No pudo pagar la renta durante la pandemia: mujer de 81 años y su hijo enfermo son desalojados y ahora duermen en las calles
Sara Pérez llevaba viviendo en el mismo apartamento de Miami por 21 años, junto a su hijo Ángel Antonio y su perrita Wanda, que rescató de las calles una década atrás. Pero el pasado mes de agosto, esta familia de origen cubano fue desalojada debido al retraso en el pago de su renta.
Pérez, que trabajó por muchos años en una cafetería del barrio de la Pequeña Habana, ahora está pensionada y recibe alrededor de 800 dólares mensuales. Su hijo, que sufre epilepsia, también recibe una ayuda del gobierno por su discapacidad, pero el dinero, que es menos de lo que ella gana, no es suficiente para pagar los gastos de una ciudad que, según el sitio Move.org, está entre las 15 urbes más costosas de Estados Unidos.
"Yo pagué mi renta de 1,000 dólares en febrero, pero luego me informaron que a partir de marzo había un incremento de 100 dólares más, algo que me pareció injusto y por lo que decidí levantar mi voz de protesta", dijo ella, señalando que en marzo no pudo pagar su renta debido a que tuvo muchos gastos extra.
"La pandemia del coronavirus llegó intempestivamente y nos tocó comprar más comida y utensilios de limpieza. No es mucho lo que nosotros ganamos y comenzamos a atrasarnos en las rentas", aseguró.
Aún así, la familia Pérez siguió viviendo en el apartamento mientras comenzaban a llegar notificaciones donde les pedían ponerse al día en sus obligaciones financieras, so pena de ser desalojados.
"La dueña del edificio nos dijo que si no pagábamos, iríamos a la cárcel, algo que me llenó de temor, pues no quiero ver a mi madre en un sitio de esos", indicó Ángel Pérez.
El día más difícil de sus vidas
Al cabo de varios meses sin pagar, las cartas procedentes de abogados donde indicaban que su contrato de mes por mes había vencido, más las citaciones de desalojo residencial provenientes de una corte de Miami, se fueron acumulando, algo que ellos -aseguran- les causó mucho temor.
"Uno de esos papeles decía que si no salíamos del apartamento, los dueños podrían iniciar una nueva acción legal en contra nuestra y seríamos responsables de pagar doble renta y los gastos del abogado que llevaba el caso", dijo la mujer de 81 años, señalando que junto a su hijo tomó la decisión de abandonar su vivienda, porque no quería tener problemas legales.
"Guardamos algunas cosas en casa de un conocido y literalmente quedamos en la calle", señaló ella entre lágrimas, mientras su hijo le daba fuerzas para que siguiera con su testimonio.
" Ha sido el día más difícil de nuestras vidas. Imagínate, de un momento a otro quedar sin techo, en la calle, a expensas del destino. Jamás pensé que a mi edad tendría que vivir algo así", dijo Pérez, quien es ciudadana estadounidense desde hace casi cuatro décadas.
La experiencia de vivir en las calles
La familia Pérez ha permanecido viviendo en las calles desde principios de agosto. Argumentan que desconocen cómo funciona el tema de las moratorias de los desalojos, ya que jamás tuvieron asesoría legal, además no saben qué programas del gobierno pueden acceder para lograr que los ayuden.
"Lo más difícil de vivir en la calle es todo", dijo ella, enfatizando que en ocasiones les ha tocado hacer sus necesidades fisiológicas en sitios baldíos, pues a veces no hay tiendas abiertas, o les niegan el uso del baño.
Por su parte, su hijo indica que lo más complicado es sentirse indefensos ante los peligros que encuentran en la calle.
"Hace solo unas noches, un hombre se acercó y nos dijo que si mi madre quería ganar unos dólares extra, él estaba dispuesto a llevarla a su casa con fines sexuales", indicó Pérez, añadiendo que se enojó mucho y que le pidió a ese hombre que respetara y se marchara.
"Es increíble lo que pasa por la mente de un ser humano cuando ve a otro desprotegido. Mi madre es una anciana de 81 años que no debería estar en esta situación", argumentó él.
La familia indicó que encontraron una esquina calmada donde están pasando las noches bajo el techo de un almacén.
"El frío de la madrugada es feroz. Dormimos sentados en unas sillas de pasta que tenemos y nos abrigamos con dos toallas. Las noches son eternas para mí", dijo ella.
Extraños de buenos corazones
Tras ver a la familia Pérez por varias semanas en la misma esquina, muchas personas comenzaron a ayudarlos con comida y algunos utensilios de limpieza, además una fundación los llevó a un hotel donde están descansando por varios días.
"Sabemos el sufrimiento por el que está pasando Sara y su hijo, así que decidimos aportar nuestro granito de arena y proveerles por unos días de techo. Pero sabemos que esta es una solución temporal y eso nos preocupa", dijo Somy Ali, directora de la fundación No More Tears, que ayuda a víctimas de violencia doméstica y tráfico humano.
Pérez indicó que su anhelo es poder pagar un cuarto donde pueda vivir con su hijo y su perrita, ya que no quiere regresar a las calles, aunque sabe que su situación económica es complicada, por lo que no desecha la posibilidad de seguir divagando entre la incertidumbre.
"Yo pido a Dios todos los días que nos socorra de alguna forma para encontrar un sitio, por pequeñito que sea, donde podamos vivir tranquilos", mencionó ella.
Precisamente, varias personas que han conocido su historia, han abierto una cuenta de GoFundMe en la que se recolectan fondos para que ella y su familia no tengan que volver a pasar otra noche en las aceras.
"Duele saber que una anciana y su hijo enfermo tengan que pasar por momentos tan difíciles como estos. A veces hay que pensar que todos podemos en un momento determinado pasar por circunstancias similares. En un momento tan incierto como el que vivimos en el planeta, es necesario sensibilizarnos y ayudar", dijo Nina Veselovska, creadora de la cuenta.