En Buenos Aires, los ciudadanos usaron la tecnología para elegir cómo mejorar sus barrios (pero no todos están contentos)

Robots y androides que ayuden a los discapacitados. Una pista de esquí junto al Río de la Plata. Aerosillas que conecten el centro con los suburbios de la capital. Estas fueron algunas de las propuestas que ciudadanos porteños sometieron a votación a través de una iniciativa de participación cívica del gobierno de Buenos Aires.
Finalmente, las ideas ganadoras fueron algo más aterrizadas, como equipamiento para ejercitarse. Pero lo cierto es que, más allá de lo rebuscado de algunas propuestas, la capital argentina acaba de unirse al selecto grupo de ciudades que como París, Madrid y Reykjavik buscan fomentar la participación de sus ciudadanos mediante nuevas tecnologías. En septiembre la primera versión de BA Elige, una nueva plataforma virtual pionera en América Latina donde los porteños pudieron proponer y votar ideas para mejorar las 15 comunas en las que se encuentra dividida su ciudad.
La iniciativa comenzó en marzo de este año, tras adaptar la plataforma del programa Decide Madrid de la capital española, y culminó seis meses después –a fines de septiembre– cuando se dieron a conocer las 230 propuestas más votadas, las que serán incluidas en el presupuesto de la ciudad para 2018.
El proceso del BA Elige se puede resumir en cuatro pasos, similares a los utilizados por Madrid. Durante abril, los s podían añadir sus ideas y propuestas en cualquiera de las 15 comunas sin importar donde estuvieran en el mundo. Se propuso desde extender el horario y algunas líneas de la red de subte (metro) hasta abrir centros de atención a mascotas. Y, por supuesto, no faltaron los trolls: un propuso crear un cerro de basura al lado de la Ciudad Deportiva de Boca Juniors.
En mayo, los ciudadanos pudieron mostrar su apoyo a las iniciativas que más les interesaban, guiando a las autoridades para la siguiente etapa. En junio y julio fueron los meses donde el gobierno local filtró la viabilidad y legalidad de las iniciativas, les asignó presupuestos y las analizó según los apoyos recibidos en la etapa anterior. Finalmente, entre agosto y septiembre se llevaron a cabo las votaciones en las que sólo podían participar los residentes de la ciudad, cuya información era comprobada tras ingresar su documento de identificación en la plataforma. Cada votante podía votar por múltiples propuestas en una sola comuna hasta que el presupuesto de esa comuna se acabara.
El primer intento de los argentinos por fomentar la participación ciudadana a través de mecanismos digitales tuvo un tibio éxito: las propuestas más votadas y que pasarán a ser parte del presupuesto de la ciudad recibieron, en promedio, entre 300 y 400 votos. La más votada –crear un circuito aeróbico en el Parque Avellaneda– recibió 1,024 preferencias, y la menos votada, un proyecto para concientizar sobre el arte del tatuaje, sólo tuvo 56 votos.
“Estamos muy contentos con estos números”, aseguró Federico Di Benedetto, subsecretario de Comunicación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Pero, ¿realmente se puede estar satisfecho con esos numeros cuando la ciudad tiene más de tres millones de habitantes y una tasa de penetración de internet es de un 76%?
“No podés decir que una votación de 300 personas es representativa de una ciudad de tres millones. Yo hubiera esperado que la propuesta más votada tuviera 10,000 votos. Está muy lejos de eso. Si armás una herramienta de participación ciudadana tienes que buscar la manera de que la ciudadanía esté enterada. Y dada la cantidad de votos que uno ve en los proyectos, da para pensar que ese es un capítulo que lo tuvo pendiente”, explicó Gabriel Lanfranchi, planificador urbano y director del programa de Ciudades del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), un think tank ubicado en Buenos Aires.
Si bien el Gobierno de la Ciudad hizo una extensa campaña comunicacional en redes sociales, desplegó más de 50 puntos de votación en plazas y parques, y abrió una línea telefónica para que los vecinos pudieran participar, los esfuerzos no fueron suficientes y la participación no arrojó números significativos. Según las autoridades, sólo votaron 26,000 personas aproximadamente: un 1,08% de los casi 2,400,000 de porteños mayores de 16 años que estaban habilitados para votar, según las bases de BA Elige.
Pero eso no es todo: el proyecto despertó grandes críticas por parte de múltiples juntas vecinales y grupos comuneros que acusan al BA Elige de violar la Ley Orgánica de Comunas (LOC) , aprobada en 2005 por la legislatura porteña. Seis consejos comunales –de los 15 que hay, uno por cada comuna– presentaron un recurso ante la justicia para probar la ilegalidad de la plataforma, el que fue rechazado por los tribunales porteños a fines de octubre de 2017.
Los movimientos comuneros de Buenos Aires –nacidos después de la crisis argentina de 2001– no están en contra de que los vecinos participen, sino que discrepan en cómo se debe participar. La Ley Orgánica de Comunas establece que las comunas son las encargadas no sólo de istrar los presupuestos para iniciativas como las que se votaron y propusieron en el BA Elige –como áreas verdes, iluminación e infraestructura de menor envergadura–, sino que también son las que deben proveer los espacios de participación y discusión para los vecinos. El Gobierno de la Ciudad, por su parte, demoró casi seis años en organizar las primeras elecciones comunales, y la ley nunca se ha puesto en práctica de forma completa desde que se promulgó.
“La Ley de Comunas no se está cumpliendo, y esa es una deuda pendiente del Gobierno que la va a tener que resolver pronto. Es una ley. Ha habido mejoras tímidas, no es que no se ha hecho nada de nada, pero van a tener que mejorarla”, dice Lanfranchi.
Para los dirigentes de las comunas, este formato ignora la institucionalidad que ya se había creado antes. “Creemos que esto es una trampa. En todos los años que llevan existiendo las comunas institucionalmente, jamás se les ha dado el carácter de jurisdicción presupuestaria separada del Gobierno de la Ciudad. Lo primero que hace el BA Elige es poner a disposición una cantidad de dinero que jamás le dieron a las comunas, que jamás permitieron que las comunas manejan de manera autónoma como dice la ley”, dice Carlos Wilkinson, vocero del Movimiento Comunero y residente del barrio de Caballito.
En el siguiente gráfico puedes ver el dinero que las autoridades le asignaron a cada comuna para financiar sus proyectos de BA Elige, y compararlo con su nivel de ingreso.
Según Federico Di Benedetto, subsecretario de Comunicación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la distribución del dinero por comuna no fue aleatorio o antojadizo. “Nosotros creemos que la distribución es mucho más beneficiosa para la comuna 8 que para la 14, por ejemplo. Al final del día esa diferencia de 10 millones de pesos [570,000 dólares] es grande. Podemos discutir si 10 millones es suficiente para hacer todo lo que tenemos que hacer, y la respuesta posiblemente sea no. Pero los presupuestos no fueron asignados de forma aleatoria o antojadiza a los funcionarios”, dice el funcionario.
El Gobierno utilizó una fórmula, nunca transparentada por ellos, para poder distribuir los 28 millones de dólares que BA Elige puso a disposición de las 15 comunas. La fórmula, según Di Benedetto, es proporcional a la gente que vive e inversamente proporcional al ingreso de la comuna. Es decir: más dinero a las comunas más pobladas y las más vulnerables. Sin embargo, ¿fue esta misteriosa fórmula eficiente?
En CityLab Latino hicimos las matemáticas. La Comuna 14 –ocupada en su totalidad por el famoso barrio de Palermo– es la más rica de la ciudad y recibió 1,7 millones de dólares para financiar sus proyectos de BA Elige. La Comuna 8 –en el suroeste de la capital– es la más pobre y le fueron asignados 2,3 millones de dólares. La diferencia entre ambas es de casi 670,000 dólares: esto es un 35% más para la Comuna 8, pero al mismo tiempo ese dinero representa solo un 0,006% del presupuesto total para este año de la Ciudad de Buenos Aires.
Sin embargo, esta diferencia no hizo muchas diferencias.
Ambas comunas financiarán 15 proyectos, aún cuando la más vulnerable contó con más dinero para, supuestamente, financiar más propuestas dada su condición socioeconómica. En estricto rigor, el tener más dinero no fue sinónimo de poder hacer más proyectos y reducir la brecha de desigualdad entre las comunas más y menos ricas.
“Las diferencias entre un presupuesto y otro son insignificantes para una ciudad que tiene un presupuesto anual de 12,000 millones de dólares. No mueven en nada la aguja de la distribución y la equidad. Casi que no cambia. Lo que hay que ver ahí es transparentar un poco más la fórmula”, dice Lanfranchi.
Otra de las grandes interrogantes que surgen del BA Elige es cómo el gobierno estimó los costos de cada una de las propuestas ingresadas por los vecinos. Di Benedetto asegura que cada iniciativa pasó por una comisión técnica y se les asignó un presupuesto de acuerdo a ‘criterios’. Los s de la plataforma no pudieron saber cómo fue o qué criterios se usaron para decidir por qué una propuesta cuesta una cantidad de dinero determinada. La plataforma tampoco permite discutir con las autoridades, solo entre s; y, según las bases del mismo BA Elige, las propuestas declaradas isibles –y que lograron pasar a la etapa de votaciones– fueron sólo aquellas que no significaráan un costo permanente de funcionamiento para el Gobierno.
“Si tu comuna necesita un jardín infantil, no podés proponerlo. Pero sí podés plantar diez árboles o pintar un monumento. Nos quieren hacer creer que participamos, pero en realidad nunca podemos participar en serio”, dice Wilkinson, del Movimiento Comunero. “Nosotros creemos que un programa de este tipo tiene que estar en manos de las comunas, abierto a las juntas comunales, y con instancias de discusión y participación presencial, conjunta entre vecinos y autoridades”,
El futuro de BA Elige aún es incierto y no se sabe si tendrá una segunda versión en 2018. Pero, ¿puede un mecanismo virtual de participación ciudadana convivir con los tradicionales espacios de discusión, impulsados por los vecinos y los movimientos comuneros?
Según Lanfranchi, sí. Pueden.
“La participación de los ciudadanos hay que alentarla en todas sus formas, incluyendo esta. Me parece que hoy los canales son múltiples, y entenderlo en código binario no corresponde. Supongamos que la Ley de Comunas estuviera funcionando perfecto, ¿entonces no podríamos tener proyectos como el BA Elige? Claro que podríamos. No creo que venga a reemplazar a la ley. Ahora bien, el gobierno de la ciudad debe ser capaz de ofrecer las dos oportunidades, las dos opciones”, dice.