"Este muro ya nos está dejando una cicatriz en el corazón": grupo indígena denuncia violaciones a sus sitios sagrados
Los líderes tribales de la nación Tohono O’odham de nativos americanos que viven a ambos lados de la frontera en Arizona, declararon este miércoles ante el Congreso de los Estados Unidos que los trabajos de construcción del muro están destruyendo antiguos sitios sagrados de enterramientos, además de estar consumiendo un acuífero que alimenta un importante oasis en el desierto de Sonora.
La protesta de esta tribu de la región ante el Congreso constituye un nuevo capítulo de la disputa por el muro fronterizo que el presidente busca construir a toda costa y para lo cual cuenta con el visto bueno de los tribunales federales que le han dado luz verde para acelerar la construcción, a pesar de que para ello se violan una docena de leyes.
Para justificar estas violaciones las autoridades se respaldan en la declaración de una emergencia nacional por el presidente Trump en 2019, con el objetivo de frenar la inmigración irregular.
Visiblemente conmovido, Ned Norris, líder de la nación Tohono O’odham, acusó al Departamento de Defensa de no consultarles para poner en marcha estas obras, como indican las normativas federales.
“Nadie venera más a los veteranos del ejército que los O’odham, sin embargo, dinamitar estos sitios sagrados y de sepultura es lo mismo que demoler el Cementerio Nacional de Arlington o cualquier otro cementerio”, declaró Norris ante los legisladores de Washington.
Las obras de construcción en cuestión se están llevando a cabo dentro del Monumento Nacional Organ Pipe Cactus, que ostenta esa condición desde el año 1937, otorgada por el presidente Franklin Delano Roosevelt. Esta zona, además, fue designada por la UNESCO como reserva de la biosfera y por tanto, protegida a nivel internacional.
El testimonio de Norris se produjo solo horas después de que el gobierno realizó una nueva ronda de explosiones, a las cuales fue invitada la prensa.
Desde hace varias semanas, los equipos de construcción comenzaron a dinamitar y limpiar algunos cerros para construir un muro de acero de 30 pies (9 metros) de altura. Como parte de estas labores también se están destruyendo docenas de cactus protegidos, que según una ley, estaba prohibido cortar.
"Para decirlo claramente, estamos enfrentando crímenes de lesa humanidad", dijo Verlon M. José, gobernador de Tohono O’odham en el norte de México y exvicepresidente de esa nación tribal en el lado estadounidense de la frontera.
"Este muro ya nos está dejando una cicatriz en nuestro corazón", añadió José, haciendo énfasis en el significado que tiene para su pueblo el hecho de que se esté dinamitando el lugar donde entierran a sus muertos, además del daño ecológico.
Sin embargo, desde la Patrulla Fronteriza, que supervisa la construcción del muro dentro del monumento nacional, han cuestionado las afirmaciones de los líderes de O’odham y dicen que "no se identificaron sitios biológicos, culturales o históricos dentro del área del proyecto".
En declaraciones a la prensa, dos portavoces de la Patrulla Fronteriza declararon que la tierra se está removiendo a un nivel superficial, minimizando el impacto, y que los trabajadores estaban destruyendo solo los cactus que "no estaban saludables como para ser reubicados".
Pero en la audiencia que tuvo lugar este miércoles en el Congreso, el representante demócrata de Arizona Rubén Gallego comparó estas explosiones de sitios sagrados para los nativos estadounidenses con la destrucción en conflictos internacionales de sitios culturales sagrados para la humanidad, como por ejemplo la reciente destrucción de las ruinas de Palmira por Estado Islámico, lo cual se considera un crimen de guerra.
A esta audiencia no asistieron representantes de la Casa Blanca o el Departamento de Seguridad Nacional.
Hasta el momento se han construido nueve millas del muro de un total de 49 en este tramo de la frontera por el cual el año pasado cruzaron miles de familias solicitando asilo en Estados Unidos.