Lo terrible de que Meghan Markle use medias en su primer acto oficial: este gesto esconde (casi) una traición
Pelo en un ‘messy bun’ con Meghan Markle.
Hasta el sábado pasado, la actriz estadounidense, birracial y plebeya que empezaba a codearse con la realeza parecía no tener intención de dejarse meter a las filas de la corrección política y la flema británica.
Tanto así, que en el abrigo crema de 'Line The Label' sobre un vestido verde oscuro de P.A.R.O.S.H, zapatos de Aquazzura con ataduras al tobillo y… (vaya atrevimiento) sin medias.
Un gesto tan disruptor que hubo medios que lo llamaron el ‘movimiento antipantimedias’ de Markle.
“La elección de Markle de no usar pantimedias sugiere lo mismo que su conducta tranquila en su entrevista posterior al compromiso (a diferencia de las torpes tribulaciones de William y Kate). Meghan Markle es real; lo que ves, es lo que hay”, escribió The Cut en su análisis del tema en ese momento.
Un asunto de etiqueta
Una de las reglas no escritas más conocidas de la realeza es el uso de medias con vestido en cualquier acto público, más aún si la reina está presente. Incluso si se trata de un vestido por encima de la rodilla. Se trata dicen, de un asunto de etiqueta.
De hecho, Kate Middleton parece tener el máster en el uso de finísimas medias veladas (sheer tights) a un nivel en el que resultan casi imperceptibles. Incluso ocasionando un trend entre las chicas más jóvenes. Reportes aseguran que en 2012 las ventas de estos rios subieron 46% en la tienda Selfridges, tras la boda con el príncipe William.
Sin embargo, con la primera aparición pública de Meghan este martes después del aclamado matrimonio lleno de guiños (una entrada solitaria y triunfal, un pastor negro, un canto de protesta) que hablaban de una ‘rebelión’ de parte de la actriz a las rígidas tradiciones británicas, el mensaje parece haber cambiado radicalmente.
La Meghan que apareció con medias dejó a sus seguidoras feministas y empoderadas con un aire de desilusión al verla vestir no solo un vestido rosa simple y recatado, sino con el pelo perfectamente peinado en un chignon bajo (sin pelo fuera de lugar) y, sí, medias veladas.
Con este gesto banal pero cargado de significado, Meghan podría haber dado muerte definitiva no solo al ‘anti-pantyhose movement’ que se creía había comenzado en noviembre, sino a todas las esperanzas de que se convirtiera en el aire fresco que tanta falta le hacía a una monarquía apolillada.
Habrá que esperar a la próxima aparición de la nueva duquesa para comprobar si ya todo está perdido.