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Caucus Iowa

Cómo Jimmy Carter ayudó a hacer del caucus de Iowa un (hoy devaluado) oráculo electoral

Con una campaña revolucionaria, en 1976, Carter, entonces el desconocido gobernador demócrata de Georgia, puso al pequeño estado del medio oeste en el mapa electoral estadounidense por las siguientes décadas.
13 Ene 2024 – 10:30 AM EST
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En 1975 Jimmy Carter era tan poco conocido que cuando anunció que aspiraría a la presidencia un diario de Atlanta, la capital del estado del que era gobernador, escribió en primera página “¿Jimmy quién aspira a qué cosa?”.

Tampoco era muy sabido que en Iowa se hacía el primer caucus del proceso de primarias, tras la reforma sufrida por el calendario electoral a principios de los años 70, para evitar la repetición del conflictivo proceso interno que vivieron los demócratas en 1968.

Mucho menos aún se entendía por qué el inesperado aspirante iba a poner tanto empeño en aquella elección local, que formalmente no era una elección, sino caucus, una reunión comunitaria en un pequeño estado rural.

Todo eso cambió cuando al año siguiente Carter ganó las asambleas ciudadanas del estado del Medio Oeste, eventualmente se quedó con la candidatura del Partido Demócrata y finalmente llegó a la presidencia del país.

Caucus de Iowa: el devaluado oráculo electoral

Desde entonces, el caucus de Iowa obtuvo prestigio como monitor para conocer las opciones de triunfo de quienes aspiran llegar a la Casa Blanca o hundir candidaturas menos viables.

Y aunque es un predictor que sirve mejor para los demócratas (la mayoría de quienes han ganado el caucus han logrado la nominación) no lo es tanto para los republicanos.

Sin embargo, eso cambió con el desastre de 2020, cuando la idea de usar una aplicación de teléfono móvil para hacer el escrutinio hizo que tomara semanas en saberse que Pete Buttigieg había ganado el caucus, aunque ya era muy tarde para que tuviera algún efecto promocional en su campaña.

¿Qué hizo Carter en los caucus de Iowa en 1976?

El futuro presidente Carter usó al estado como plataforma para catapultarse al resto del país, empleando un estilo de aproximación personal.

Carter recorrió Iowa con su familia y unos pocos colaboradores. A veces en bicicleta, cuando el tiempo lo permitía, acercándose a quienes viera en la ruta y presentándose personalmente. Siempre se ha dicho que en Iowa se practica una “política al por menor”, de candidatos visitando casa por casa, al viejo estilo.

Esa fue la clave de una campaña que no solo carecía de un candidato con nombre de peso, sino de dinero y de respaldos dentro del partido Demócrata, entonces manejado por los grandes jefes políticos locales, quienes ejercían una gran influencia en el manejo del aparato y podían moldear el futuro de los aspirantes.

Todo empezó con la feria estatal de Iowa

Carter se apareció en la feria estatal de 1975 y desde entonces todo aquel que tenga aspiraciones presidenciales va el agosto previo al año electoral a comer chuletas y otras fritangas.

También cortejó a la importante comunidad evangélica local con su historia de “cristiano renacido”, una confesión hasta ese entonces nunca hecha por un político estadounidense que aspirara a la Casa Blanca. Hoy, el expresidente Donald Trump, favorito para lograr la nominación republicana, disfruta de su ascendente en ese grupo religioso del estado.

En el proceso, con Carter invirtiendo 17 días de su campaña en Iowa, los medios nacionales notaron que algo estaba pasando allí y empezaron a cubrir las incidencias de una campaña que en principio no debía tener más interés que el local.

Desde entonces, los candidatos invaden el estado meses antes del arranque del proceso y los periodistas vienen a la zaga, deseosos de conocer qué dice el oráculo del Medio Oeste sobre los aspirantes a la presidencia.

Poder para el pueblo


Eso fue posible, gracias al parte aguas que significó 1972 en la vida democrática estadounidense.

Ese año entró en vigencia una reforma dentro de los partidos que quitó a los poderosos jefes regionales la capacidad de negociar quién podía o no aspirar a la Casa Blanca y la decisión se puso en manos de los electores.

Caucuses y primarias pasaron a tener un significado más preciso como expresión de la voluntad de las bases partidistas, que elegían así los delegados para apoyar a los candidatos de su preferencia en las convenciones nacionales.

Por cuestiones de matemática política, a Iowa le tocó estrenar el proceso de primarias y su caucus se convirtió en “el primero de la nación”, como reza orgullosamente el eslogan.

Caucus de Iowa, primera parada en ruta a Washington

La campaña de Carter reconoció mucho antes que cualquiera de sus contrincantes que, pese a que nacionalmente no tenía mucha importancia, Iowa le servía de trampolín y catapultó al estado como primera parada en la larga ruta hacia Washington.

Al final, Carter no ganó Iowa, llegó de segundo. La mayoría de los votos quedaron registrados como “no comprometidos”, es decir, que no favorecían a ningún candidato.

Pero se trató de un doble triunfo: el del desconocido Jimmy -que ganó que el país se aprendiera su apellido- y el de Iowa, que quedó desde entonces con una mítica (y quizá desproporcionada) fama de oráculo electoral.

Hasta este año, porque tras el bochorno de 2020, los demócratas cambiaron la dinámica de los caucus, que se harán también este 15 de enero, junto a los republicanos.

Pero este año sus resultados se sabrán el 5 de marzo, cuando quedarán diluidos con los números del Supermartes, la jornada de primarias que se harán ese día en 16 estados, entre ellos los gigantes y electoralmente más importantes, Texas y California.


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