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Incendios

"Se benefician de su ignorancia": los campesinos de California trabajan sin parar a pesar del peligro por los incendios

Aunque podrían sufrir consecuencias a mediano y largo plazo, los trabajadores en los campos californianos no dejaron sus labores ni siquiera durante los días en que la calidad del aire alcanzó a ser la peor del mundo. La desinformación y el desconocimiento de los riesgos para su salud se suman a la necesidad de trabajar para conseguir el sustento de sus familias.
21 Nov 2018 – 09:56 PM EST
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LOS ÁNGELES, California.– Mientras la mayoría de las personas en las ciudades aledañas a los incendios en California una tragedia que ha dejado 86 muertos y cientos de desaparecidos, pocos le prestan atención a cómo está siendo afectada esta comunidad.

Para un trabajador agrícola que se levanta cada mañana a labrar los campos para conseguir el sustento de su familia, pocas cosas lo harían desistir. Ya tienen trabajos que de por sí son desgastantes y exigentes físicamente, pero por necesidad se exponen a duras condiciones climáticas a diario. Por eso, en esta ocasión no los detuvo ni el fuego devastando ciudades vecinas, menos cuando no había nadie que les advirtiera de los peligros de respirar el aire contaminado.

"La verdad es que si no estoy mirando que estén cayendo muertos mis compañeros, pues estoy bien", cuenta a Univision Noticias sobre el pensamiento de los jornaleros el activista Luis Magaña, presidente de la organización Trabajadores Agrícolas Migrantes y miembro de la mesa directiva de Asistencia Rural de California. "Es tan complicado explicarles eso cuando no lo están viendo", advierte.

Y es que de ese peligro que enfrentan los trabajadores del campo poco se habla. Tuvo que viralizarse una foto de campesinos trabajando con los incendios a sus espaldas para que empezara a ser un tema de conversación en redes hace una semana. Pero además de darle un poco de visibilidad a la situación, esto no representó ningún cambio para ellos.

"Campesinos AÚN trabajando con el fondo de los incendios de California. Recuerden esta foto y piensen acerca de los corazones y almas de esta gente trabajadora que sigue yendo porque tiene que hacerlo... #WoolseyFire", escribió al pie de la publicación en Instagram una usuaria que reconoció al fotógrafo Andy Holzman por retratar esta poderosa imagen.

Con esa reflexión en mente, Paulina Cortes, estudiante de 22 años y activista de San José, decidió emprender una búsqueda de las ya escasas mascarillas N95 —diseñadas especialmente para evitar inhalar las peligrosas partículas que contiene el humo— para llevarlas hasta los campos de Lodi, donde el Índice de Calidad del Aire (AQI, por su sigla en inglés) llegó la semana pasada a 308, un número que está calificado como "peligroso" por la Agencia de Protección Ambiental, que lanzó entonces una advertencia.

Cortes notó que los campesinos estaban más que expuestos: trabajan todo el día al aire libre, en condiciones demandantes y a eso se suma la pésima calidad del aire. Recorrió varias tiendas en San José, Palo Alto y San Francisco donde ya estaban agotadas las mascarillas, pero finalmente logró recoger algunas decenas en Salinas.

Para poder ir a distribuirlas consiguió la ayuda del activista Luis Magaña, pues este inmigrante mexicano originario de Michoacán lleva años trabajando en la zona y con las personas a las que ella quería llegar. Pero cuando Cortes llegó a los campos donde los trabajadores recogían blueberries se dio cuenta que el mayor problema no era que no tuvieran protección: era que ni sabían que la necesitaban. "Cientos de personas están trabajando en ambientes peligrosos sin protección. Y nadie sabe ni siquiera esto", alertó.

"No se requiere un profesional o una persona con el privilegio de la educación para ver y entender que lo que está pasando en estas comunidades rurales está extremadamente mal", dijo a Univision Noticias.

"La necesidad se junta con la ignorancia"

Después de ganarse la confianza de los campesinos, Cortes se dispuso a hacer su labor y empezó por contarles a través de ejemplos que en San José, donde los niveles de contaminación estaban apenas en los 100, las escuelas estaban cerradas y las personas estaban haciendo lo posible por quedarse a resguardo y no respirar el aire con humo. Luego les explicó que la calidad del aire estaba el doble de mala en donde estaban ellos y que todos estaban expuestos a las consecuencias, no solo niños, mujeres embarazadas o quienes tuvieran enfermedades respiratorias preexistentes. Algunos así lo creían.

"Les dije que con el trabajo agotador que estaban haciendo, excavando en la tierra con sus palas y el agravante de respirar ese aire cinco días a la semana durante ocho horas al día, corrían un riesgo aún mayor de desarrollar estas complicaciones de salud a largo plazo, debido a las peligrosas partículas que estaban inhalando directamente", relató.

Y no es que no sientan la diferencia. Algunos trabajadores han expuesto que sí han tenido molestias, pero una vez más, no creen que se trate de algo grave o por lo que tengan que dejar sus labores.

"Sí se sentía ardor en los ojos y en la nariz y malestar en la garganta. Hay mucho cansancio, se empiezan a sentir como problemas a veces para respirar", contó en entrevista con el Noticiero Univision Leticia Zúñiga, quien trabaja en los campos de Oxnard, en el sur de California.

Pero para ellos, en ese momento, representa un riesgo más alto no conseguir el dinero para alimentar a sus familias, como lo expone Magaña: "Hay trabajadores que sí tienen un nivel de escolaridad de secundaria e incluso hay hasta profesionales, pero a veces la falta de información es reforzada por la cuestión de no perder su trabajo. La necesidad se junta con la ignorancia".

Este activista menciona que la ausencia de campañas y el hecho de que ni los mismos patrones le den la importancia que tiene, dificulta aún más que los campesinos sepan que su salud está en peligro. Según él y Paulina Cortes, no hubo ningún lugar de los que recorrieron en el valle central de California donde los trabajadores tuvieran las mascarillas, ya sea porque sus supervisores se las hubieran distribuido o por cuenta propia.

Esto a pesar de que la División de Seguridad y Salud Ocupacional (DOSH, por su sigla en inglés) del Departamento de Relaciones Industriales de California, emitió varias alertas y comunicados donde advertía a los empleadores que debían estar atentos a los niveles de polución en el aire para determinar si el trabajo en exteriores era dañino para sus empleados. "Los empleadores deben prestar especial atención cuando la calidad del aire en el exterior sea poco saludable, muy poco saludable o peligrosa", advirtieron.

"Encontramos a un contratista, a Jesse Sandoval, que fue a la universidad y es ingeniero agrónomo y no sabía del peligro en el aire", aseguró Magaña. "Esto es importante de resaltar porque si un hombre de 'los de arriba' con un título en Ingeniería en Agricultura de UC Santa Cruz estaba desinformado acerca de la severidad de la contaminación del aire, no podemos esperar que estos trabajadores en la parte inferior de la cadena con menos a recursos e información estén informados ni conscientes tampoco", coincidió Cortes con él.

No hay muertos, no hay noticia

Este activista también reconoce como parte del problema la falta de visibilidad que tiene el tema en los medios y el interés de los mismos gobiernos locales. "Si llegara a pasar algo drástico es como se enteran o les interesa a los medios. Si es algo sensacionalista, si muere alguien, pero esto tiene consecuencias a largo plazo. Puede haber trabajadores que pueden tener reacciones a corto y a mediano plazo, y no hay nadie que se esté preocupando ni mirando ese lado, porque no hay recursos y no hay interés lamentablemente", advierte.

Esa es precisamente la mayor motivación de Cortes para continuar ayudando, pues aunque es apenas una estudiante cree que tiene el privilegio de difundir la voz con su historia y con eso intentar llegar a alguien de poder, con una plataforma mayor que la suya, que pueda prestar atención a este problema.

"Aunque he recibido una gran cantidad de elogios por un día de trabajo distribuyendo mascarillas, quiero dejar a los que han seguido mis esfuerzos una historia que va más allá de eso, porque la realidad es que hay trabajadores que están siendo explotados y se están aprovechando de ellos por no conocer sus derechos: están siendo puestos en situaciones extremadamente peligrosas por personas que se benefician de su ignorancia", afirma.

Esto lo explica Magaña con el ejemplo de aquellos propietarios de tierras a donde fueron a repartir mascarillas y estos les dijeron que le habían supuestamente ofrecido a los campesinos protección pero ellos se negaron a aceptarla "porque les estorbaba". Dadas las condiciones físicas de su trabajo, si no saben que están en riesgo, las personas no van a ponerse algo con lo que les parece que respirar es más difícil. Lo máximo que usan son sus pañuelospara cubrirse del polvo y los químicos, pero esto también lo hacen cuando no es temporada de incendios.

"Mientras no esté lloviendo no paran... eso de respirar humo no afecta en hacer el trabajo según lo que ellos creen", apunta este inmigrante mexicano que trabaja en defender los derechos de los trabajadores agrícolas y considera que esta es una alerta para revisar lo que se está haciendo por ellos, no esperar hasta que haya consecuencias irreversibles o más graves.

"Tuvo que pasar una desgracia (muertes) para que sacaran una regulación de que si las temperaturas están muy altas puedes parar y no lo toman como que estás abandonando tu trabajo, porque es tu derecho", recuerda Magaña sobre las leyes que protegen a los campesinos que trabajan bajo altísimas temperaturas en el verano.

"Habrá otros incendios, por eso se debe mirar la protección de los trabajadores del campo porque esto nos mandó un mensaje para pensar más en la salud de ellos", concluye.

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