Razones científicas por las que los adolescentes deberían entrar a la escuela más tarde

Entre bostezos y malas caras, todo adolescente alrededor del mundo se ha quejado alguna vez de tener que despertarse temprano para clases. Alegando todo tipo de argumentos desde cansancio por el sueño entrecortado hasta interrupción en ciclos de crecimiento, estudios comprueban que, tal vez sin saberlo, los chicos tenían razón.
Esas quejas de privación de sueño que hacen que los adolescentes suenen como víctimas de tortura tienen fundamento científico, así lo asegura un estudio publicado en The Journal of Developmental and Behavioral Pediatrics. El estudio se dedica a explorar los impactos negativos en la salud física y mental de adolescentes derivados de “la epidemia de privación de sueño”, concluyendo que los tempraneros horarios de entrada de la educación secundaria contribuyen al problema. La necesidad de encajar cada vez mayor cantidad de actividades en una agenda ya de por sí apretada entre clases, deberes, extracurriculares, etc. hace que horarios de entrada madrugadores sean cuestión de practicidad pero el reloj biológico de adolescentes dicta lo contrario.
Aunque los adultos necesiten entre siete y ocho horas de sueño con estudios anunciando que incluso puede que seis horas sean suficientes, este no es el caso en adolescentes quienes necesitan entre ocho y nueve horas de sueño mínimo. Muy lejos de lo que la mayoría de padres piensa, la hora ideal para irse a la cama de jóvenes entre 13 y 19 años está entre la medianoche y la una de la mañana determinado por su ritmo circadiano. Si escuelas y colegios determinaran sus horarios basados los ciclos de sueño de sus jóvenes, los horarios serían completamente distintos con los niños entrando a clases a las 7:00 AM y los adolescentes alrededor de las 9:00 AM.
Aparte de la justificación biológica para los nuevos horarios educativos, está comprobado que todos obtienen beneficios claros de las horitas extras de descanso. Tal como lo esbozan estudios del Center for Disease Control and Prevention y el American Academy of Pediatrics, el permitir que los adolescentes lleven horarios de vida más parecidos a los de un vampiro que a los de un humano resulta en menos estrés y mejor ambiente en casa, menores índices de depresión juvenil, incrementos notables en calificaciones, mejor desarrollo atlético y de capacidades físicas y mentales.
Cambios en escuelas para ajustarse a las necesidades de los adolescentes
Siguiendo estas pautas, hay varios colegios alrededor del país ayudando adolescentes a atrasar sus alarmas. En Chicago, los seis colegios del Distrito 214 tienen pensando atrasar la hora de entrada hasta las 8:20am para el ciclo académico 2017-2018 ajustando la duración de los períodos de clase y la hora del lunch y asegurándose que las actividades extracurriculares tomen lugar o antes o después de clases pero no en ambos horarios.
La idea es “aumentar las horas de sueño reparador de los estudiantes en miras a prepararlos para ser mejores ciudadanos globales al otorgarles más tiempo para ser creativos y libres sin la carga de agendas extra apretadas a tan corta edad” según declara el Superintendente de Educación del distrito David Schuler.
En Seattle, todos los colegios públicos del distrito están atrasando sus horarios durante este año lectivo, con ajustes a lo largo de la ciudad para acomodar a las familias y comunidad en general a un nuevo ritmo de vida. Según la organización Start School Later, estos son sólo dos ejemplos representativos pues hay más distritos en estados alrededor del país como Florida, California, North Carolina, Michigan, Massachusetts y Tennessee que han permitido que colegios sigan esta iniciativa durante el presente año lectivo.
Encuestas prueban que no son sólo los adolescentes quienes están de acuerdo con estos horarios ajustados, los padres también los aplauden ya que muchos creen que los nuevos horarios mejorarían el rendimiento escolar de sus hijos. Aunque muchos padres demuestran preocupación por los costos que estos ajusten pueden significarle al distrito declarando que los cambios en sistema de transporte y guardería podrían ser significativos, los casos de Chicago y Seattle prueban que los horarios se pueden implementar con un costo mínimo.
Con toda la información que respalda el permitir que los adolescentes arrastren las cobijas unas horas más, es imposible no ceder a las peticiones de esos vampiros en camino a la vida adulta, después de todo ¿quién no quiere dormir más? y si el aumento en horas de sueño resulta en mejores calificaciones, ¡¿qué más se puede pedir?!