“Perdí el 99% de la visión en un ojo”: para la retinopatía diabética controlar el azúcar es esencial
Me diagnosticaron diabetes tipo 2 en noviembre de 2010, a los 35 años de edad. Tuve numerosas señales de alarma como mucha sed y orinar con excesiva frecuencia; pero no les presté atención, pensé que usando medicina alternativa podría mejorar las cosas y fue un grave error, porque si hubiera tenido ayuda médica desde el principio quizá hubiera podido prevenir la complicación de la retinopatía diabética.
Durante muchos años no me hice exámenes de sangre y cuando finalmente los tuve entre mis manos, los valores estaban muy mal. Eran tan elevados que me llamaron del laboratorio queriendo repetirlos. Fue entonces cuando mis médicos me diagnosticaron diabetes tipo 2. De inmediato tuve que someterme a un tratamiento con altas dosis de medicamentos hasta que logramos nivelar mis niveles de azúcar en la sangre.
En cuanto nos enteramos del diagnóstico, mi esposa y yo nos abocamos a estudiar la enfermesas en su totalidad. En tres meses ya mis valores estaban controlados y eso no fue sólo gracias a mí, sino también a ella. Fue un trabajo de equipo.
En mi familia no había antecedentes de diabetes. Mi causa fue metabólica porque durante mi juventud sufrí de sobrepeso. A los 20 años llegué a pesar 400 libras (185 kilos) hasta que un buen día, sin pensar en la diabetes ni mucho menos, decidí adelgazar y logré perder 70 kilos en un año. Pero ya el daño al páncreas estaba allí.
Al enterarme de que era diabético y buscar información en internet me asusté mucho. Mi doctor me dijo que qué hacía indagando allí, si él estaba ahí para responder a todas las preguntas. Uno tiene que confiar y tener una buena relación con el médico que te está tratando. Hay muchos mitos circulando en Internet y tienes que buscar fuentes legítimas de información.
“El daño ya estaba allí”
Cuando te hablan de diabetes nunca piensas en los ojos y la verdad es que nunca me dieron información sobre esa posible complicación cuando me explicaron el estado de mi salud. Quizá el médico mencionó algo vagamente sobre revisarme con un oftalmólogo, pero nada más.
Pensé que ya tenía controlada la diabetes, hasta que de repente un día, en cuestión de segundos, mientras veía un partido deportivo en casa de unos amigos, perdí por completo la visión del ojo derecho. En ese momento no tenía idea de lo que estaba pasando.
Me diagnosticaron retinopatía proliferativa avanzada y lo más asombroso es que para el momento en que ocurrió tenía mis valores de azúcar perfectamente normales, pero ya el daño estaba allí desde hacía tiempo.
La retinopatía se origina cuando los niveles altos de azúcar en la sangre deterioran los vasos sanguíneos de la retina, que pueden hincharse y tener fugas de líquido.
Dado lo avanzado de mi retinopatía –que estaba en el peor estadio– mis médicos concluyeron que probablemente estuve entre tres y cinco años siendo diabético, sin ningún tipo de control. En un instante perdí el 99.9% de la visión del ojo derecho y, poco después, me vino otra hemorragia en el ojo en la que perdí el 30% de la visión del ojo izquierdo.
Los médicos me explicaron que, aunque la retinopatía es una condición irreversible, sí puede tener dos estados: activo o inactivo y lo ideal es mantenerla en ese estado inactivo para que no se generen nuevos daños capilares dentro de la retina. También me dijeron que era posible que al limpiar las hemorragias de mis ojos pudiera recuperar parte de la visión, pero que no había garantías.
Mi esposa y yo somos extremadamente positivos y siempre pensamos que sería pasajero y que luego sería una historia más que contar. Como diseñador gráfico, yo necesitaba de mis ojos para trabajar, pero durante meses estuve inhabilitado para hacer cualquier cosa.
Nos buscamos el mejor equipo de médicos en mi país (Venezuela) y ahí comenzamos un proceso bastante difícil de inyecciones intraoculares y terapias láser. Lo que se hace es cauterizar los capilares anormales para evitar que haya sangramiento. El tema es que a veces están localizados sobre el nervio ocular y el dolor es muy intenso. Durante una cirugía de cataratas se hacen unos 3 disparos láser al ojo. Tan sólo en el ojo izquierdo yo recibí más de 1,000.
Después de esas terapias, me sometí a una vitrectomía, una cirugía en la que se extrae el gel vítreo y la sangre de los vasos anormales en la parte de atrás del ojo.
Un 20/20 imposible
Al salir del quirófano y escuchar al médico decir que todo había salido bien, le pregunté si quedaría 20/20, a lo que respondió que me acababan de abrir el ojo. Que una cosa era ser optimista, pero que había que ser realista. Yo le dije que ya vería cómo sí iba a quedar 20/20.
Un mes después en la consulta del postoperatorio el médico no podía creerlo: estaba en 20/20. Me hizo muchísimos estudios porque era médicamente imposible, pero así fue. Tengo visión 20/20 y ni siquiera uso lentes, aunque sí perdí algo de visión nocturna y a veces los ojos se me cansan mucho.
A los dos años de esa operación ya estaba trabajando y ahora, luego de haber emigrado a Estados Unidos, solamente debo chequearme los ojos cada seis meses. Cada vez que voy al médico y escucho que no hay actividad nueva es la mejor noticia.
Para mantener la retinopatía inactiva la clave está en controlar la diabetes porque si se reactiva y llega a la mácula, ahí no hay nada que hacer. Evitar los picos, mantener normales los niveles de A1C. Algunos médicos a veces te dicen que un buen número es 7, pero para mí tienen que estar en 5. El médico es un guía, pero uno es el conductor.
Sigo una dieta estricta, pero a veces me porto mal. Si salimos en familia a un restaurante y todos comen un postre, no voy a ser el único comiendo una rama de celery. Lo importante es mantener un balance. No se trata simplemente de tomarte una medicina. Es hacer conciencia: tener una alimentación más sana, una vida con menos estrés, dormir bien, tener cuidado con cosas tontas, como cortarte las uñas de los pies con mucho cuidado.
Para mí la diabetes no es una enfermedad, es una condición: tengo que vivir con ella, pero quien manda soy yo. A quienes escuchan el diagnóstico por primera vez les digo que busquen ayuda, que pregunten todo a su médico. Que no hay preguntas tontas. Poco a poco uno puede lograr lo que quiere.