Ojo, zorrillo, vísceras... tacos exóticos (y deliciosos) que no esperabas en el plato

Verdad de la vida: no hay taco sin tortilla. A partir de eso podemos deducir que todo, absolutamente todo lo comestible, puede ser un taco.
Esa barra de granola baja en azúcar puede ser un taco. El plátano en el frutero también es un taco potencial y si tienes un poco de suerte, hasta las arañas y las hormigas pueden hacer un buen taco porque todo puede ser un taco siempre y cuando tengas a la mano una tortilla.
Por lo mismo puedes encontrar tacos insólitos, de platillos poco conocidos o de preparaciones culinarias tan exóticas que uno pensaría salieron de la última cinta del doctor Hannibal Lecter.
Entonces, ¿cuáles son los tacos más extraños que hemos probado? Mira el menú.
Ojo
A primera vista —no pun intended— resulta intimidante pensar en una tortilla con un ojo de vaca mirándote directo en el alma. Sin embargo no es así.
Este manjar, que puedes encontrar comúnmente en los puestos de tacos de cabeza de res al vapor, combina la textura del cartílago con una sensación ligeramente gelatinosa que recorre la boca. Eso sí, nada te mira pues el hábil taquero hace cachitos el órgano para que te lo puedas llevar a la boca con salsa verde, cilantro y cebolla.
Es más, su sabor es muy apreciado y los taqueros preparan pocas piezas que sirven únicamente a los conocedores de este suculento platillo.
Zorrillo
En Santiago de Anaya —un poblado a dos horas de la Ciudad de México en el estado de Hidalgo— los tacos tienen cola. Aquí, cada Viernes Santo se organiza el festival gastronómico del Valle del Mezquital cuyos platillos sorprenderían al más aventurero de los golosos.
Uno de estos singulares tacos es de carne de zorrillo. Después de removerle la piel y las glándulas de las cuales secreta ese insoportable y característico olor, este animalito es bañado generosamente en un adobo de chile y achiote, envuelto en hojas de maguey y enterrado en un horno al pie del suelo.
Lejos de ser desagradable, el resultado es una carne tierna y de sabor fuerte, que se disfruta más después del intimidante primer bocado.
Sesos
¿Recuerdas esa escena de la 'Indiana Jones y el templo de la perdición' en la que comen sesos de mono helado? Pues no, nada que ver con eso.
Contrario a lo que pudieras pensar —qué mal chiste— los sesos de res y de cerdo son altamente valorados por su sabor cremoso y fuerte. Si, quizá la consistencia puede intimidar pero no ocurre nada; guisados con cebolla, jitomate y chile verde en una tortilla o asados directamente en el comal con epazote son una delicia.
¿No te gusta la sensación grasosa? Exprímele un limón al taco y descubrirás cómo este taco se convertirá en uno de tus favoritos.Eso sí, cómelos con moderación pues contienen altas cantidades de colesterol.
Vísceras
Tripas, hígados, riñón, intestino. Nombra la menudencia y nosotros te decimos cómo nos gusta comerla.
Prueba de ello son los tacos de tripas —los intestinos del animal— bien fritos y crujientes o bien, jugosas cocinadas en una enorme cazuela de carnitas donde toman caprichosas formas y adquieren un sabor mantequilloso.
No podemos olvidar los tacos de hígado —el de res encebollado o cocido al vapor— ni la deliciosa "pancita" de la barbacoa: los pulmones, hígado, riñón, tripas perfectamente picado y sazonado en un adobo de chile seco embutido en la membrana del estómago.
Pene de toro
También conocido como el "viril", a este parte poco agraciada del astado se le atribuyen numerosas propiedades afrodisíacas. Se dice, por ejemplo, que un buen taco de pene de toro ayuda a mejorar el desempeño sexual del hombre y o que ayuda a la fertilidad.
Aunque los prodigios de este taco no le constan a nadie, lo cierto es que se trata de una parte llena de grasa y también de sabor que puede guisarse de distintas formas. Hay quienes lo ponen directo al fuego para asarlo y que tome una textura crujiente o bien, sazonarlo con una salsa verde que equilibre el gusto grasoso con un poco de acidez. Si al guiso le ponen además escamoles –huevos de hormiga–, el resultado es mucho mejor.
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