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CityLab Medio Ambiente

Cómo construir un Puerto Rico que respete la justicia medioambiental

Elizabeth Yeampierre, destacada activista boricua, quiere que la recuperación de la isla tenga en consideración a los más pobres, normalmente más afectados por la contaminación y los desastres naturales.
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16 Oct 2017 – 05:14 PM EDT
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Un hombre afuera de su destruido hogar en Jayuya, Puerto Rico. Los activistas temen que muchos no vuelvan a vivir en sus ciudades y pueblos. Crédito: Mario Tama/Getty Images

A lo mejor hayas visto a Elizabeth Yeampierre a la cabeza de la masiva manifestación People’s Climate March (Marcha Climática del Pueblo) en 2014 con Leonardo DiCaprio marchando a su lado. Ella lidera UPROSE, una organización que promueve la justicia medioambiental y ha estado a la vanguardia de campañas a favor de la justicia climática durante años.

La activista fue una de los organizadores principales de esa marcha y la más reciente Marcha Climática del Pueblo que ocurrió en abril de este año. Pero aquellas marchas no se hicieron solamente con fines promocionales. Yeampierre y miles de otros activistas comunitarios a favor de la justicia medioambiental estaban tratando de despertar la conciencia del público —al igual que la del gobierno federal— para que se dieran cuenta que situaciones críticas debido a tiempo desastroso serían empeoradas por el cambio climático y que esto devastaría a las comunidades más vulnerables del país. Su advertencia también era que el país no estaba preparado para lidiar con tales situaciones críticas y que sería debilitado a nivel financiero debido a esa falta de preparación. Yeampierre experimentó esto con sus esfuerzos de apoyo comunitario después del huracán Katrina y cuando sus propias comunidades neoyorquinas fueron golpeadas por el huracán Sandy en 2012.

Y su pronóstico fue correcto. El daño económico causado por los huracanes Harvey e Irma durante solamente este año suma un total de hasta 65,000 millones de dólares o un 0.3% del producto interno bruto (PIB) del país. Por tanto, se califican a estas tormentas “entre los desastres naturales estadounidenses más destructivos del período después de la Segunda Guerra Mundial”, según indica el Congressional Research Service (Servicio Investigativo del Congreso). Y esto fue antes de que llegara Huracán María unas semanas después, para causar miles de millones de dólares más en daños, destrucción y desplazamiento. Pero no sólo se trata del huracán: la “devastación de Puerto Rico es la culminación de siglos de colonialismo, extracción y represión”, dice Yeampierre.

CityLab entrevistó a Yeampierre para discutir los esfuerzos de UPROSE de asegurar que Puerto Rico se reconstruya de manera justa.

Puerto Rico tendrá que crear una nueva infraestructura para recuperarse. Los promotores inmobiliarios y los constructores ‘verdes’ dirán que esta es una oportunidad para darle a Puerto Rico siempre ha necesitado. ¿Cómo respondes a esa idea?

Bueno, sus soluciones ecológicas con frecuencia dan por resultado nuestro desplazamiento. Entonces mi respuesta a eso es que exista una transición justa. Hay una forma de hacer inversiones y colaborar con comunidades para que no se conviertan en víctimas de la necesidad de los promotores de ganar dinero o traer lo que ellos piensan que son las soluciones. A esto le estamos denominando un camino hacia la recuperación justa. Hay cabida para la creación de relaciones. Hay cabida para inversiones y hay cabida para hacer esto de una manera que no da por resultado nuestro desplazamiento.

Nos preocupa que las personas que están siendo evacuadas de Puerto Rico quizás más nunca regresen a esas zonas y que la tierra sea privatizada. Vimos lo que pasó en Nueva Orleans, donde comunidades enteras donde vivían los afroestadounidenses están siendo utilizadas por los promotores inmobiliarios para promover la gentrificación y eso podría ocurrir en Puerto Rico.


Tu fuiste presidenta de NEJAC, la comisión civil que asesora a la Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA por sus siglas en inglés) sobre los asuntos de la justicia medioambiental. De ahí surgieron varios reportes sobre la manera de reconstruir ecológicamente sin producir gentrificación, además de la forma de llevar a cabo una recuperación guiada por la justicia medioambiental después de desastres naturales. ¿Cuál ha sido tu experiencia con la EPA en cuanto a su verdadera utilización de estos reportes consultivos?

Una de las cosas que yo le había pedido a la EPA antes de que Sandy ocurriera en Nueva York era que un grupo de trabajo organizara un estudio sobre la exposición tóxica para las comunidades industriales en las zonas ribereñas si acaso sucediera un evento climático extremo. Y eso fue una gran lucha. Tuve que seguir pidiéndolo a la EPA y al final tuvo que ocurrir Sandy para que nosotros pudiéramos echar a andar a ese grupo de trabajo. Finalmente publicamos el reporte, pero eso quedó ahí. Pero ahora ves lo que pasó en Houston, el cual es el paradigma de lo que el reporte estaba pronosticando que pudiera suceder en nuestra comunidad.


La EPA se estaba moviendo a un ritmo que era más o menos convencional y tradicional, pero estábamos lidiando con una situación poco convencional. No estaba preparada ni a nivel burocrático ni a nivel sistemático para responder a desastres tan impredecibles y vastos. Había una división en la EPA entre asuntos de la justicia medioambiental y los de cambio climático, pero yo opino que esos no se pueden dividir. Las comunidades que iban a ser más impactadas por el cambio climático eran las comunidades de justicia medioambiental. Y esa era una istración que realmente se preocupaba por nosotros, con personas como Lisa Jackson y otros es asistentes que querían a nuestra comunidad profunda y verdaderamente. Pero la EPA estaba siendo retrasada por muchas personas que habían estado trabajando allá durante todas sus vidas y que no compartían nuestra visión, quienes realmente estaban en los bolsillos de estas industrias. Entonces yo estaba muy frustrada porque vi a Sandy venir. Muchos lo vieron venir. Y ahora está repitiéndose en Florida, en Houston y en Puerto Rico.

UPROSE ha estado ayudando a entregar artículos necesarios a Puerto Rico, tales como es solares, bicicletas y alimentos. ¿Cuáles retos han encontrado ustedes con esa misión?

Pues uno de los retos es capacidad sobre el terreno. Estas organizaciones comunitarias siempre fueron pequeñas, mal financiadas y mal apoyadas. Ahora están asumiendo el reto enorme de tratar de coordinar esfuerzos para toda la isla, desde los liderazgos hasta las bases. Esta realmente es una oportunidad de construir su capacidad para que puedan potenciar cómo se ve una transición justa. Uno de los asuntos que nos dicen que es sumamente importante para ellos es la soberanía alimentaria. Antes de ocurriera el Huracán María, un 80% de la comida venía desde fuera de Puerto Rico. Entonces eso básicamente ha reducido la poca cantidad de tierra agrícola que estaba en manos del pueblo puertorriqueño.

La soberanía alimentaria se ha vuelto un verdadero tema en el sentido de identificar espacios por toda la isla en donde los puertorriqueños pudieran cultivar sus propios alimentos y no tener que depender de los Estados Unidos en cuanto a esto. Esto es lo que sucede cuando estos lugares se desatienden y cuando la gente que llega para solucionar problemas de justicia medioambiental no está apoyando a la gente sobre el terreno. Pensamos que hay que invertir esa situación. Si la gente está siguiendo los principios Jemez para la organización democrática, entonces otra estructura de poder necesita estar disponible en Puerto Rico.

Cuéntame sobre el papel que Puerto Rico y los puertorriqueños como tú han desempeñado en desarrollar el movimiento de justicia medioambiental desde el principio.

Bueno, hace años atrás en la Ciudad de Nueva York, mi hija estaba asistiendo regularmente a manifestaciones para ponerle fin al bombardeo en Vieques porque estaban creando un desastre ecológico. Había personas en Vieques que no sólo perdieron sus casas, sino que también desarrollaron cáncer. Ahora hay 23 sitios Superfund en Puerto Rico [terrenos contaminados designados por el estado para su limpieza] cuyos fluidos tóxicos se han extendido por todas partes debido a la tormenta. Cuando yo era la presidenta de NEJAC, organicé una reunión con los líderes de un montón de agencias federales porque estaban planeando un oleoducto que atravesara toda la isla. Los puertorriqueños aquí han estado luchando en contra de una incinerador en la isla y ha habido varios puertorriqueños en Nueva York encabezando esa lucha.

Pero, sabes, los puertorriqueños que están aquí venimos para acá debido a las políticas estadounidenses en la isla. Muchos de nosotros no nacimos aquí por elección propia. Venimos porque EEUU básicamente convirtió a una economía agrícola en una economía para la industria petroquímica y otras industrias basadas en EEUU. Y sé que mi abuelo no podía conseguir empleo. La mitad de los hijos de mi abuela murieron de hambre y enfermedad en Puerto Rico. Y así fue cómo terminamos aquí.

Entonces en cualquier momento en que podamos tratar de marcar una diferencia allá, estamos dispuestos a hacerlo. Una cosa que es interesante es que podían dejar caer bombas en Vieques. pero no pueden dejar caer comida en la isla. Yo sí pienso que todas las cosas burocráticas están impidiendo que la gente acceda a los recursos. Hay gente en Miami, Connecticut, Boston, Chicago Nueva York, que está haciendo todo este trabajo, sacrificando sus fines de semana para mandar alimentos porque nuestro pueblo está sufriendo un trauma en este momento. Pero existe la impresión de que básicamente están tratando de sacarnos de la isla para que puedan privatizarla. Puerto Rico literalmente está a merced de un gobierno que una y otra vez ha dejado saber a la gente que las minorías no son su prioridad.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.

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