Otra excusa para disfrutarla: ¿sabías que la ketchup se usó como medicina?
Cuando vemos una botella de ketchup sobre la mesa la mayoría de nosotros no se hace demasiadas preguntas sobre su existencia: está ahí para agregarla a un pancho o a una hamburguesa. Punto. Sin embargo, hasta los objetos más comunes tienen un diseño pensado (nada es al azar). Hoy te verás que tanto el aderezo como la botella que lo contiene tienen una sorprendente historia detrás. Averigua de qué se trata a continuación:
¿Salsa de pescado?
Aunque te parezca mentira, el ketchup no fue siempre de tomate y no, no fue creado en Estados Unidos. Su origen puede rastrearse hasta el año 544 antes de la Era Común, pero su receta (debemos itir) era bastante distinta de la que conocemos hoy.
En China se fabricaba ke-tchup con el estómago, la vejiga y los intestinos del pescado amarillo, el tiburón y el salmón o mújol. Guardaban los trozos de animal en un tarro, los condimentaban con sal, los dejaban descansar al sol y estaba listo en 50 días en primavera o 100 días en invierno. Esto suena mucho más a una salsa de pez que a la ketchup que conocemos hoy día ¿verdad?
De tomates y medicinas
La salsa era conocida en gran parte de Asia, pero el aderezo recién llegó a Occidente en el siglo XVI cuando los marineros japoneses de las islas Fiji le presentaron la salsa a los colonizadores ingleses. Ellos simplificaron la receta y la transformaron en una especie de líquido ámbar hecho de anchoas saladas.
Más tarde, se cambiaron las anchoas por nueces y luego por hongos. Pero ¿qué pasaba con los tomates? En esa época los europeos consideraban que los tomates eran venenosos y se utilizaban solo como decoración. Más tarde, en el año 1876 ya nadie pensaba que eran perjudiciales para la salud y se patentaron como una medicina.
Así es: la salsa de tomates pasó a ser valorado como un tónico eficaz y saludable.
La importancia de la transparencia
A decir verdad, el ketchup de la época no solo carecía de toda medicina sino que constituía un producto sumamente perjudicial para la salud. Una de las razones estaba relacionada con la preservación de los tomates: se almacenaban con procedimientos demasiado rudimentarios y en condiciones nada higiénicas. Dadas estas circunstancias, los fabricantes agregaban todo tipo de químicos peligrosos para lograr conservar el producto. Entre ellos, ácido bórico, formol, alquitrán, ácido benzoico y ácido salicílico.
En este contexto, hizo su aparición Henry J. Heinz, un empresario estadounidense obsesionado con hacer sus productos lo más puros posible. Heinz entendía que el progreso tenía que ver con mejorar la calidad de los productos que se le ofrecía a la población. De esta idea nació el diseño de la botella transparente. Heinz estaba convencido de que, si el aderezo no tenía nada que ocultar, entonces no tenía sentido mantener una botella de color. A partir de 1906, comenzó a vender botellas transparentes con ketchup totalmente libre de conservantes.
Eterna
Heinz buscó enviar un mensaje comercial de transparencia y honestidad en su tiempo. En la actualidad, la mayoría de las botellas son de un plástico flexible fácil de apretar. A pesar de que a nadie se le ocurriría recomendarla como medicina, lo cierto es que el producto logró instalarse y hoy ocupa un espacio en los estantes de miles de supermercados alrededor el mundo.
El sabor mezcla de dulce con ácido, el color rojo vibrante y la botella transparente son los aspectos más visibles de este aderezo. Pero, como puedes ver, el ketchup tiene toda una historia detrás que lo hace aún más apetecible. Seguro la recordarás la próxima vez que vayas a poner este aderezo a unas papas fritas.
Y tú ¿conocías los orígenes del ketchup? ¿Sabías que había sido considerada una medicina?
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