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Montamos una bicicleta Ikea y te contamos si vale la pena

Hay que trabajar un poco para disfrutar la Sladda, la nueva bicicleta armable que la compañía sueca diseñó. ¿Podrá aguantar los rigores de una ciudad estadounidense?
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22 Mar 2017 – 01:00 PM EDT
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La nueva bicicleta Sladda de Ikea en su hábitat natural. Crédito: (Andrew Small/CityLab)

Cuando Mark Twain hizo una reseña de un velocípedo de rueda grande en 1884, aconsejó aprovechar este aparato. “Consígnate una bicicleta. No te arrepentirás… si vives”, escribió.

Esa cautela persistió mientras que revisé el montón de piezas con forma de bicicleta que tenía a mis pies. Ikea —la empresa sueca que vende muebles— recientemente empezó a vender su propia bicicleta, un modelo utilitario llamado Sladda que fue diseñado para trabajadores urbanos que viajan a sus empleos en bici (lo loco es que el nombre significa ‘patinar’ en sueco). Al igual que los muebles elegantes pero baratos, la Sladda llega a los consumidores en una caja enorme llena de materiales de embalaje y llaves Allen. Se requiere ‘algún’ montaje, como dicen los productos Ikea .

Nuestra Sladda fue entregada a las oficinas de CityLab la semana antepasada. Mis colegas me desearon buena suerte y un “feliz viaje”. Pero me sonó más a: “recuerdo cuando mi estante de libros se vino abajo... en este caso, tú eres los libros”.

Ikea está comercializando su bicicleta por 399 dólares (ese es el precio para los del programa de recompensas ‘Family’ de la empresa) y la promociona como “ la bicicleta ideal para la movilidad urbana”: una manera asequible de hacer que las personas que no sean ciclistas empedernidos vuelvan a montar, con un modelo directo de las utopías ciclistas progresistas de Escandinavia. La bicicleta está diseñada para ser barata, animada y mayormente sin necesidad de mantenimiento. De manera muy parecida al Model T original de Henry Ford, la puedes conseguir en cualquier color que quieras, con tal que ese color sea blanco. En lugar de usar una cadena grasienta, el sistema de transmisión utiliza una correa y hay un sistema de piñón automático sin cambios y un par de rejillas en la parte delantera y trasera para ayudarte a transportar tus cosas.

Sobre el papel, las especificaciones de la bicicleta son impresionantes por este rango de precio. Pero queríamos ver si esta bici era una verdadera maravilla urbanista o sólo otro mueble que se descartará en cuanto se descomponga el aglomerado.

El Sladda de Ikea y sus rios tal como llegaron a la sede de CityLab en Washington, D.C. (izquierda) y la etiqueta de la caja, herramientas y manual de instrucciones (desde arriba hasta la derecha inferior) (Andrew Small/CityLab).

El proceso de montaje —el cual mi colega Natasha Balwit y yo documentamos en Facebook Live— fue bastante claro. El video lo puedes ver acá:

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En video: armamos la nueva bicicleta de Ikea

Cualquiera que haya luchado para armar un librero BILLY o un mueble BESTA conocerá las instrucciones tipo caricatura sin palabras y las bolsitas de plástico de pequeños tornillos, pernos y arandelas. Un consejo clave: a diferencia de los muebles de madera de Ikea, el armazón de aluminio de la bicicleta significa que no hay mucha flexibilidad para los tornillos, así que no debes barrer la rosca tratando de forzarlos.

Después de que se apagó la cámara, ese fin de semana pasé una hora más apretando y remendando partes, así que llevé a la Sladda a District Hardware para una revisión profesional. Allí conocí al mecánico Mike Rosenberg, quien confirmó que lo había montado correctamente.

Por ser una bicicleta comercializada hacia los no ciclistas, Rosenberg dijo que la Sladda tiene algunos componentes de calidad. Le impresionó el buje Sram de dos velocidades con cambio automático y la moto plato Continental. “Estas son piezas legítimas que podría venderle a un cliente”, dice. “Es muy utilitaria, hecha para necesitar tan poco mantenimiento como sea posible, muy básica de la mejor forma”.

A Mike le gustan las bicicletas. A nosotros nos gustan las bicicletas. Por lo tanto, a nosotros nos gusta Mike (Andrew Small/CityLab).

David Maxwell, un colega de Rosenberg, vio la marca estampada en los es de bambú de la rejilla trasera de la bicicleta. Estaba asombrado.

“¿Ikea?”.

“Sí, viene embalada en una caja plana y todo”, dijo Rosenberg.

Le pregunté a Rosenberg cómo la Sladda parece compararse con otras bicicletas que se pueden ordenar en línea y montar. “Parte de eso es que Ikea es un nombre reconocido. Confío en esto más que en algunas de esas otras bicicletas porque he montado tantos muebles Ikea”, dice. Una alternativa podría ser una bicicleta híbrida de 400 a 500 dólares con piñones completos. Pero los rios de la Sladda —tal como la rejilla delantera de 25 dólares, la rejilla trasera de 20 dólares, la bolsa de jinete de 20 dólares y hasta un candado U-lock de 15 dólares de la marca Ikea que ordenadamente se fija al armazón— costarían más si se compraran individualmente de varios fabricantes individuales.

Es posible que el lanzamiento de Ikea en el mercado de bicicletas con una bici de bajo mantenimiento enviado directamente a consumidores represente una amenaza a tiendas familiares de bicicletas como esta. En The Economy of Cities (La economía de ciudades), Jane Jacobs describió cómo los montadores de bicicletas en Tokio a finales del siglo XIX fueron subcotizados por las bicicletas importadas más baratas. Pero las compañías adaptaron al convertirse en lo que Jacobs llamó “fabricantes ligeros”: en lugar de crear bicicletas completas, realizaron reparaciones y fabricaron piezas de repuesto.

Es hora de montar. (Andrew Small/CityLab)

Entonces, ¿qué tal anda?

Cuando saqué a la Sladda para probarla en un sábado soleado, era silenciosa… demasiado silenciosa. El sistema de transmisión de correa produce un pedaleo muy suave y callado (y evita que tus pantalones se pongan grasientos). El buje de dos cambios —el cual automáticamente se mete a una velocidad inferior en paradas o cuando se va cuesta arriba— también es sigiloso. Si se pedalea con fuerza, se siente cómo mete una velocidad superior. Pesando unas 33 libras, no es una máquina ligera, pero frena rápida y seguramente gracias a un freno delantero de disco. También hay un freno trasero de pedal —justo como había en la bicicleta que tenías de niño— que seguramente llamará la atención del mercado infantilizado de adultos emergentes o servirá para unas patinadas sabrosas con el freno de pedal.

La Sladda también ofrece varias características dirigidas hacia los residentes urbanos, entre ellas una pata de cabra central para mantener la bici vertical, lo cual minimiza el espacio que ocupa en un departamento pequeño y hace que sea más fácil guardarla en una percha. También hay atención con los detalles: una campanita discreta incorporada y un espacio para fijar una luz a la rejilla trasera cuando se monta de noche.

Un reto para los ciclistas más serios es el hecho de que la Sladda tiene un armazón unisex de tamaño único: los asientos y los manillares fácilmente se ajustan hacia arriba y hacia abajo, y se puede escoger entre ruedas de 26 ó 28 pulgadas. Para cualquiera que esté acostumbrado a la uniformidad de equipo de los servicios de compartir bicicletas, el tamaño inflexible quizás no sea un factor decisivo para no comprarlo, pero los ciclistas más serios quizás prefieran un armazón hecho más a la medida.

Fíjate en el logotipo amarillo y azul justo arriba del buje. (Andrew Small/CityLab)


La Sladda es una bicicleta atractiva. El recubrimiento blanco de polvo de poliéster tiene cierto aspecto que recuerda al iPod clásico. Las piezas con las que se fijan las rejillas delanteras y traseras son prolijas, pero quizás tenga que forzar unos cuantos tornillos para evitar que se desplomen como una cómoda Malm, y tengo dudas en cuanto a su resistencia con el uso diario. Eso también se aplica al remolque opcional de Ikea, el cual no hemos probado todavía.

En fin: si eres un ciclista serio, un aficionado de reparar bicis o uno de aquellos locos determinados que transporta a sus hijos en una de esas plataformas de carga que usan energía eléctrica, esta quizás no sea la mejor bicicleta. Es bastante pesada, el piñón de dos velocidades hace que cueste trabajo subir lomas y su durabilidad a largo plazo es más o menos una pregunta abierta (si bien el armazón está cubierto por una garantía limitada de 25 años y la transmisión de correa está cubierta por una garantía de 10 años). Pero como un modelo sencillo para las ciclovías urbanas, la Sladda quizás sea lo que necesites.

La rejilla delantera del Sladda puede servir de mesa de comedor o bien de carrito para llevar comestibles (Andrew Small/CityLab).

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El conjunto completo de la Sladda de Ikea, listo para la acción (Andrew Small/CityLab).

¡ACTUALIZACIÓN!

Durante el fin de semana, también puse a prueba el remolque Sladda, de la forma más Ikea posible: compré una cómoda RAST en Craigslist y me la llevé a casa. La bicicleta arrastró al mueble de tres cajones en este remolque desde una silenciosa calle en el vecindario de Shaw, en Washington DC, a mi casa en Woodley Park, cerca del Zoológico Nacional. El remolque dice que puede llevar hasta 100 libras, así que este mueble de 27 libras no fue un problema. Con la cómoda hacia el lado y asegurada con elásticos, pasé a los autos en la avenida Florida, avancé por construcciones en Adams Morgan y crucé el puente Duke Ellington sin causar ninguna raya o dañar el mueble. Ningún automóvil ni periodista de CityLab fue herido en el proceso.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.

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