Día de San Valentín | El poema de amor y las escenas de sexo que aparecen en el libro menos esperado: la Biblia
Muchos han escuchado la expresión: “Yo soy de mi amado y mi amado es mío”. De hecho, una rápida búsqueda en Google muestra una miríada de sitios que ofrecen anillos de boda con esta leyenda.
Igual ocurre si uno busca en Etsy por regalos para el día de San Valentín: ahí encontrará joyas, camisetas y tazas con esta frase. Pero quizá no todos conocen los orígenes de esta frase: el Cantar de los Cantares, un libro que ha intrigado a los lectores desde hace 2,000 años.
También conocido como Cantares de Salomón o Cántico de Cánticos– destaca en la Biblia por su extenso y franco contenido sexual. Se trata de una obra de poesía lírica y sensual, que dibuja escenas de encuentros –imaginados y reales– entre la protagonista del libro y su amante.
La obra rebosa descripciones gráficas tanto de los cuerpos masculino como femenino, que son excitantes y que incluso rozan lo pornográfico.
Metáforas como “te haría beber vino / adobado del mosto de mis granadas” sugieren prácticas sexuales que son de todo, menos sutiles.
El texto es inusual no solo por su énfasis en el sexo. El Cantar de los Cantares es la única obra en la Biblia centrada en el amor de un ser humano hacia otro ser humano, no el de un ser humano hacia lo divino. Al menos en la superficie del poema.
Los judíos y cristianos antiguos tuvieron problemas sobre incluir (o no) un poema de amor tan gráfico en el cánon bíblico, y descubrieron sus propias maneras de remediar el dilema.
Pocas menciones a Dios
La Biblia incluye otras referencias sexuales – incluso descripciones gráficas de violencia sexual. Otros libros también describen expresiones de amor humano: tal es el caso de Jacob, a quien le llevó 14 años ganarse el corazón de su esposa Raquel, de acuerdo con el Génesis.
Pero, si bien otros libros bíblicos hablan del amor y del matrimonio, las alusiones se usan para mostrar la relación de Dios con las personas. En específico, con el pueblo de Israel, que –según la Torá– tiene un pacto especial con Él. En contraste, el Cantar de los Cantares se refiere a Dios solo una vez, en el capítulo ocho.
Aun así, algunos traductores antiguos del Cantar de los Cantares no interpretaban su poesía como una descripción del amor de un humano hacia otro humano.
De hecho, mientras investigaba mi libro sobre las interpretaciones rabínicas del Cantar de los Cantares, me di cuenta que no existen muchas traducciones anteriores a la era moderna –judías o cristianas– que hayan sobrevivido hasta la era moderna.
En su lugar, los intérpretes más antiguos hacían “relecturas” del Cantar de los Cantares, para mostrarlo como un retrato del amor entre lo divino y lo humano.
Un pacto con lo divino
Otros estudiosos, entre ellos yo, hemos sostenido que las interpretaciones más antiguas del Cantar de los Cantares aparecen en trabajos que se remontan al siglo I d. C.
También hemos hallado alusiones al libro en el Apocalipsis, o Libro de las Revelaciones, el último del Nuevo Testamento, que describe visiones de la segunda llegada de Jesucristo a la Tierra, e incluso en el Apocalipsis de Esdras, que es incluido como apéndice en algunas versiones de la Biblia.
En los primeros siglos después de Cristo, algunos rabinos comenzaron a interpretar el Cantar de los Cantares a través de sus comentarios sobre el Pentateuco, la primera sección de la Biblia judía.
El Pentateuco describe la creación del mundo e incluye historias sobre los antepasados de los israelitas, así como su travesía épica desde Egipto hacia Israel.
A lo largo de varios libros, el Pentateuco muestra a los israelitas huyendo de la esclavitud, recibiendo revelaciones de Dios en el Monte Sinaí y su travesía por el desierto durante 40 años, antes de su llegada a la tierra prometida.
Estos rabinos imaginaron tal narrativa como una historia extendida e íntima sobre la relación de Dios con el pueblo de Israel.
Y, aunque rehuyeron de las interpretaciones más eróticas del Cantar de los Cantares, usaron su lenguaje para describir el pacto entre Dios e Israel como algo más que un acuerdo contractual.
En mi libro “My Perfect One” (2015), elaboré el argumento de que los rabinos antiguos describieron estos lazos como profundamente afectivos, y marcados de un intenso compromiso emocional. Por ejemplo, en un pasaje, el Cantar de los Cantares 2:6: “Su mano izquierda estaba bajo mi cabeza, y su mano derecha me abrazaba”, es interpretado como el abrazo entre Dios e Israel en el Monte Sinaí.
El anhelo de un amante
De igual manera, los primeros cristianos intentaron evitar las alusiones carnales del libro. En lugar de verlo como una declaración de amor de Dios hacia Israel, lo entendieron como una alegoría de la relación entre Jesucristo y su “prometida”: la Iglesia.
Otras lecturas alegóricas han surgido a lo largo de la historia. Orígenes de Alejandría, un escritor cristiano del siglo III d. C., propuso que el Cantar de los Cantares fuera interpretado como el anhelo del alma por Dios.
Al igual que otros intérpretes, Orígenes asociaba el alma con la protagonista del libro y, a lo divino, como su “amante” masculino.
Otro enfoque cristiano sobre el Cantar de los Cantares es que el poema describe la relación de Dios con la madre de Jesús, la Virgen María.
Esta variedad de interpretaciones pudieron haber influido en los místicos medievales judíos. En el judaísmo, la presencia divina (o “Shejiná”) es interpretada como una entidad femenina, y muchos estudiosos de la época usaron el Cantar de los Cantares para describirla.
¿Cómo se interpreta el Cantar de los Cantares en la actualidad?
Otras interpretaciones del poema han aparecido en la época moderna. Entre ellas, algunas que lo hacen como una obra sobre el amor de un ser humano hacia otro.
Por ejemplo, algunas lecturas feministas destacan el papel de la protagonista como una figura que muestra poder, autonomía y sensualidad.
Los cristianos conservadores, por otro lado, abordan el poema como la expresión ideal y aceptable del amor entre esposos.
Desde los primeros siglos de la era cristiana hasta el día de hoy, estos muchos significados destacan la creatividad de los lectores y el poder evocativo del Cantar de los Cantares.
*Jonathan Kaplan es profesor asociado de Biblia hebrea y Judaísmo antiguo en la Universidad de Texas en Austin.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original aquí.