La importancia para los demócratas de hacer su tercer debate presidencial en Houston

No es azar. Houston se convirtió en la tercera sede de debate presidencial demócrata porque el partido quiere demostrar que Texas sí importa a nivel de estrategia política. Quizás no tanto como para realizar una convención, pero sí suficiente como para traer a las campañas a un terreno del que desde hace décadas perdieron el control y donde las esperanzas de recuperarlo suelen terminar en frustración.
elecciones de mitad de período de 2018. Además, están a nueve puestos de teñir de azul la mayoría en la Cámara de Representantes estatal de 150 .
“Este es uno de esos momentos en que Texas no está siendo descartado por nadie. Seas republicano, demócrata o independiente, estarás interesado en lo que ocurra aquí y es la primera vez en largo tiempo que no ocurría algo así”, dijo el alcalde de Houston Sylvester Turner al hablar del venidero debate.
En 2016 Barack Obama en el estado por 15.8%.
Las brechas se van angostando más, de acuerdo con algunos análisis. Ese es el precepto que ha comenzado a llamar la atención de los demócratas mientras Texas destaca, aunque todavía muy pálidamente, entre los estados péndulo de la próxima elección presidencial.
El respaldo de las minorías
Durante años Texas ha proyectado la inalcanzable promesa de transformarse de rojo a azul, algo que no se ve hace más de cuatro décadas en el llamado estado de la estrella solitaria. Elección tras elección, el estado ha estado último en la lista de prioridades de los demócratas a la hora de enfocar recursos y publicidad para llegar a los votantes.
Las minorías siempre han sido parte de la promesa incumplidas y en potencia. Entre los 28.7 millones de residentes de Texas, un 41.5% es caucásico, 39.6% latino, el 12% es afroamericano y un 5.2% asiático.
Organizaciones enfocadas en aumentar la participación de los votantes de tendencia demócrata han insistido por años en que el problema es la falta de inversión para aumentar los registros y participación electoral. Pero por norma general, los partidos tienden a concentrar la inversión está donde existe una posibilidad de ganar.
Si no es casual la ciudad escogida para el debate, tampoco lo es el lugar del evento: la Texas Southern University, donde un 80% de sus estudiantes son afroamericanos.
La universidad ya envió un comunicado la semana pasada a sus empleados y alumnos donde especificó que abrirán una aplicación online para obtener boletos y está promocionando fuertemente el evento.
Según el reporte “Estados de cambio” del Centro para el Progreso Americano y Brookings, en una lista de 14 estados péndulo, donde incluyeron a Texas, mostraron que en 2016 los demócratas tenían un 39% de votantes blancos, 29% de votantes hispanos, 27% afroamericanos y 5% asiáticos y otros. La proyección para 2036 detalló un 29% de votantes blancos, 39% de hispanos, 26% de afroamericanos y 6% de asiáticos y otras minorías.
En cambio, en el lado republicano el reporte graficó en Texas en 2016 un 79% de votantes blancos, 14% de votantes hispanos, 2% afroamericanos y 5% asiáticos y otros. En 2036 la proyección mostró un 67% de votantes blancos, 22% de hispanos, 3% de afroamericanos y 8% de asiáticos y otras minorías.
“Las tendencias en la población no están con nosotros y si son capaces de ganar los distritos en la Cámara de Representantes estatal serán los demócratas quienes dibujen los mapas electorales”, explicó a Univisión Brendan Steinha, exdirector de campaña de John Cornyn, senador republicano de Texas y cofundador de la firma Steinha Strategies.
Elecciones 2020
De cara a las elecciones de 2020 el Comité de Campaña Congresional Demócrata (DCCC) decidió enfocar sus esfuerzos locales en seis distritos -10, 22, 21, 23, 24 y 31-, la mayoría de ellos con la misma característica: áreas suburbanas cercanas a las principales ciudades del estado.
“Vemos que Texas se está pareciendo cada vez más al resto del país. La población de Estados Unidos es más joven, más diversa, hay muchas personas mudándose al estado”, explicó a Univisión Noticias Avery Jaffe, vocero de DCCC en Texas.
“Hay dos grandes factores en el estado: un cambio en la diversidad de los suburbios y las tendencias en los votantes se están realineando”, agregó.
La organización abrió por primera vez una oficina en Austin, Texas, donde tiene a seis personas contratadas.
En un memorándum enviado en junio de este año por Kory Kozloski, director político del DCCC, mencionaron que “la combinación de cambios demográficos con el rechazo al presidente Partido Republicano ha cambiado todo el clima político en Texas. Al apuntar a los distritos que los demócratas ganaron por cinco puntos en 2018, nos posicionamos para acelerar estos reajustes naturales y forzar retiros en el proceso”, detalló el documento.
Para la fecha del memorándum, el DCCC aseguró que los operadores que tienen en las ciudades de Houston, Dallas, San Antonio y Austin, se habían reunido con más de 260 voluntarios y realizaron casi 40 eventos en todo el estado.
Pero aunque los pasos del DCCC muestran un cambio, todavía no se comparan con el nivel de inversión y preparación que los demócratas ponen en otros estados como, por ejemplo, Florida, donde ya tienen dos oficinas operando.
“Los republicanos sienten efectivamente que hay más competencia de los demócratas en el estado. Creo que podrían captar 1 o 2 escaños ahora, no más, pero en 2022 será cada vez más difícil predominar localmente”, aseguró Steinha.
El senador republicano de Texas John Cornyn está luchando por su reelección. El panorama es muy diferente ahora que en 2014, cuando ganó con un 61.6% de los votos. Varios demócratas se medirán en la primaria para enfrentarlo, aunque todavía no hay un candidato fuerte.
El senador republicano ha alertado a sus donantes sobre una posible elección difícil, Ted Cruz en 2018, en la que el republicano logró mantener su escaño gracias a una diferencia de 2.6 puntos.
O’Rourke ha afirmado que ese camino no está en sus planes, a pesar de la presión que está recibiendo del partido a nivel local y nacional.
La eterna promesa de la transformación de Texas de roja a azul sigue en pie. Lo que pase en 2020 puede cambiar para siempre el plan electoral de demócratas y republicanos por las siguientes décadas.