La larga e incierta espera de Yessica Flores, una embarazada con zika
"Sentí que me tenía que agarrar de las paredes para no caerme. No podía parar de llorar", recuerda Yessica Flores del momento en que le informaron los doctores del Hospital Jackson Memorial que estaba contagiada de zika. Tenía 16 semanas de embarazo y en ningún momento había sentido síntomas ni malestares.
"Yo no tuve fiebre. Dicen que el pecho duele mucho, las piernas, que los ojos se te inflaman como de conjuntivitis, se te hinchan y vuelven rojos. Yo no tuve nada de eso", contó este lunes en una rueda de prensa en el hospital de Miami.
Flores, de nacionalidad hondureña y residencia en Estados Unidos desde hace nueve años, no está muy segura de dónde contrajo la enfermedad.
Pudo haber sido en Wynwood, donde vive y trabaja en la cafetería de una escuela, el área de Florida que fue considerada de transmisión activa del virus entre junio y septiembre por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. También pudo haber sido en Honduras, a donde viajó en junio y donde la Organización Mundial de la Salud ha calculado que hay 30,000 casos de zika.
El esposo de Flores, Selvin Yac, un guatemalteco que trabaja en un restaurante, también fue sometido al examen, porque el virus del Zika puede transmitirse a través de las relaciones sexuales, pero el resultado dio negativo.
Las consecuencias
Los bebés que nacen de madres con zika tienen un alto riesgo de tener microcefalia, problemas de la vista y oídos, entre otros. Pero no se sabe qué porcentaje de las mujeres infectadas durante el embarazo tendrá bebés con defectos de nacimiento.
Flores dice que desde que recibió el diagnóstico se ha aferrado a la fe y que nunca pensó en interrumpir su embarazo, aunque los médicos le plantearon ese escenario. "Ha sido muy fuerte. No la quiero perder. Nunca he pensado en abortar a mi hija. Sé que saldremos adelante", dijo al revelar que la llamará Daniela Isabel.
En la actualidad no existe vacuna ni tratamiento para el zika. La única diferencia entre la atención a Flores y a otras embarazadas es que a ella le realizan la prueba del zika cada semana y tiene ultrasonidos más frecuentemente, cada tres semanas.
Mientras espera al 13 de febrero, fecha en que se estima podría dar a luz, dice tratar de llevar su vida lo más normal posible, trabajando y junto a su esposo e hija de 14 años. "Durante el día, cuando le sirvo comida a los niños la bebé se mueve mucho. Yo no le hablo de esto, le hablo nada más de cosas lindas. Quiero que sea feliz", asegura.
Christine Curry, su ginecóloga obstetra, dice que hasta ahora todo indica que la bebé está sana y que se desarrolla normalmente. "Estamos fijándonos en el tamaño del cerebro del bebé y de su cabeza. Buscamos calcificaciones, crecimiento anormal de las estructuras intracraneales, niveles de líquido inusual, entre otras cosas", mencionó.
Sin embargo, es muy poco lo que realmente se puede saber sobre las consecuencias que puede haber dejado el virus antes de que ocurra el parto. Incluso podrían pasar años antes de que algunos síntomas se hagan evidentes. "Todavía se desconoce demasiado del zika. Los primeros bebés que nacieron en Brasil después de que se declarara la epidemia no tienen todavía un año, no se sabe cómo serán esos bebés en dos, tres, cinco años".
En Miami, de los 1,040 casos de zika registrados hay más de 100 de embarazadas contagiadas, muchas de las cuales se atienden con la doctora Curry en el Jackson Memorial. "No lo sé", es la palabra que dice les repite con más frecuencia, cuando debe hablar de posibles riesgos y consecuencias. Cuenta que la reacción de las mujeres cuando les dice que dieron positivo en las pruebas es de "tristeza e incredulidad".
Flores es optimista. "He visto muchos casos de zika donde la mayoría de las madres deciden no tener el bebé para que el bebé no sufra y quiero que tengan fe en Dios y en los médicos", dice, mientras ve las fotos de sus numerosos ecosonogramas.
