido cruzar en puntos como Tijuana o Matamoros. Eso las ilusiona.
Kira y su familia armaron el equipaje hace dos semanas. Iriany también. Dice que metieron pocas cosas para andar más livianos. Desde el anuncio sobre la entrada de personas con PPM, cada día su hijo de 4 años le pregunta cuándo es que cruzarán y verán a su tío en Austin, Texas. Ella a veces le responde que pronto; cuando le habla con la verdad, el niño sufre: "Le digo que falta mucho y se pone a llorar. Me da mucha tristeza".
Ve también: