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Elecciones 2016

Cuando él dice Trump, ella dice Clinton: un matrimonio dividido por la política

Los esposos Mayra Campos y Anthony Segura se preparan para la presidencial del 8 de noviembre. Ella, que votará por primera vez, asegura que nunca elegiría al republicano como presidente. Él dice que hará todo para convencerla.
1 Nov 2016 – 09:47 AM EDT
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ALBUQUERQUE, Nuevo México. Cuando él quiere enchiladas verdes, ella las quiere rojas. Cuando ella pide una foto con el celular, él la toma con su cámara Nikon. Cuando ella dice que deben ir por aquí, él responde que es por allá... Cuando él asegura orgulloso que votará por Donald Trump, ella casi salta y exclama que “¡nunca, nunca!” votaría por el candidato republicano.

Son los esposos Anthony Segura y Mayra Campos Segura. Viven en Albuquerque, en el sureño estado de Nuevo México. Él es estadounidense, también nacido en Albuquerque. Ella nació en Ciudad de México, pero recién obtuvo la ciudadanía en marzo y este 8 de noviembre votará por primera vez.

“No, claro que no, no, no votaría por Trump”, dice Mayra, sin titubeos.

“Trump sí”, sale al paso Anthony, con energía. Ella sonríe. “Mi meta es tratar de cambiarle el pensamiento", dice el esposo. "Voy a trabajar en eso hasta el día de la elección para convencerla de que Donald Trump no es la persona que ella piensa”. Aunque luego ite: “Sé que le hablo a la pared”.

Ella insiste en que esa es una lucha perdida, pues “¡nunca!” cambiará de opinión.

De demócrata a republicano

Cuando Mayra y Anthony se conocieron –hace 12 años– él era demócrata. Había pertenecido por 25 años al Comité Central de ese partido en Nuevo México y había votado por Bill Clinton y también por Barack Obama “pensando que traería cambios”. Incluso trabajó para un alcalde demócrata, Martin Chávez, hasta que perdió su reelección en 2009 contra el republicano Richard Berry. Y entonces Anthony también perdió: su empleo. Entonces montó su propia empresa de consultoría política. Allí comenzaron sus decepciones con los demócratas.

“No hubo un demócrata que me contratara”, recuerda Segura, de 64 años. Para su sorpresa, su siguiente oferta laboral se la hizo un miembro del Gran Partido Viejo y, según cuenta, los demócratas se enteraron y, de inmediato, le pidieron que renunciara al comité central. “Esa es la razón por la que me volví republicano”.

De Trump, le gusta que es un empresario multimillonario “que conoce de negocios”, asegura, y no un político tradicional, como esos que tanto le cansan. Le apoya porque el candidato defiende la Segunda Enmienda y él es un amante de las armas: “El control de armas no va a funcionar”, dice Segura, instructor de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) desde hace más de 40 años y dueño de al menos seis pistolas y rifles de distintos calibres que espera nunca tener que accionar contra nadie.

Aunque su esposa es inmigrante y además mexicana, no está seguro de que el candidato republicano sea capaz de cumplir su promesa de sacar del país a 11 millones de indocumentados o dividir familias.

Viste orgulloso su gorra roja con el eslogan de la campaña del magnate ' Make America Great Again', porque en lo que sí está de acuerdo es en que el nuevo presidente debe perseguir a los inmigrantes delincuentes.

Una decepción

Es sábado y Mayra está trabajando.

“Para ser productivos nos tenemos que capacitar", le dice a un grupo de sus compatriotas inmigrantes –algunos indocumentados– en la conferencia ‘Despierta mexicano’. "Tal vez no fuimos a la universidad, pero tenemos que capacitarnos porque si vamos a abrir un restaurante, tenemos que hacerlo con todas las reglas“, continúa.

Mayra, de 51 años, se graduó de odontóloga en México. En Chihuahua tuvo dos consultorios, pero cuando el narco secuestró a uno de sus dos hijos y continuaron las amenazas, dejó su país. “Lo perdí prácticamente todo”, se lamenta. En Estados Unidos no puede ejercer su profesión. Apenas logró estar como voluntaria en una clínica dental un día a la semana... era su “día feliz”.

Ahora, todo lo que hace es con hispanos. Con la organización “De comadre a comadre” motiva a mujeres latinas que tienen cáncer a superar la enfermedad, como ella misma lo hizo. Además, es presidenta del club Toastmaster Albuquerque en español, que busca convertir a los hispanos en comunicadores “competentes y líderes”.

Por todo lo que hace, no entiende cómo es que Anthony votará por Trump.

“Cuando él habla de esa manera (sobre Trump) yo, la verdad, es que siento un poco de decepción, porque él sabe que estoy trabajando mucho con la comunidad hispana”, dice Mayra.

Ella no votará por Trump porque cuenta que ha vivido la discriminación en carne propia, cuando en un punto de control de la frontera entre Estados Unidos y México –de este lado– los oficiales la detuvieron, la bajaron de su carro, la esposaron y la acusaron de llevar en su auto una marihuana que nunca encontraron.

"Estamos juntos porque los opuestos se atraen"

Pero en medio de tanta diferencia, Mayra y Anthony tienen algo en común: México. Ella porque es su tierra. Él incluso dice que conoce el Chihuahua de su esposa “como la palma de mi mano” y que ama a su gente. Disfrutan bailar rancheras y Anthony siente la música mexicana tanto como si fuera suya: “¡Viva... viva!”, grita a los mariachis que cantan “Viva Chihuahua” en un restaurante mexicano durante un almuerzo con amigos.

“¿Que qué tenemos en común?”, pregunta Anthony. “Ni una sola cosa”, responde. “Somos totalmente opuestos. Estamos juntos porque los opuestos se atraen. ¿Habías escuchado eso antes?”, dice entre risas.

También les gusta viajar. Él cuenta orgulloso que la ha llevado a París, a Alemania, a Luxemburgo... y que una vez intentaron viajar a Londres, pero no consiguieron pasaje.

Ella recuerda con ilusión que su relación empezó por las tías de Anthony, que los presentaron; que se conocieron durante un mes de largas conversaciones telefónicas en las que ella hablaba su mal inglés y él su mal español; que se vieron por primera vez en Chihuahua, cuando él manejó más de 500 millas para conocerla; y que las cinco veces que su cáncer de seno ha reincidido, Anthony ha estado allí, acompañándola.

“El otro día alguien me preguntó si eso (el conflicto político) podría ser causa de divorcio”, cuenta Mayra. “No creo”, se responde a sí misma. “Si nos divorciamos será por otra cosa”, dice entre risas.

–¿Lo amas?
¡Claro! –responde ella.
–¿La amas?
Of course.

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