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¿Puede un hombre casado cenar con otra mujer? El vicepresidente cree que no y eso tiene a internet en un caliente debate

Pedir que todo el que tenga que trabajar hasta tarde con él sea un hombre, nunca cenar solo con una mujer que no sea su esposa, y no atender a un evento en donde haya alcohol a no ser que Karen Pence esté ahí con él es la ética del vicepresidente para conservar su matrimonio, una que ha generado un intenso debate en redes sociales.
30 Mar 2017 – 04:40 PM EDT
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La periodista de The Washington Post Ashley Parker se entregó a la tarea de hacer un perfil de Karen Pence, la esposa del vicepresidente Mike Pence. En las lecturas para escribir su perfil se topó con unas declaraciones que el entonces congresista había hecho en 2002 y que luego, como compañero de fórmula de Donald Trump, repitió durante la campaña presidencial.

En el diario The Hill quedaba registrado: “Durante sus 12 años en el Congreso, Pence ha buscado evitar infidelidades y tentaciones, incluso rumores e improperios. Esto ha incluido pedir que todo el que tenga que trabajar hasta tarde con él sea un hombre, nunca cenar solo con una mujer que no sea su esposa y no atender un evento en donde haya alcohol a no ser que Karen esté ahí”.

La periodista, después de descubrir en su texto la estrecha relación que efectivamente existe entre la pareja, decidió recordar en su Twitter estas convicciones de Pence. El debate iba a ser obvio y candente. Su post se hizo rápidamente viral.

Mike Pence es cristiano evangélico, aunque fue criado en una familia católica, y bajo su credo poner algunas “barreras” frente al sexo opuesto es apenas una práctica normal y casi obligada. En redes muchos salieron a defenderlo. “Así que ahora él está siendo criticado por ser un esposo decente?”, “solo veo respeto por su mujer, no debilidad”, “creo que eso es maravilloso”, “si se burlan de Pence por respetar su matrimonio es que quizás nunca han estado en uno sano”, decían los detractores de los comentarios de la periodista.

“De veras cuál es una razón apropiada para que una persona casada salga a comer solo con un miembro del otro sexo?”, añadía el bloguero conservador Matt Walsh para intensificar el debate.

La ética de comportamiento de Mike Pence frente a las mujeres que no son su esposa, sin embargo, está lejos de ser una rareza en la política. En 2015, The Atlantic publicó un artículo que justamente se titulaba: ¿Por qué algunos del Congreso no se quedarán a solas con una colega? (Why Some Male of Congress Won't Be Alone with Female Staffers) una vez que una encuesta del National Journal ponía en evidencia justamente que era común que las mujeres no fueran invitadas a eventos nocturnos de trabajo, que no pudieran conducir un auto solas con un congresista y que fuera incluso impensable sentarse solas con un senador y tener una reunión a puerta cerrada. Aunque el criterio no era necesariamente religioso sí pasaba por evitar habladurías y sospechas infundadas.

Muchos críticos en la redes creen que el problema con que Mike Pence no pueda cenar con una mujer diferente a su esposa o que no pueda asistir a un evento con licor sin su presencia, va más allá de su amor por Karen. Afirman que esas limitaciones en el cargo que él ostenta significan limitaciones directas a que muchas mujeres accedan a puestos verdaderamente estratégicos.

“Lo repugnante de la regla de Pence de no cenar con otra mujer es que él está limitando oportunidades de trabajo claves solo a los hombres”, escribió Ian Millhiser, editor de la ONG Think Progress. “Si Pence no puede cenar con ninguna mujer diferente a su esposa eso significa que no contratará a ninguna mujer en un cargo relevante”, se unió a la indignación Clara Jeffery editora de Mother Jones. Las redes se preguntaban además si entonces Pence no cenaría con Ivanka Trump, Kellyanne, Theresa May o Angela Merkel.

Aunque la pieza de la periodista tenía nuevos detalles, como que cuando Pence fue gobernador de Indiana, solía tener un viejo teléfono rojo en su oficina al que solo su esposa podía llamar o que efectivamente Karen es una fuerza determinante incluso en su círculo político, el debate sobre las libertades de Pence para cenar con una mujer distinta a ella pareció llegar a una concertada conclusión que con gracia se generó también en internet:

“Tranquilo señor Pence, nadie quiere estar a solas con usted, de cualquier manera”.

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