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Luego del Estado de la Unión, la renovación de la infraestructura de EEUU todavía es una interrogante

Casi no hubo detalles en el discurso del presidente Trump respecto a este tema. Sin embargo, las ciudades y estados no están optimistas al respecto.
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31 Ene 2018 – 04:25 PM EST
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¿De qué se trata realmente el plan de infraestructura de Trump? En la foto, el presidente habló en su primer Estado de la Unión ante el Congreso, en Washington DC. Crédito: Chip Somodevilla/Getty Images

El primer discurso del Estado de la Unión de Donald Trump fue un intento de construir puentes. Puentes literales, como los 56,000 que han sido calificados como “estructuralmente deficientes” a lo largo y a lo ancho de Estados Unidos. Y puentes políticos: temas en la agenda diseñados para motivar tanto a conservadores como liberales, incluyendo la infraestructura.

“Construiremos nuevas y brillantes calles, puentes, autopistas, ferrovías y acueductos a través de nuestra tierra”, dijo el mandatario. “Y lo haremos con corazón estadounidense, manos estadounidenses y agallas estadounidenses”.

Más allá del incierto desafío de cerrar brechas en el territorio, la economía y en Washington DC, el presidente no entregó muchos detalles sobre el tema de la infraestructura. No dijo mucho sobre cómo se plasmará el billón y medio de dólares en inversiones, más allá de breves comentarios pidiendo el apoyo de inversionistas privados, ciudades y estados. Sin embargo, una y una filtración de un documento publicada en el sitio Axios nos entregan algunos detalles. Y estos no son precisamente una señal de paz entre republicanos y demócratas.

De acuerdo a la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles, Estados Unidos enfrenta un déficit de al menos 2 billones de dólares para lograr que su infraestructura sea “adecuada”. En términos globales, el país está en el puesto 10 en relación a la calidad de su infraestructura, según el Foro Económico Mundial.

El presidente ha prometido por más de un año un plan de un billón de dólares para este aspecto, sin embargo en el discurso dedicó tiempo a otros temas, como la reducción de costos médicos, la seguridad nacional y la reforma migratoria para reducir el paso de indocumentados. “Trump usó más tiempo hablando de la pandilla MS-13 que da la infraestructura”, comentó el periodista Jim Roberts en Twitter.


El mandatario sí describió, en términos amplios, un plan para “recuperar” la “herencia constructiva” del país. Llamó al Congreso a producir una propuesta que genere “al menos 1.5 billones de dólares” en gasto en infraestructura. Sin especificar cuánto financiamiento ofrecerá el gobierno, Trump declaró que cada dólar de federal debe tener su contraparte en los gobiernos locales y estatales y, “cuando sea apropiado”, también inversiones privadas. Este plan “solucionaría de manera permanente el déficit de infraestructura”, dijo el mandatario. “Nosotros podemos hacerlo”.

Durante el discurso también de enfatizó el deseo de acelerar la planificación de proyectos federales de infraestructura. “Cualquier proyecto de ley debe apurar el proceso de permisos y aprobación, de manera de que no sea más largo que de dos años, o incluso de un solo año”, dijo Trump.

Históricamente, la infraestructura ha sido un tema en el que la izquierda y la derecha trabajan juntos. La mayoría de los estadounidenses han logrado estar de acuerdo en que la solución para las calles llenas de hoyos, las añejas vías férreas y las tuberías de agua con toxinas es pagar para solucionarlas. De hecho, esta opinión se mantiene: una encuesta realizada en 2017 estableció que casi tres cuartos de los estadounidenses sí pagarían más impuestos para tener mejores calles.

De acuerdo a un comunicado de la Casa Blanca, publicado el martes, el plan de un billón de dólares para infraestructura contempla que la mitad de los fondos federales –la cantidad precisa no está clara– irían para “incentivar” inversiones por parte de los gobiernos locales y estatales. Otro cuarto de los fondos federales iría para la reconstrucción de calles, acueductos, conexión de internet de banda ancha y líneas eléctricas en comunidades rurales. Algunos de los fondos restantes serán usados para desarrollar proyectos “transformativos” de infraestructura.


Estos planes van en una línea muy similar a los publicados por Axios, en los que se dan más detalles sobre cómo se harán estas inversiones. De acuerdo a lo poco que se sabe, las especificaciones del paquete de infraestructura de Trump harán muy difícil que se financie de manera amplia un proyecto.

De acuerdo a ese documento, la ‘Iniciativa de incentivos para la infraestructura’ entregaría fondos basados en la capacidad de que los beneficiados paguen un 80% del valor total, ya sea usando peajes en las carreteras o aumentando impuestos. Esto está bastante lejos respecto a cómo se financian hoy las carreteras federales, las que requieren solo un 20% de apoyo local.

Los líderes locales privados están entusiastas por un sistema de financiamiento que transfiera dinero directamente desde las arcas federales a los sistemas de caminos, transporte y acueductos. Luego del discurso, compañías de ingeniería y tecnología de transporte aplaudieron los gestos del presidente sobre este plan de infraestructura. Sin embargo, los alcaldes, gobernadores y expertos en infraestructura han criticado duramente la idea de un programa de fondos que solo recompensará a los actores más ricos.

“Habrá muchas jurisdicciones alrededor del país que desesperadamente necesitan reparaciones y nueva infraestructura que difícilmente logran recaudar ese 20%, y mucho menos un 80%”, dijo Steve Adler, alcalde de Austin, durante una reunión de la Conferencia de Alcaldes de EEUU la semana pasada.

El martes en la noche, los críticos de plan clasificaron esta idea de Trump de “promover” el apoyo de gobiernos locales y el sector privado como una “estafa”.

Acelerar los permisos y flexibilizar las regulaciones podría ser algo positivo en algunos aspectos, pero los grupos activistas y expertos en políticas públicas están preocupados de que esto lleve a debilitar los estándares en temas de aire y agua.

“Solo es necesario recordar la crisis del agua en Flint para preocuparse sobre la fiscalización medioambiental y los estándares de seguridad respecto a la calidad del agua, el monitoreo, los materiales usados en construcción y temas como la contaminación”, dijo David M. Van Slyke, decano de la Escuela de Ciudadanía y Asuntos Públicos en la Universidad Syracuse.

Más allá de todo esto, el gobierno de Trump no ha propuesto ningún tipo de financiamiento nuevo para el programa de fondos. En la misma reunión de alcaldes de EEUU, el asesor de infraestructura de la Casa Blanca DJ Gribbin dijo que el dinero podría venir de cortes presupuestarios en Amtrak o programas de transporte público. El documento filtrado propone generar fondos de infraestructura vendiendo bienes federales y promoviendo la extracción de minerales y energía en terrenos federales.

Si las palabras de Gribbin terminan siendo reales, eso podría significar que los estados y ciudades terminen perdiendo financiamiento federal antes de conseguir nuevos fondos. Y si la propuesta filtrada es correcta, el negocio podría terminar siendo aún peor. Por ejemplo, digamos que el gobierno federal cede nuevas tierras en Nevada, para la extracción de gas o de minerales, o vende proyectos hidroeléctricos en la costa noroeste del país. Solo si estos proyectos terminan siendo suficientemente grandes, los estados y ciudades podrían lograr algo de dinero de vuelta a través de estos fondos de infraestructura.

Pero encima de esto, imagínate cómo se verían proyectos que justamente buscan reducir las emisiones de carbono y la contaminación, como las expansiones de transporte público en Los Ángeles y Seattle. Los líderes locales podrían verse obligados a pedir fondos federales generados por ventas federales que dañan el medioambiente: se trata de una pérdida neta en muchos sentidos y pésimas políticas para muchos estados. Imagínate intentar financiar la nueva flota de buses eléctricos de tu ciudad con las ganancias del fracking.

Lograr el apoyo de ambos partidos en el Congreso, así como de alcaldes y líderes locales, siempre iba a ser algo complejo. 61% de los estadounidenses cree que Trump ha hecho más para dividir al país que para unirlo, de acuerdo a una encuesta reciente de NPR/PBS NewsHour/Marist. Un grupo de líderes locales de alto nivel simplemente se ausentaron de una reciente reunión en la Casa Blanca con el presidente, en la que se debía hablar de infraestructura, luego de que el gobierno amenazara con obligar a comparecer a 23 ciudades, condados y estados por las políticas de ‘santuario’ en temas migratorios.

Más allá de todo esto, la idea de un plan de infraestructura que no propone nuevo financiamiento no debería generar mucho entusiasmo en el Congreso. “Es algo opuesto a la forma en que normalmente se comienzan estas cosas”, dice Adie Tomer, investigador en el programa de Políticas Metropolitanas de la Institución Brookings. “No vas a encontrar a alguien en el Congreso durante los últimos veinte años que no crea que no se deberían financiar directamente las inversiones que se hacen a nivel federal”. Tomer sospecha que cualquier proyecto de ley nuevo sobre infraestructura debería ser construido desde cero en el Congreso.

A través de este discurso, Trump evocó la idea de EEUU como un “país de constructores”. Él calificó al ícono de su ciudad, Nueva York, como un ejemplo de un pasado constructivo más orgulloso, en comparación con lo que se hace hoy. “Construimos el Empire State en un solo año”, dijo el presidente. “¿No es una desgracia que ahora nos tome diez años en solo conseguir un permiso aprobado para una simple calle?”.

En Twitter, el público no se demoró en observar que fueron inmigrantes los que construyeron la torre del Empire State y que fue alzada en una carrera para construir el edificio más alto del mundo. De hecho, cinco personas fallecieron en el camino.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.

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