La odiada suegra: 8 tips para mejorar tu relación con ella

¿No soportas a la dulce ancianita que es abuela de tus hijos y madre del hombre que amas? En realidad no eres la única.
Es cierto que el imaginario colectivo ha colocado a las suegras como brujas malvadas, pero lo cierto es que las cifras respaldan esta fama. Terri Apter, una psicóloga de la Universidad de Cambridge, demostró en su libro What Do You Want from Me? (2009), a través de un estudio de 20 años de duración, que más del 60% de las mujeres sentían fricción con la madre de sus esposos contra el 15% de los hombres que se quejaron de sus suegras.
Y es que en realidad tanto la suegra como la nuera no se eligen mutuamente, sino que tienen que relacionarse por tener en común a un ser que las dos aman profundamente. “Es una relación triangulada en donde la madre sufre un desplazamiento. Pasa de generar un vínculo de mucha dependencia durante la infancia de su varón, a una relación entre adultos en donde lo sano es que él se vuelva independiente y traslade todo su deseo amoroso a una persona adulta de su misma jerarquía generacional”, explica la psicoterapeuta Isabel Caldú, académica en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México.
Según la especialista, el problema viene cuando la madre genera una codependencia con su hijo para cubrir sus propias necesidades de sentido de vida. Su emancipación no le da felicidad, sino que resiente su abandono. Y cuando aparece otra mujer, se ve amenazada. Entonces la nuera puede convertirse en blanco de ataques y desaires, pero esta situación no tiene por qué prolongarse. Aquí algunos consejos para que tu suegra no se entrometa en tu vida de pareja:
1. Conócete a ti misma. Si te relacionas mal contigo misma y tienes asuntos inconclusos en tu trabajo personal, seguramente te vas a relacionar pobremente con tu suegra, o con tu nuera. Tener certeza de quién eres y cuál es tu lugar te permite mantenerte firme en él, sin sentirte amenazada. “Para saber cómo te relacionas con los otros tienes que saber cómo te relacionas contigo, y para eso es necesario conocerte. Pregúntate: ¿cómo está tu autoestima?, ¿qué tanto te preocupa cumplir las expectativas de los demás (ser la mejor esposa, hacer lo que crees que se espera de ti)?”, señala Caldú.
2. Practica la empatía. Ponte en el lugar de tu suegra. Si tienes hijos varones te será más fácil, pero aunque no los tengas, trata de imaginar cómo se siente. “Pregúntate cómo será esto de ser la persona más especial para tu hijo, la que más quiere, y que de pronto llegue una persona nueva de otro sistema, con otras costumbres, a quitarte tu lugar privilegiado”, invita la psicoterapeuta. Tú estás en tu momento de apogeo: joven, fértil, comenzando una vida, fuerte. Ella está entrando a la tercera edad, una etapa llena de nuevos retos. “No puede competir contigo, pero tú sí puedes tener compasión amorosa hacia ella”, resalta Isabel.
3. Ejercita tu tolerancia. Una de las condiciones básicas para establecer relaciones armónicas con las personas es la aceptación de la otredad. “Los demás no tienen que ser o pensar como tú, y sin embargo merecen tu respeto, y en el caso de tu suegra también tu agradecimiento”, dice Isabel. Piensa que es la mujer que educó al hombre que amas y que probablemente muchas de las cosas que te gustan de él se las enseñó ella. Tampoco tienen que ser las mejores amigas, acota la psicóloga, pero sí respetarse.
4. No compitas. Para que haya un conflicto, tienen que participar las dos partes. A veces las esposas se vuelven protectoras de los maridos y quieren competir con el rol de la madre, señala Isabel Caldú: “A ver quién le hace la comida más rica, quién lo cuida más, pero tu marido no es tu hijo, ¡es tu igual! Tu suegra es su madre y tú su pareja, así que no hay manera de compararte con ella: sus espacios son diferentes”. Cuando ocupes el espacio que te corresponde, no te sentirás amenazada porque en realidad la competencia no existe. Si sientes celos de tu suegra, quizá es momento de que explores tus propias inseguridades.
5. Concede con amor. Elige tus batallas, algunas no valen la pena. Si no acostumbras darles dulces a tus hijos pero siempre que los llevas con tu suegra los atasca de chocolates, pregúntate qué tan grave es. “No te pasa nada si quiere consentir a tus nietos un día. Para ella es importante, así que si te pones en su lugar podrás recibir amorosamente lo que le da a tus hijos”, señala Caldú. Esto no quiere decir que le permitas decidir sobre cuestiones sustanciales en tu vida, como la educación o la dieta diaria de tus hijos. Sin embargo, si ella hace alguna sugerencia a favor de tus pequeños y te equivocaste, también habrá que reconocerlo. “Tener la humildad de escuchar no te resta autoridad, te suma respeto. Que tus hijos vean que tienes la capacidad de darte cuenta que te equivocaste y reconocerlo es formativo para ellos”, subraya la psicóloga.
6. Sé asertiva. Conceder no es lo mismo que ceder. Algunas suegras están tentadas a replicar sus relaciones co-dependientes madre-hijo con sus nietos actuando como si fueran sus madres. Ante esta situación, muchas nueras prefieren callar para evitar la confrontación: pero a la larga en lugar de mantener la relación, ésta se intoxica y está llena de agresión pasiva. “Cuando cedes no hay amor, sino falta de amor a ti misma. No puedes ceder en cosas fundamentales para ti y para tus hijos (por ejemplo, si tu marido lleva de viaje a tu suegra pero no pueden pagar la escuela de los niños). En esos casos quizá te veas obligada a confrontar tanto a tu marido como a tu suegra”, señala Isabel. Según la experta, poner límites adecuados no significa ser grosera ni agresiva, sino reconocer tus necesidades y tus derechos sin violentar los de tu suegra.
7. Comparte a tus hijos. Tanto las suegras como las nueras pueden formarse cotos de poder utilizando a sus hijos. Si tu marido no te respalda frente a su madre, es importante que pongas atención en tu relación con él y establezcas límites. Pero si utilizas a tus hijos para manipular a tu suegra cuando ella no los daña, solo los perjudicas a ellos. “Tus hijos no son objetos de tu propiedad. Están bajo tu cargo pero son personas”, recuerda la psicóloga. Separarlos de su abuela solo los perjudica, pues estás negando una relación a la que tienen derecho.
8. ¡Piensa que quizá te pareces a ella! En psicología existe el concepto imago, que viene de imagen. “Se trata de representaciones que tenemos de las personas más significativas de nuestra infancia, nuestros padres y hermanos. En la niñez siempre se presentan necesidades que no hemos podido resolver con estas figuras, y cuando somos adultos buscamos en la pareja esas cosas positivas y negativas de nuestros padres”, advierte la psicóloga Isabel Caldú. Piensa en las cosas que te irritan de tu suegra y qué tanto las replicas tú en tu vida. También en las cosas positivas que tienen en común y que podrían tender un puente de comunicación entre ustedes.