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    Chile se prepara para elegir al sucesor de Michelle Bachelet

    Este 19 de noviembre los chilenos votarán en la primera vuelta de los comicios presidenciales. El expresidente conservador Sebastián Piñera se perfila como el gran favorito ante la división de la centroizquierda.
    15 Nov 2017 – 05:12 PM EST
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    Los candidatos presidenciales Sebastián Piñera (a la izquierda) y Alejandro Guiller (a la derecha) durante un debate realizado el 6 de noviembre de 2017. Crédito: Martín Bernetti / AFP / Getty Images

    SANTIAGO, Chile.- Viajes relámpago a lo largo del país, recorridos por distintas comunas de Santiago, entrevistas, caravanas y actos masivos en parques públicos. Los ocho candidatos a las elecciones presidenciales de Chile están en la recta final de sus campañas para la primera vuelta que tendrá lugar este domingo 19 de noviembre para escoger al sucesor de la socialista Michelle Bachelet.

    Estas elecciones, en las que además se elegirán nuevos congresistas y consejeros regionales, se dan en un contexto de divisiones políticas sin precedentes desde el retorno a la democracia y de una profunda crisis de representación, y están marcadas por el estreno de un nuevo sistema electoral.

    Todo indica que el ganador de las elecciones del domingo será el hombre de negocios y expresidente Sebastián Piñera, quien representa al movimiento de derecha Chile Vamos. Ninguno de los seis candidatos de la centroizquierda han logrado despertar suficiente entusiasmo para asegurar la continuidad del gobierno de Bachelet.


    “Esta es una elección muy favorable para Sebastián Piñera porque tiene alrededor de 45% de intención de voto”, dice Kenneth Bunker politólogo de la Universidad Central en Santiago, y director de la plataforma digital de análisis político Tresquintos.com. “Hacia la derecha solo están él y un candidato minoritario y conservador, José Antonio Kast. El sector que está dividido es todo lo que está a la izquierda del centro”.

    Piñera, un empresario con un doctorado en Economía de la Universidad de Harvard, es una figura consolidada del sector conservador de la política chilena. En 2010 se convirtió en el primer presidente de derechas en ser elegido desde la salida del dictador Augusto Pinochet y antes, fue senador. Ha sido criticado —e incluso comparado con Donald Trump— por ser el tercer hombre más rico de Chile y parte del 0,1% de chilenos que concentra el 19,5% de la riqueza del país. El programa que propone, sin embargo, ha generado simpatías: apunta a modificar algunas de las reformas sociales implementadas por el gobierno de Bachelet y pretende darle un nuevo impulso a la economía chilena, duplicando la tasa de crecimiento, fomentando las inversiones, reduciendo los impuestos de las empresas y controlando el gasto público.


    El segundo favorito es Alejandro Guiller, senador independiente, experiodista y rostro del noticiero central, quien durante su campaña intentó marcar distancia de la seguidilla de escándalos de corrupción que sacudieron al gobierno de Bachelet en los últimos años. Pese a no ser militante, fue proclamado candidato por el partido radical y socialista, entre otros. Entre sus propuestas, destacan su intención de continuar con las políticas sociales de Bachelet, particularmente en educación, y de aprobar una ley que permita la adopción de niños a parejas del mismo sexo. También ha prometido poner freno a “los abusos de los poderosos”. Las últimas encuestas le atribuyen 19,7% de apoyo.

    “Está obteniendo mucho menos de lo que lograba el candidato fuerte de la coalición de centro izquierda en las elecciones anteriores”, dice Bunker. “Hay pocos acuerdos, pocas ganas de dialogar entre las distintas facciones de la izquierda”.

    En ese contexto, otro gran protagonista de esta campaña electoral ha sido el Frente Amplio, un partido político relativamente nuevo, que denuncia la inequidad impuesta por el sistema neoliberal y tiene una fuerte base de apoyo entre los universitarios. Su candidata presidencial, la periodista Beatriz Sánchez, tiene 8,5% de apoyo en las últimas encuestas y comenzó su campaña con apenas 2%. Se espera que su partido tenga una representación relevante en el Congreso.

    “El Frente Amplio se ha posicionado como un actor político alternativo fuerte que antes no existía”, dice Kirsten Sehnbruch, profesora asociada del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Diego Portales y directora del Centre for New Development Thinking. “No es que vaya a ganar pero podría llevar a formar nuevas coaliciones políticas”.

    Bachelet no logra un sucesor de centroizquierda

    Si los pronósticos que dan a Piñera como ganador se concretan, esta será la segunda vez que Bachelet traspasa el poder a una figura de la derecha. El poco entusiasmo que despiertan los candidatos centroizquierdistas lleva inevitablemente a preguntarse por qué la istración bacheletista no logró consolidar su legado.

    En cuatro años, Michelle Bachelet implementó una reforma tributaria, una en educación y una laboral, y cuenta actualmente con solo 23% de aprobación. Hay quienes atribuyen su baja popularidad a la velocidad de sus reformas y a los problemas que han surgido en su implementación; mientras otros la relacionan con la pérdida de confianza que generó el involucramiento de su hijo y su nuera en un escándalo de corrupción.

    “Hay distintas hipótesis. Una es que los chilenos vieron lo que ofrece Bachelet y quieren un modelo económico no tan radical, más similar al que ofrece Piñera. Otra hipótesis es que los chilenos sí están de acuerdo con esas transformaciones pero creen que van un poco rápido”, dice Kenneth Bunker. “Están acostumbrados a los modelos políticos en los que había un diálogo permanente y se avanzaba lento pero con seguridad. Y creo que Piñera recuerda un poco ese modelo”.


    Según Ricardo González, coordinador del Área de Opinión Pública del Centro de Estudios Públicos (CEP) en Santiago, en estos comicios se juegan dos grandes formas de construir el desarrollo del país. “Hay una forma, la de Sebastián Piñera, que lo consigue a través de un mayor crecimiento económico que genere recursos para financiar programas sociales focalizados. Y hay otra forma que se enfoca en resolver la desigualdad a través de avances en programas estatales de educación, salud y pensiones”, dice.

    Para Claudia Heiss, doctora en ciencia política y profesora asistente del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, lo que revela el escenario político actual es que los chilenos ya no quieren extremos. “No existe una demanda mayoritaria por un cambio de modelo que elimine el capitalismo o estatice todo. La mayoría de los chilenos quiere mercado, quiere meritocracia, pero también quiere protección social en la vejez y algún nivel de solidaridad social”, dice. “Básicamente la gente en Chile quiere social democracia”.

    En 2015, Chile puso fin al sistema binominal heredado del régimen militar de Pinochet y esta es la primera vez que se aplica el nuevo sistema proporcional vigente desde entonces. En opinión Heiss, a ello se debe que en estas elecciones haya mucha más incertidumbre que en las anteriores. “La consecuencia del nuevo sistema electoral es que divide mucho más el mundo político. Permite que entren nuevas fuerzas políticas, lo que mejora la representación pero dificulta el conseguir acuerdos”.

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