Los discursos confusos de Trump generan dudas sobre su edad avanzada
“Nadie ha hablado ante multitudes más grandes que yo. Si nos fijamos en Martin Luther King cuando pronunció su discurso, su gran discurso, y en el nuestro... nosotros teníamos más (gente)”, dijo este jueves Donald Trump.
Sin un solo gesto que indicara que estaba bromeando, el expresidente aseguró así, sin fundamento, que su discurso del 6 de enero de 2021 en el que animó a sus seguidores a protestar frente al Capitolio tras la victoria electoral de Joe Biden tuvo más participantes que aquel en el que el asesinado líder de los derechos civiles pronunció su famosa frase I have a dream (“Tengo un sueño”) ante cientos de miles de personas en Washington.
Su declaración tuvo lugar en una desordenada conferencia de prensa que, pese a durar cerca de una hora, apenas dejó ideas claras sobre su campaña o mensajes relevantes, pese a que había gran expectativa al tratarse de su primera aparición pública tras la nominación de Tim Waltz como candidato a vicepresidente demócrata.
Y aunque esta y otras confusas declaraciones podrían considerarse como meras anécdotas o enmarcarlas en el desordenado e irreverente estilo de la oratoria que siempre ha caracterizado a Trump, lo cierto es que el republicano está empezando a ser muy cuestionado por sus cada vez más frecuentes mensajes incoherentes e inconexos.
De hecho, expertos han notado que en sus discursos se observan más oraciones cortas, orden confuso de palabras, repeticiones y saltos de un tema a otro sin aparente conexión.
STAT, un medio de noticias sobre salud y medicina, pidió su opinión a varios especialistas. Ben Michaelis, psicólogo clínico, le dijo que no podía ofrecer un diagnóstico formal sin examinarlo, pero reconoció que el estilo de hablar de Trump era motivo de preocupación.
“Hay evidencia razonable que sugiere formas de demencia (…). La reducción en la complejidad de las oraciones y el vocabulario te lleva a una cierta imagen de deterioro cognitivo”, dijo Michaelis.
De acuerdo con el experto, “la tangencialidad" (saltar de un tema a otro con pocas o ninguna conexión entre ellos) de Trump "aumentó y es difícil seguirlo”, si bien enmarcó estos comportamientos en lo que se esperaría de una persona de 78 años.
Los republicanos cuestionaban a Biden por la edad y ahora esas dudas se centran en Trump
Lo llamativo es que, durante meses, la avanzada edad de Joe Biden fue el arma favorita de los republicanos para criticar al entonces candidato presidencial de los demócratas.
Los ataques se dispararon después de que el presidente se mostrara errático en su desastrosa actuación en el debate electoral frente a Trump, lo que aumentó las dudas sobre si su condición física y mental eran adecuadas para ser reelegido.
Una vez que Biden se retiró de la campaña, la edad de su sustituta Kamala Harris (59 años) y su vigor, energía e incluso buen humor en sus discursos, dejó al Partido Republicano sin opción de atacarla por ese flanco.
Lo que probablemente no veían venir era que el arma que utilizaron contra Biden, de 81 años, se les volvería como un bumerán ahora que su candidato Trump sería el presidente más viejo en caso de ganar las elecciones.
No solo eso, sino que ya está siendo señalado por quienes consideran que sus erráticos comentarios podrían reflejar un deterioro cognitivo que podría hacerlo no apto para regresar a la Casa Blanca, lo mismo que antes decía de Biden.
De hecho, las dudas han llegado incluso de personas cercanas a los republicanos.
“Trump no está bien. Sin las risas y los aplausos de sus mítines, su divagación incoherente parece aún más desquiciada, presa del pánico y desesperada”, tuiteó este jueves la analista política conservadora S.E. Cupp.
En su conferencia de prensa de este jueves, el republicano lanzó otros mensajes sin fundamento como que EEUU se encuentra “en la posición más peligrosa en la que ha estado nunca desde un punto de vista económico y de seguridad”.
Tanto que, según él, el país está “muy cerca” de una “Tercera Guerra Mundial” o podría “terminar en una depresión del tipo de 1929".
Cuando le pidieron su opinión sobre la elección de Walz como número dos de la fórmula electoral de Harris, Trump pareció tener dificultades para encontrar cómo definirlo. Dijo que es un “izquierdista radical, eh…” y después afirmó que el gobernador de Minnesota estaba “muy metido en el mundo transgénero”.
Como suele hacer repetidamente, emitió afirmaciones falsas, como cuando dijo que Harris apoya un embargo de armas a Israel.
Por si fuera poco, continuó alentando la conspiración infundada de que Biden quiere volver a la campaña electoral. Después de calificar de nuevo de “protesta pacífica” los disturbios en el Capitolio de 2021 contra la victoria demócrata en las elecciones, ahora Trump dijo que “le han quitado la presidencia a Biden” y que el actual mandatario está “muy descontento”.
"¿Cuáles son las posibilidades de que el corrupto Joe Biden, el peor presidente en la historia de EEUU, cuya presidencia le fue robada inconstitucionalmente por Kamabla, (…) arruine la Convención Nacional Demócrata e intente recuperar la nominación, comenzando por desafiarme a otro debate?", escribió recientemente en redes sociales.
“¿'Kamabla'? Trump no solo está perdiendo las elecciones, está perdiendo la cabeza”, escribió como respuesta la columnista Sara Pequeño en el diario USA Today.
Las dudas sobre el discurso de Trump cuando fue nominado candidato presidencial en la Convención Republicana
Pero las dudas sobre la coherencia en los mensajes de Trump no surgen únicamente de la conferencia de prensa de este jueves.
“El deterioro mental de Trump me preocupa más que el de Biden”, tituló Steve Horwitz una columna de opinión publicada en junio en el periódico conservador The Wall Street Journal.
“En sus actos y en sus comentarios espontáneos, Trump revela no tanto una falta de autocontrol como una incoherencia preocupante, lo que sugiere no un deterioro del temperamento, sino mental. Tal vez sea hora de que los expertos se pregunten si la personalidad de Trump muestra un deterioro orgánico mucho más grave que los defectos relacionados con la edad de Biden”, escribió.
Cuando Trump fue nominado oficialmente en julio candidato en la Convención Nacional Republicana, en su largo discurso de más de 90 minutos se vieron también comentarios erráticos o que se salían complemente del tema que estaba tratando, como cuando describió a un asesino serial ficticio como “el gran Hannibal Lecter fallecido”.
Las críticas a su aparición pública no tardaron en llegar. David Axelrod, exestratega jefe de las campañas presidenciales de Barack Obama, le dijo a CNN tras el discurso que “esta es la primera cosa buena que les ha pasado a los demócratas en las últimas tres semanas. Esto realmente nos recordó a todos por qué Donald Trump es fundamentalmente impopular fuera de esta sala".
El columnista del diario The New York Times Ezra Klein escribió que “el discurso de esta noche va a endurecer la columna vertebral de los demócratas (…). Ningún demócrata que vio ese discurso pensó que Trump fuera invencible. Fue un antídoto contra el fatalismo".
Rick Wilson, cofundador del grupo conservador anti-Trump The Lincoln Project, definió el discurso como “un desastre de divagaciones desde el principio hasta su demorado final, y nada lo va a mejorar”, según publicó Newsweek.
La lupa pasó de estar sobre Biden a Trump
Por su parte, tras el intenso escrutinio público que se había hecho hasta ese momento a la salud física y mental de Biden como candidato apto a la reelección, el experto en política de la Universidad Nacional de Busan en Corea del Sur, Robert E. Kelly, cuestionó por qué no se estaba haciendo lo mismo con Trump, visto su desempeño al hablar en público.
"Los medios le deben a Biden una enorme disculpa después de ese desastre. ¿Podemos tener ahora tres semanas de intensa especulación sobre la salud mental de Trump, además de interminables llamados para que renuncie? A Biden literalmente se le debe eso, según cualquier estándar de juego limpio o trato igualitario", tuiteó.
De hecho, en un artículo de opinión publicado en USA Today antes de la convención republicana, el presidente de la organización conservadora American Culture Project, John Tillman, ya alertó a los republicanos que los ataques contra Biden por su edad podrían acabar siendo una “trampa”.
“Esto será un problema si los demócratas nominan a alguien de 50, 60 o incluso 70 años. Podrían nominar a alguien que tenga 75 años, y su candidato aún sería más joven que Donald Trump, que tiene 78. El enfoque en la edad fácilmente podría voltearse para perjudicar duramente a los republicanos”, advirtió premonitoriamente Tillman.
Las confusiones de nombres de Biden y Trump
Durante meses, a Biden también se le criticó con dureza su tendencia a confundir nombres o cargos de personajes públicos, pero lo cierto es que no es el único.
Trump también tiene un largo historial de lapsus mentales, como mezclar nombres, equivocar citas, o perder el hilo de lo que está diciendo. El año pasado, por ejemplo, el expresidente se refirió en un discurso al primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, como si fuera “el líder de Turquía”.
En enero, Trump pareció confundir repetidas veces a quien era su rival republicana a la candidatura presidencial, Nikki Haley, con la expresidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, al acusarla erróneamente de no haber impedido el asalto al Capitolio en 2021.
A principios de junio, en medio de un mitin en Las Vegas, Trump se puso a hablar en un hilo bastante incomprensible que incluía menciones a tiburones y electrocuciones, sin hacer uso del teleprompter (la pantalla con texto que le permite leer su discurso en tiempo real).
En junio, cuando Trump presumía de haber superado un examen cognitivo y recomendaba a Biden hacer lo mismo, confundió el nombre de Ronny Jackson, su antiguo médico en la Casa Blanca y ahora congresista por Texas, al llamarlo "Ronny Johnson".
Y en marzo volvió a confundir repetidamente a Biden con el expresidente Barack Obama: "Putin tiene tan poco respeto por Obama que está empezando a utilizar la palabra ‘nuclear”, dijo cuando quería referirse al actual presidente.
Al igual que en las dos campañas electorales anteriores, Trump no ha compartido ningún tipo de información médica específica que diga cuál es su condición actual, más allá de una carta publicada por su médico de cabecera, Bruce A. Aronwald, quien dijo que el expresidente gozaba de excelente salud física y mental.
Pero todo eso quedó atrás y la campaña electoral estadounidense dio un vuelco de 180 grados tras la salida de Biden y la irrupción de Harris. El debate sobre la edad y el estado de salud mental se volvió contra los republicanos y la lupa seguirá puesta sobre su candidato, ahora que el tramo de la campaña será más intenso y con mayor exposición para Trump.
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