¿Cómo resolver el insostenible tráfico de Nueva York?

Aunque parezca imposible, el tráfico en la ciudad de Nueva está empeorando y mucho. La velocidad promedio en la que se mueve un vehículo en el centro de Manhattan, durante las horas laborales, se redujo a casi 6 millas por hora en 2017. Esto es un 15% inferior a la velocidad promedio de 2010.
El tiempo es dinero para todos: de acuerdo con INRIX, una empresa de análisis de transporte, el costo por horas perdidas y exceso de combustible representó cerca de 17,000 millones de dólares para la economía neoyorquina en 2016. Este monto casi equivale al producto interno bruto de Islandia.
Y la segunda ciudad más grande de Norteamérica (tras Ciudad de México) está creciendo: su población ha aumentado en al menos un 4% desde 2010, gracias a la constante inmigración desde todo el mundo. Pero el responsable de este nuevo tráfico no son los recién llegados, sino empresas como Uber, Lyft, Via y el resto de las que prestan este tipo de servicios de transporte privado.
Bruce Schaller, exfuncionario del Departamento de Transporte de Nueva York y experto en tráfico, publicó un nuevo informe sobre el incremento de la congestión y el rol de las llamadas compañías de redes de transporte’ (TNCs, por sus siglas en inglés). Utilizando datos tomados de la Comisión de Taxis y Limusinas de NYC, Schaller estudió los viajes de los pasajeros, las velocidades de los vehículos y el millaje por hora de los taxis y TNCs en el centro financiero de Manhattan, de 2013 a 2017.
De acuerdo a su análisis, el total de viajes con pasajeros se incrementó en un 15%, a pesar de que hubo un descenso del uso de taxis convencionales durante ese período. Eso significa que los servicios de TNC como Uber han creado más demanda para viajes con chofer en Manhattan. Las millas recorridas en este tipo de transporte aumentaron un 36% en el mismo período, una cifra impactante.
Esto implica añadir al tráfico neoyorquino más de 600 millones de millas (casi 1,000 millones de kilómetros) en viajes motorizados solo en los últimos tres años. La cifra no solo refleja el escalofriante crecimiento en la cantidad de viajes, sino también una tendencia hacia recorridos más largos y a más tiempos de conducción en vehículos vacíos, sin pasajeros.
Con un asombroso 59% de incremento en el número de autos en alquiler, como los vehículos de Uber y Lyft, las estadísticas muestran un claro desafío: la movilidad de este tipo de servicios está transformando las calles de Nueva York y no parece estar haciéndolo para bien.
Gráfico que muestra el cambio en el tipo de viajes, las millas recorridas por vehículos y la velocidad en el casco financiero de Manhattan.
“Por años, al tiempo que la ciudad crecía, cada vez más personas tomaban el autobús y el metro”, sostiene Schaller en un reciente documental de Streetfilms (disponible arriba, en inglés). “Hoy día, que la ciudad sigue creciendo, la gente prefiere solicitar los servicios de Uber, Lyft o Via. Esta no es una forma sostenible para el crecimiento de la ciudad”.
Mientras tanto, la calidad del transporte público colectivo de Nueva York va en caída libre. No solo el volumen de pasajeros de autobús de la Autoridad Metropolitana del Transporte (MTA, por sus siglas en inglés) cayó drásticamente en los años recientes, sino que el metro –la columna vertebral de la economía de la ciudad– también ha perdido s. Esto puede atribuirse en parte los problemas del servicio, como los retrasos y las fallas mecánicas que han pasado cada vez más comunes. Pero la investigación de Schaller y otros trabajos evidencian que servicios como Uber están atrayendo pasajeros de más altos ingresos hacia los autos. “La gente ha perdido en gran medida la sensación de necesitar el transporte público para ir a donde quiere ir”, dice en el corto audiovisual Brad Lander, concejal de Brooklyn.
No hay, por tanto, ganancias por ningún lado: una menor cantidad de s del transporte público se traduce en menores ingresos y menor demanda, lo que afecta desproporcionadamente a los neoyorkinos que ganan menos, quienes no tienen otra opción que seguir usando trenes y autobuses cada vez más desagradables. “Estos son efectos de un mal financiado y desigual sistema de transporte público”, dice en el film Jessica Quiason, investigadora de la organización sin fines de lucro ALIGN.
Por su parte, más consumidores de Uber, Lyft y Via traen consigo más tráfico, lo que, a su vez, afecta a aquellos que no son propietarios ni viajan en autos privados. Ahora bien, las calles obstruidas también ralentizan el flujo de los autobuses, así como el de camiones de carga. Pero esto no es todo: también se ralentizan los viajes de emergencia, de reparaciones, de educadores y de enfermeros. Todo esto condiciona, según Jon Orcutt, director de comunicaciones y activista de la organización local en favor del tránsito TransitCenter, “nuestra peor crisis de transporte en décadas”.
Este no es, en modo alguno, un problema de solo de Nueva York. Un reciente estudio desarrollado en la Universidad de California en Davis examinó, exhaustivamente, los efectos de Uber y Lyft en los sistemas de transporte en ocho ciudades del país (incluyendo a la Gran Manzana) y encontró que Uber y otros similares suponen consecuencias perjudiciales parecidas en Boston, Chicago, Los Ángeles, el Área de la Bahía, Seattle y Washington DC. La razón por la cual esta crítica de transporte está tan sustentada en datos es que Nueva York es una de las pocas ciudades en el mundo que exige a Uber, Lyft y demás compañías de su tipo compartir estadísticas relativas a sus viajes, precisamente para dar pie a análisis como el realizado por Schaller.
Hacer que la MTA se deshaga de sus muchos retos políticos y financieros ha sido un asunto de intenso debate y deliberación mediática en NYC en 2017. Pero el informe de Schaller afirma que lo que está pasando en la superficie no puede separarse de los problemas del transporte público. Al mismo tiempo, un sinnúmero de activistas del tránsito hace suyo ese tema. Si la ciudad busca seguir moviéndose, Schaller propone tres políticas públicas clave para conseguirlo:
1.- Dar prioridad a los carriles y espacios de estacionamiento para los vehículos de mayor eficiencia, como los autobuses y las vans, para así recompensar e incentivar el uso del transporte compartido.
2.- Tratar a las calles como un bien sagrado e imponer una tarifa a los conductores que emplean aquellas con más demanda. Y, por qué no, implantar un cargo especial sobre los viajes de Uber y empresas similares. Esto no es más que la llamada tarificación por congestión, propuesta desde hace mucho tiempo en la ciudad. El fondo recaudado podría dirigirse, ya que estamos, a la propia MTA (el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, ha dicho que apoyaría esta decisión; pero el alcalde Bill de Blasio ha rechazado la idea).
3.- Un mayor flujo de los vehículos de carga y con mercancías fuera de los horarios pico.
Y estos problemas, con la llegada de los vehículos autónomos, no harán otra cosa que empeorar. Si los dirigentes de la ciudad y del estado no toman cartas en el asunto, regulando a servicios como Uber y Lyft, podría pasar mucho tiempo antes de encontrar una solución.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.