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    “Me alegro que este grupo de corruptos renuncie”, dice una víctima de los abusos del clero en Chile

    La dimisión en bloque de los obispos chilenos en medio de acusaciones de haber ocultado abusos sexuales por parte de sacerdotes es la última señal de la profunda crisis que vive la Iglesia de este país. Para una de sus víctimas, Juan Carlos Cruz, la renuncia abre una esperanza para la renovación de la iglesia.
    18 May 2018 – 11:23 PM EDT
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    SANTIAGO DE CHILE. - Sorpresa, esperanza, alegría y cierta incertidumbre. Con esos sentimientos, los chilenos recibieron este viernes la noticia de que los más de 30 obispos que llegaron desde el Vaticano de regreso a Santiago, tras pasar tres días en reuniones con el Papa Francisco, habían “dejado su cargo a disposición” del Pontífice.

    La dimisión en bloque de la Conferencia Episcopal chilena es un hecho sin precedente en la historia y la última señal de la profunda crisis que vive la Iglesia de este país. El desprestigio se debe esencialmente a la revelación de una serie de casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes, entre ellos el influyente Fernando Karadima, quien se benefició del encubrimiento de distintos obispos. Uno de ellos, Juan Barros, fue designado por Francisco como obispo de Osorno, en el sur del país, causando la indignación de la comunidad laica de esa ciudad y de las víctimas de Karadima.

    “Me alegro que este grupo de hombres corruptos, que han pasado delitos graves como pecados menores renuncien”, dijo a Univision Noticias, Juan Carlos Cruz, una de las tres víctimas de Fernando Karadima, que el Papa recibió a comienzos de mayo en el Vaticano para pedirles perdón. “Ojalá se vaya la mayor cantidad posible de ellos y en cuanto antes para empezar desde ya a renovar la Iglesia chilena”, agregó.

    La fuerte desconfianza de los chilenos en su Iglesia no es algo nuevo. Distintos estudios han revelado una caída importante en el apego de los feligreses por esta institución. Según la Encuesta Bicentenario, que mide indicadores culturales desde 2010, en menos de una década, el porcentaje de chilenos que confían en la Iglesia católica pasó de 44% a 22%.

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    El Papa pide perdón a los chilenos por los abusos sexuales cometidos por sacerdotes contra menores


    Sin embargo, fue la visita del Papa Francisco en enero pasado y su defensa del obispo Juan Barros, a quienes las víctimas de Karadima habían acusado de haber sido testigo directo de los abusos, lo que hizo estallar la crisis. Las declaraciones del Pontífice sobre el obispo causaron polémica y las actividades organizadas en distintas ciudades del país fueron mucho menos masivas de lo esperado.

    Hoy, para muchos vuelve a aparecer la posibilidad de reparar el daño causado y de reconstruir una Iglesia más cercana.

    “Yo lo veo como un signo de esperanza para el mundo católico y a la vez como un reconocimiento de la gravísima crisis que ha vivido y sigue viviendo la Iglesia chilena”, dice Ana María Stuven, profesora de Historia en la Universidad Católica y autora del libro 'La Religión en la Esfera Pública Chilena'.

    “Es una señal de esperanza en el sentido de que el Papa ha tomado consciencia de la gravedad de la situación, les ha recordado a los obispos que su rol debe ser el de servidor y no de encubridores de delitos. Pero además indica que tiene que haber cambios importantes no solo en cómo actúan los obispos sino que en cómo se relaciona toda la Iglesia con los feligreses católicos”, añadió.

    Una carta del Papa habla de "delitos graves" y destrucción de evidencias

    La dimisión en bloque de la Conferencia Episcopal chilena surge en un contexto particular. El jueves, la señal televisiva chilena, Canal 13, filtró una carta de diez páginas que Francisco le escribió a los obispos chilenos en la que habla de “delitos graves” por parte de autoridades eclesiásticas y mandos medios que la investigación del arzobispo de Malta Charles Scicluna reveló.

    El reverendo Juan Barros, al centro, asiste a su ceremonia en la que fue ordenado obispo en Osorno, sur de Chile, el 21 de marzo de 2015. Barros dijo el viernes 13 de noviembre de 2015 que él no tenía conocimiento de los abusos sexuales cometidos por el cura pederasta más tristemente célebre de Chile, el reverendo Fernando Karadima. (AP Foto/Mario Mendoza Cabrera)

    “La investigación demuestra que existen graves defectos en el modo de gestionar los casos (...). Especialmente en el modo de recibir las denuncias o notitiae crimini, pues en no pocos casos han sido calificados muy superficialmente como inverosímiles, lo que eran graves indicios de un efectivo delito”, escribió el Pontífice en el documento.

    También anotó: “Otra circunstancia que me ha causado perplejidad y vergüenza ha sido la lectura de las declaraciones que certifican presiones ejercidas sobre aquellos que debían llevar adelante la instrucción de los procesos penales o incluso la destrucción de documentos comprometedores por parte de encargados de archivos eclesiásticos”. En la carta, además, Francisco habla de la necesaria “remoción de personas”.

    “Los obispos no pusieron su cargo a disposición del Papa”, enfatiza Cruz, quien vive en Estados Unidos. “El Papa les pidió que renunciaran”.

    Para Juan Carlos Claret, vocero de la Organización de Laicos y Laicas de Osorno que llevó una batalla de años contra la designación del obispo Juan Barros, la carta es tan importante como la noticia de la renuncia de los obispos.

    "Este escenario no lo habíamos esperado ni en sueño"

    “Son dos sentimientos los que tenemos hoy. En primer lugar de sorpresa porque este escenario no lo habíamos esperado ni en sueño”, dice. “Hace solo unos días los obispos decían que solo estaban en retiro espiritual, entonces las expectativas se fueron menguando. Y tampoco esperábamos que el mensaje del Papa fuera el que es”.
    Claret explica que en la carta que escribió el Pontífice a los obispos en abril tras el informe Scicluna, hablaba de “errores y pecados”, mientras que la de esta semana habla de “crímenes”.


    “Hay un avance significativo. En eso el escenario es bastante auspicioso de lo que podría seguir de aquí en adelante”, dice. “Pero somos cautelosos y mientras no haya renuncias efectivas, seguiremos vigilantes”.

    José Andrés Murillo, otro de los denunciantes de Karadima que Francisco recibió en Roma, fue más directo y pidió públicamente que el Papa aceptara la renuncia de los obispos.

    “Pido que el Papa Francisco acepte la renuncia de los obispos. Ellos destruyeron evidencia y ninguno se puso al lado de las víctimas. Es más, entraron en un juego narcisista, ya que prefirieron su reputación a cuidar a los demás", declaró.

    No parece tan claro, sin embargo, que las autoridades eclesiásticas chilenas estén realmente dispuestas a asumir su responsabilidad. Esta noche, por primera vez desde su regreso de Roma el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, una de las figuras más criticadas por haber dudado de la veracidad de las denuncias de las víctimas de Fernando Karadima, habló con los medios. Cuando se le preguntó por las menciones que hacía el Papa Francisco en su carta a la destrucción de evidencia y otros encubrimientos de abusos, aseguró que para él “son una novedad también”.

    También negó haber puesto en duda las denuncias de las víctimas y recordó, a modo de argumento, que al día siguiente de que hubiera asumido la Diócesis de Santiago se le entregó el decreto de la Santa Sede con la condena de Karadima y que “proced(ió) a su aplicación”.

    ¿Una nueva oportunidad?

    En ese contexto, aún hay dudas respecto a cuántas dimisiones se concretarán realmente. Por la mañana, Horacio Valenzuela, obispo de Talca y uno de los cuatro eclesiásticos formados por Karadima acusados de encubrir los abusos, había informado en una carta enviada por su Diócesis que continuaría en el cargo. “Con plena disponibilidad al Santo Padre seguiremos caminando juntos como su obispo hasta que la voluntad del Señor diga otra cosa”, escribió.

    “Lo gracioso es que el cargo de obispo siempre está a disposición del Papa entonces lo que ellos hacen es un gesto comunicacional de decir: 'si el Papa quiere sacarnos nos vamo', pero no hay una proactividad de los obispos de decir “presento mi renuncia”. Por eso siguen en ejercicio”, dice Claret. “No hay nada concreto todavía”.

    La historiadora Ana María Stuven duda de que todos los obispos sean removidos y cree que será un reto buscar a nuevas autoridades eclesiásticas más apegadas a proteger a los feligreses.

    “La actitud de los obispos de ahora es la actitud con la cual se han estado formando los sacerdotes que pasaron por el seminario. Ahí había una política que permeaba toda la formación entonces es difícil encontrar personas que representen esta nueva manera de hacer Iglesia”, explica. “Aquí hay que hacer una cirugía mayor. Mientras no se incorporen a los laicos, no se tome el sentir de la Iglesia que es realmente el Pueblo de Dios, va a seguir pasando que se van a seleccionar obispos que están completamente marginados de la realidad de los católicos”.

    Algunos católicos, no obstante, creen al contrario que se abre una nueva oportunidad. Adriana Cerón es ingeniera agrónoma, enóloga y católica practicante. Madre de cuatro hijos, se crió en la ciudad de la Serena, en el norte, donde en 2002 el caso de los abusos cometidos por el arzobispo Francisco José Cox remeció la comunidad, ella incluida.

    “El obispo Cox alguna vez hasta estuvo comiendo en mi casa. Entonces darse cuenta de cómo se lo encubrió, de cómo él aprovechó una posición privilegiada para abusar y de cómo se lo sacó da rabia”, dice. “Pero también miro las cosas en perspectivas y en la historia la Iglesia ha tenido otras épocas tanto o más oscuras. Creo que esto es una oportunidad para el despertar de vocaciones reales”.

    Adriana dice haber sentido cómo la desconfianza en la Iglesia se fue infiltrando en la sociedad chilena. Si bien su fe no se quebrantó, afirma, dejó de ir a ciertas actividades religiosas y sintió un alejamiento generalizado de los católicos con sus diócesis.

    “Es palpable, está claro que la gente se siente poco cercana a la Iglesia. Antes si uno tenía un problema pensaba que podía acudir la Iglesia y la gente más desvalida que no tenía redes familiares, por ejemplo, decía quizás ahí alguien me escuche, me apoye”, dice.

    Por eso cree que estas renuncias puede ayudar a “reconstruir las confianzas de las feligresías” y para ella el gesto del Papa al pedir perdón después de visita a Chile, es quizás lo que más importa en este asunto.

    “A los obispos que salieron de la comunidad de El Bosque (formados por Karadima) los encuentro soberbios. Con tanta evidencia que salió a la luz debieran haber dado un paso a un lado”, dice. “En cambio el Papa cuando vino a Chile cometió un error, pero después lo reconoció y trató de remendar el error. Es algo que demuestra humildad. Esa es la humildad que le falta a los obispos chilenos”.

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