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CityLab Transporte

Los beneficios sorprendentemente desiguales de los vehículos eléctricos (ilustrados en mapas)

Hay una gran brecha entre quienes reciben el aire más limpio en la ciudad y el campo.
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25 Dic 2016 – 09:18 AM EST
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Por ahora, no todos se ven favorecidos por los autos eléctricos. Crédito: Miles Willis/Getty Images

Si sólo escucharas a los ‘predicadores’ de los vehículos eléctricos —entre ellos Elon Musk, el ex alcalde de Londres Boris Johnson o hasta Justin Bieber— quizá pienses que tales vehículos son las maquinas más ecológicas que se han inventado desde la creación de la rueda hidráulica.

Estados Unidos —al igual que China, Europa y Reino Unido— ha incentivado fuertemente a las compras de los vehículos eléctricos (VE) para acelerar la electrificación, otorgando miles de millones en subvenciones para compradores y fabricantes. A principios de noviembre, el Departamento de Transporte se gastó unos cuantos miles de millones en una red de 25,000 miles de estaciones de recarga para los VE. Todos estos incentivos parecen estar funcionando: actualmente están aumentando las compras de los VE (por supuesto, solo hay unos 400,000 de ellos en las calles estadounidenses, más o menos un 0.16% de todos los autos).

¿Pero todos los estadounidenses ya están respirando más tranquilos gracias a los VE? ¿Y cuánto podría 'enfriarse' el planeta debido a su adopción? Estas son preguntas que siguen siendo debatidas arduamente. Según un nuevo artículo académico publicado por la National Bureau of Economics (Oficina Nacional de Economía), la respuesta a estas preguntas es un "depende". Los investigadores examinaron los costos de calidad de aire y los beneficios de autos eléctricos registrados a nivel de condado en todo Estados Unidos y después los analizaron según ingreso y raza. Parece que algunos estadounidenses están respirando aire mucho más limpio de lo que hubieran respirado en caso contrario, pero otros están viviendo peores condiciones de aire, y los ganadores y perdedores mayormente se dan según divisiones urbanas y rurales.

No en todos los lados son positivos


Pero, ¿cómo alguien podría sufrir debido a un vehículo que no usa gasolina? Los VE individuales quizá no tengan emisiones, pero su electricidad tiene que venir de alguna fuente. Cada vez que los conductores conectan sus autos, ellos están usando corriente de centrales eléctricas que quizás estén quemando carbón, gas natural u otros combustibles fósiles.

Quizá también estén usando electricidad generada por el sol, el viento, fuentes nucleares o de hidroenergía. Entonces se podría decir que los VE tienen 'tubos de escape largos'. Con frecuencia dependen de centrales eléctricas ubicadas en áreas rurales que están muy lejos de los centros urbanos donde la propiedad de los VE está fuertemente concentrada.

Esto también tiene implicaciones para quien gana y pierde a lo largo de la localización, la raza y el ingreso. Antes de explicar por qué es así, hay que explicar la metodología del estudio. Sus coautores —los investigadores económicos Stephen Holland, Erin Mansur, Nicholas Muller y Andrew Yates— trazaron los costos y los beneficios de la adopción de los VE en términos de las emisiones que expelen al aire. No se trata de sólo dióxido de carbono sino también de contaminantes que afectan a la calidad del aire local, entre ellos dióxido sulfúrico, nitrógeno, partículas en suspensión y compuestos orgánicos volátiles. Sumaron todas las emisiones generadas por los VE que se compraron en condados en todo Estados Unidos (basados en datos de matrícula de vehículos) y las compararon con las emisiones que se hubieran generado por autos de gasolina que en caso contrario hubieran comprado los conductores de VE (para crear un modelo de estos ‘chupagasolina’, los investigadores ponderaron el promedio de las emisiones de las primeras 10 alternativas a la gasolina que se identifican con mayor frecuencia según los estudios de mercado; asumieron que cada tipo de auto se condujo 15,000 millas).

No sorprende que los lugares con los mayores índices de adopción de los VE obtuvieron aire más limpio como resultado. Las áreas urbanas fueron las beneficiarias claras, ya que un abrumador 98% de las matrículas de EV se hacen en ciudades. Pero, mientras tantos, algunos condados rurales —particularmente los que quedan más cerca de los centrales eléctricas que queman carbón— realmente perdieron.

La contaminación exportada e importada


Poner estos resultados en un mapa dejan las cosas más claras. En el gráfico N°1 abajo, los investigadores muestran todos los beneficios ambientales (en color azul) y los costos (en rojo) que los VE generan dentro de sus propios condados y que exportan a otros, un factor de emisiones reducidas de gas y actividad aumentada en los centrales eléctricos. Debajo, el gráfico N°2 muestra todas las emisiones que los VE están generando dentro de sus propios condados e importando de otros, basándose en los mismos factores.


En el primer mapa notarás que una buena parte del país simplemente se mapea en blanco. Eso es porque hay pocos VE en esas partes del país, por lo que no hay efecto. Esencialmente, las únicas partes azules están en ciudades en la Costa Oeste y en el Oeste Montañoso. Altos niveles de compras de VE en ciudades como Los Ángeles, San Francisco, Denver y Phoenix están creando aire más limpio para los lugareños y no están exportando tanta contaminación debido a que tantos estados del oeste han cerrado plantas de carbón a favor de fuentes energéticas renovables.

Pero no es así en la mayoría de las ciudades, entre ellas Chicago, Dallas y Atlanta, las cuales aparecen en rojo oscuro. Aún si estas ciudades quizá tengan aire más limpio a nivel local, los VE están exportando emisiones a otros lugares que generan su electricidad requerida. A fin de cuentas, los VE en esos centros urbanos le están costando al país. Esto se vuelve muy claro en el segundo mapa. Muchos de los condados que eran blancos en el primer mapa ahora son rojos; están importando más costos ambientales de lo que están exportando o creando como beneficios.

Para un ejemplo de donde vienen, mira al área metropolitana de Atlanta, que domina el condado Fulton de Georgia. Se compran más vehículos eléctricos allí que en cualquier otra región gracias a considerables subvenciones estatales y federales, así como otros incentivos locales. Como resultado, el condado Fulton como tal está respirando aire más limpio y tiene menos emisiones de tubos de escape. De hecho, es de color azul claro en el segundo mapa, pero los condados a su alrededor son rojos. Esencialmente los VE de Atlanta están impulsando la contaminación a otros condados, particularmente a las Carolinas, donde las plantas de carbón están proporcionando energía a esos autos y dispersando contaminantes ampliamente. Es por eso que el condado Fulton sale en color rojo oscuro en el primer mapa.

“Atlanta recibe aire más limpio debido a las personas del condado Fulton, pero también está empeorando el resto del país”, dice Yates, un economista ambiental en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill y uno de los coautores del estudio. “Esa es realmente la historia urbana”.

La división entre áreas rurales y áreas urbanas en cuanto a los impactos ambientales de los vehículos eléctricos es aparente en una buena parte del país, lo cual tiene implicaciones a lo largo de raza y clase social. Yates y sus coautores encontraron que —debido al hecho de que los estadounidenses más pudientes están más concentrados en áreas urbanas— tienden a disfrutar más de los beneficios de los vehículos eléctricos mientras que los estadounidenses más pobres corren con los gastos. Y, debido a que representan un mayor porcentaje de poblaciones rurales, las poblaciones blancas y negras sufrieron más en promedio por cápita que las poblaciones hispanas y asiáticas.

Pero el futuro se ve mejor


A lo mejor algunas de estas investigaciones la parecen familiares. Junto con el periodista Eric Jaffe cubrimos un estudio muy parecido por los mismos autores en el verano de 2015. El artículo examinó hipotéticamente a las compensaciones a nivel de condado entre autos eléctricos y autos que usan gasolina y encontró que los VE conducidos en condados con centrales eléctricos de fuentes ‘sucias’ (como carbón) dañan la calidad de aire más que los autos que usan gasolina. El tema resultó muy polémico entre comentaristas en el sitio de CityLab, por lo que Jaffe escribió una segunda nota que exploró profundamente a las advertencias del artículo, las cuales coinciden con las de este artículo nuevo.

Específicamente, este estudio utilizó los últimos datos —totalmente revisados— de la Agencia de Protección Ambiental sobre las emisiones de centrales eléctricos, los cuales son de entre 2010 y 2012. Datos anticuados son inevitables en esta área de investigaciones. “Las bases de datos científicos mueven lentamente”, escribió Jaffe. Pero es importante entender que la situación reflejada en estos datos representa el pasado, no el presente. Estados a lo largo del país rápidamente están limpiando sus redes eléctricas gracias a los programas cap and trade (sistemas de derechos de emisión en que se fijan límites máximos y existen intercambios de derechos de emisión), así como inversiones en energía renovable, normas de calidad de aire más estrictas y el cierre de más plantas de carbón. En cuanto los datos recientes de emisiones se vuelven disponibles, el mapa ya no se verá tan rojo en las regiones rurales de Estados Unidos.

Además, estas investigaciones no incluyen ningún análisis de emisiones ‘contracorrientes’ de cualquiera de los dos tipos de vehículo. En el caso de los autos que usan gasolina, tales emisiones contracorrientes consisten en la extracción de petróleo, la refinación y la distribución, mientras que en el caso de los autos eléctricos, tales emisiones se dan con la producción de baterías. Diferentes estudios han sacado conclusiones opuestas en cuanto a cuál tipo de vehículo tiene un ‘ciclo de vida’ más limpio en general, basado en los datos existentes sobre emisiones. Este es un asunto increíblemente contencioso. Por lo menos un estudio revisado por pares ha concluido que cuando se toman en cuenta todas las emisiones contracorrientes, los VE que obtienen su energía de plantas de carbón son peores para el medioambiente que los autos de gasolina. Otros estudios —entre ellos un reporte notable de la Unión de Científicos Preocupados— han encontrado que los VE se comparan favorablemente con los autos de gasolina en cuanto a emisiones.

El estudio tampoco dice nada sobre el futuro de los automóviles, el cual es mucho más brillante para los VE que para los autos de gasolina. Esto se debe al hecho de que una buena parte del país está cambiando para usar gas natural y fuentes renovables para proveer energía a las redes eléctricas… y es probable que esto mejore a lo largo del tiempo. “Si tienes un VE durante una década (…) tiene el potencial de volveré más limpio cada año a medida que la red eléctrica se vuelve más limpia… en cierto sentido, se está actualizando en tiempo real”, escribió Jaffe. La economía de combustible para los autos que usan gasolina también se está mejorando en general —particularmente con la meta ambiciosa del presidente Obama de obtener 54.5 millas por galón para 2025— pero un auto individual que usa gasolina no se volverá más eficiente en cuanto lo compres.

Siempre y cuando los autos eléctricos y la red que les da su energía se siguan volviendo más limpios —y es probable que seguirán así, a pesar de Donald Trump, los estadounidenses rurales no estarán absorbiendo sus emisiones al mismo nivel. Al mismo tiempo, “esto no hace que desaparezca la desigualdad”, dice Yates. Las ciudades aún recibirán más beneficios incluso si las áreas rurales no están siendo dañadas. Esto quizás tenga implicaciones para donde se dirijan las subvenciones estatales y federales. Tal como muestra el mapa de arriba, están fuertemente concentradas en los centros urbanos que ya están disfrutando de aire más limpio. Este estudio no significa que debemos descartar los vehículos eléctricos, ni mucho menos. Sólo es que —al igual que todo en la vida— es probable que la distribución de sus beneficios nunca será totalmente equitativa.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.

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