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Elecciones México 2018

Ricardo Anaya: el ascenso (¿y caída?) del chico maravilla

Sus críticos lo tildan de frío y ambicioso, y sus simpatizantes iran su disciplina. Anaya ganó la candidatura del PAN en unas primarias donde solo él compitió. El expresidente Calderón no le perdona que haya sacado del camino a su esposa, Margarita Zavala.
27 Jun 2018 – 11:20 AM EDT
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Anaya durante su cierre de campaña en la Ciudad de México, el domingo 24 de junio. Crédito: Ulises Ruiz / AFP / Getty Images

CIUDAD DE MÉXICO.- Ricardo Anaya (México, 1979) tiene un sobrenombre que prefiere omitir de su biografía y que es el origen de su cabello siempre recortado.

Cuando cursaba la preparatoria en el Instituto Queretano San Javier, una escuela marista, el joven Anaya era conocido como “El Cerillo” debido a su cabellera pelirroja que era motivo de bromas. No se sabe si le pusieron el apodo antes, pero lo cierto es que no le gustaba.

La melena lacia, cuentan quienes lo conocieron en la escuela, era similar a la del comediante estadounidense Conan O’Brien: una flama rojiza que coronaba su rostro pálido. Ser rubio, güero, es una ventaja en un país profundamente racista como México, pero ser pelirrojo siempre será motivo de chistes.

Anaya supo desde joven que su cabello podía ser una desventaja en sus aspiraciones políticas, por lo que decidió mantenerlo casi a rape por el resto de su vida. Un corte de cabello puede sonar frívolo, pero en su caso resume su carácter: un hombre siempre bajo control de sí mismo y, como han apuntado los politólogos Denise Dresser y Jesús Silva-Herzog Márquez, que nunca ha terminado de mostrar quién es realmente ante los demás.

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“Da la impresión de ser un armazón frío, un corazón apagado, cargando con un manual de instrucciones para llegar la Presidencia. El hombre máquina. Anaya aprieta un botón y se enciende a sí mismo. Se levanta, anda, camina. Da discursos y encabeza eventos. (...) Nunca fue vital, siempre fue mimético. Como ha señalado Jesús Silva Herzog-Márquez, sería un gran promotor de I-Phones. Pero como candidato nunca entendió el contexto ni el país al que aspiraba a gobernar”, escribió Dresser hace unos días en la revista Proceso.

Sus excompañeros de prepa lo recuerdan como un joven aplicado, listo, deportista y ambicioso, muy ambicioso. Un nerd disciplinado no muy distinto al hombre que hoy compite por la Presidencia de México bajos las siglas del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, pero a quien sus críticos acusan de ser frío, traidor o una especie de robot sin emociones.

A su manera, cuentan que el joven Anaya podía ser un poco “rebelde”: cuando se puso de moda que los adolescentes usaran patines o patinetas y fueran agarrados de la parte trasera de un auto, él y su grupo de amigos practicaron la maniobra.


El juego, obviamente, no lo realizaban en las calles o avenidas de Querétaro sino en el Club Campestre, un fraccionamiento privado donde viven las familias más acaudaladas de la ciudad y donde Anaya creció. Ser rebelde en aquella ciudad conservadora no es lo mismo que ser rebelde en una colonia popular de México.

Ricardo Anaya siempre fue, como se dice comúnmente en México, un “niño bien” de familia de dinero y colegios privados, un “fresa”.

En el colegio San Javier, Ricardo Anaya conoció a Carolina Martínez. Ella iba un año abajo que él en la prepa y desde entonces se hicieron novios. Él jugaba fútbol; Carolina prefería el básquet. Más tarde él entró a estudiar Derecho en la Universidad Autónoma de Querétaro y ella ingresó al Tec de Monterrey. Con el paso del tiempo acabaron casándose en 2005 y teniendo tres hijos: Santiago, Mateo y Carmen.

Primera campaña, una derrota

En el año 2000, Ricardo Anaya se afilió al PAN y también decidió lanzarse por primera vez a ser candidato por una diputación local en Querétaro. La campaña fue un fracaso: el joven de 21 años resultó derrotado por el PRI con apenas 25% de los votos a su favor.

Su segundo intento por ganar una elección, ocurre precisamente este 2018, cuando Anaya busca ser presidente de México por el llamado Frente por México, integrado por PAN, PRD y Movimiento Ciudadano.


Si las encuestas electorales se confirman este 1 de julio, es probable que Ricardo Anaya pueda perder ante el puntero Andrés Manuel López Obrador con un porcentaje similar o menor a la votación que tuvo hace 18 años, en su primera campaña. La diferencia es que en esta elección lo respaldan tres partidos nacionales, lo que podría significar un grave retroceso para todos.

La única “elección” que Ricardo Anaya ha ganado ocurrió en febrero pasado, cuando los militantes del PAN eligieron a su candidato a la presidencia. Sin embargo, hay que hacer una aclaración: él era el único aspirante registrado y su margen de derrota era nulo.

Tiempo después de su primera derrota electoral, Ricardo Anaya se convirtió en el secretario particular del entonces gobernador de Querétaro, Francisco Garrido Patrón. Era 2003 y él tenía 24 años.

“Muchos apenas estábamos graduándonos y él ya era particular del gobernador, comenzó a crecer desde chavito”, recuerda una excompañera de la prepa.


En México, ser el secretario particular de un político es un puesto para jóvenes privilegiados y cuyas familias tienen dinero y os. Un VIP de escalada social para unos cuantos. Y a partir de entonces, todo fue ascenso en su carrera.

En 2009, hacia finales del gobierno de Garrido Patrón, Anaya anunció que otra vez se lanzaría como diputado local por Querétaro. Quizá frustrado por su primera derrota electoral, el político tomó un atajo que marcó una gran diferencia: logró colarse como diputado plurinominal por el PAN, es decir, no tuvo que salir a buscar el voto que le fue negado nueve años antes.

Dos años después, Anaya fue llamado por el entonces presidente Felipe Calderón para ser subsecretario de Turismo. Estuvo en el cargo menos de 18 meses. Con el paso de los años, Anaya y Calderón acabaron enfrentados.

La candidatura presidencial

Además del apodo que recibió desde joven, a Ricardo Anaya se le conoció también como “El chico maravilla”, por sus habilidades políticas para negociar y conseguir lo que buscaba.

Así lo demostró desde que llegó a la Cámara de Diputados en septiembre de 2012, bajo el cobijo de Calderón y el entonces líder nacional del PAN, Gustavo Madero. Para 2014, llegó a la Secretaría General del partido y, al poco tiempo, quedó como presidente interino, donde comenzó a planear su candidatura presidencial.


“Ricardo fue subiendo y cuando llegó a la presidencia del PAN, se llenó de poder. Traicionó a Madero, traicionó al expresidente Calderón y a Margarita Zavala, todo por conseguir la candidatura presidencial”, dijo un integrante del Comité Ejecutivo Nacional del partido.

En el otoño de 2017, Margarita Zavala anunció que renunciaba a más de 25 años de militancia panista, en protesta porque Anaya había bloqueado su camino para que ambos compitieran por la candidatura presidencial del PAN. Zavala logró una candidatura independiente a la Presidencia pero el pasado 17 de mayo la abandonó por falta de apoyos y recursos económicos.

El enfrentamiento entre los Calderón-Zavala y Anaya es público. El exmandatario le escribió en Twitter en mayo pasado: “Abusaste de tu poder para cancelar la democracia interna del PAN y violentar los derechos políticos de una mujer que era la candidata más viable en el PAN y en el país”.

Frente por México

Para lograr su candidatura, desde la dirigencia del PAN Anaya se alió con los líderes del PRD, Alejandra Barrales, y de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, para integrar el Frente por México. Cada uno de los líderes obtuvo una candidatura: Anaya, a la Presidencia; Barrales, a la Ciudad de México; y Delgado, al Senado por la vía plurinomial.

La alianza podría sonar a una gran estrategia, pero la derrota se cierne sobre ella. El politólogo Jesús Silva-Herzog Márquez dijo: “El Frente ha sido el peor error estratégico del PAN en muchas décadas. (...) Movido por su propia ambición, Anaya mordió un anzuelo que todavía le coge el cachete. No era difícil imaginarlo: una alianza de dirigentes no es una fusión de electorados. La suma restó”.


Los negativos para Anaya no han quedado ahí. En pleno año electoral, explotó en su cara un escándalo que lo señala de haber hecho una operación mercantil para hacerse de 54 millones de pesos por la venta de una nave industrial a una empresa fantasma.

De la imagen de político joven, disciplinado y pulcro, queda poco en la contienda electoral. Durante el segundo debate presidencial, Anaya anunció en cadena nacional que había escrito el libro “ De frente al futuro” son sus propuestas de campaña, pero no había rastro de él hasta este lunes 25 de junio, cuando fue publicado en formato digital.

En ese mismo debate, Andrés Manuel López Obrador le soltó un nuevo apodo cuando los ánimos comenzaban a calentarse: “Ricky Riquín Canallín”, haciendo alusión a las acusaciones de lavado de dinero y a su manera de hacer política.

Tal parece que los apodos persiguen a Ricardo Anaya.

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